Había una vez una niña
que iba andando por un sendero de montaña con su madre, cuando empezó a sentir
una melodía suave que le llegaba al corazón.
-
Mamá, ¿de
dónde viene esta música? – le preguntó.
-
Mira hija, la
he puesto del móvil. ¿Te gusta? – le preguntó su madre.
-
Sí, mucho –
le dijo aquella niña de ocho años. Me gustaría sentirla más veces.
-
Tranquila.
¡Claro que sí! Cada vez que quieras me lo dices y te la pondré.
-
¡Sí! – le dijo
la niña.
Andando por este
sendero llegaron a una especie de pequeño rellano donde había un banco de
madera.
Cuando se sentaron en
él, de repente la niña cerró los ojos y dijo:
-
Mamá, estoy
sintiendo la música otra vez. -
Su madre se quedó sorpresa porque no había puesto
la música de antes.
-
¿Dónde la
sientes: dentro de ti o como si saliera de mí?
-
De dentro de mí,
es como si dentro de mí estuviera esta música que me hace sentir bien.
-
Si te gusta,
ves escuchándola. Todo aquello que sientas y te haga sentir bien dentro de ti,
escúchalo y tenlo presente, porque lo que sientas te hará sentir bien y te hará
saber qué hacer si escuchas tu interior, porque allí solo tienes las cosas
buenas que siempre has tenido y llevas dentro de ti. Yo también escucho mi
interior, y por eso me siento muy bien.
-
¿Estás tranquila
ahora?
-
¡Sí! – le
dijo la niña.
-
Pues ves
siempre a tu interior porque allí está lo mejor para ti y todo lo que necesites
para sentirte bien. Yo te ayudaré siempre que lo necesites. Nos hemos de sentir
bien para ser felices y disfrutar de esta vida que ahora nos encontramos.
La madre la abrazó y la niña también.
-
Te amo, hija
– le dijo la madre.
- Yo también mamá – le respondió la niña.
Se levantaron del banco y
continuaron andando por el sendero, y esta vez, ya hacia su casa.


