La cita diaria es después de comer, a la hora del
té y la infusión. Es entonces cuando, con el velo retirado, nos encontramos y
me hacen saber de su presencia. Siento intensamente sus presencias y el
verdadero ser que soy, más allá de la dimensión que experimento.
Me siento en el sofá. Me relajo, y después de unos
minutos reposando la infusión, me sirvo mi primer vaso. El momento es el
adecuado. Todo está preparado para el encuentro consciente de seres procedentes
del mismo Hogar, pero actualmente, con experimentación diferente. Mi voluntad
se está cumpliendo, y las suyas también. La unicidad es plena y estos momentos
acordados por voluntad propia, propicia que diferentes almas se reúnan para
saber de ellas y mi ser pueda recordar, una vez más, la esencia que soy cuando
el ser multidimensional se manifiesta.
Llegan y me abrazan. Me hacen sentir sus energías
y mi ser reconoce a los presentes como parte de mí.
El Amor es grande, puro. Siento el verdadero Hogar
en mí y a aquellos que formamos la Hermandad Universal
según la Voluntad Divina.
Nuestras energías se funden en una, y es como si
recuperara el sentido de mi ser. La consciencia se expande y siente su
naturaleza llena de Amor y plenitud. Mi condición humana desaparece dando paso
a lo ilimitado de nuestra parte divina que hay en cada uno.
Es agradable tomar unas hierbas con mis hermanos
de la Luz , mis
acompañantes fieles, guías, protectores y amorosos, haciendo notar a mi corazón
como aquello que vivimos en el día a día, no es más que el servicio a una
Voluntad Superior para que todos, algún día, puedan llegar a recordar quienes
son y el verdadero ser que hay dentro de cada uno.
Siento su Amor y sus presencias en mí, como si
todos fuésemos Uno a la vez. Todo es puro y cristalino. Sólo existe la pureza
de nuestro ADN. No hay mente, sólo comunicación con el corazón. Liberación
absoluta. Armonía y calidez matriarcal. Todo se funde en un instante duradero e
intenso. Sólo el Amor se manifiesta.
No hay nada como tomar un té verde combinado con
menta fresca y canela. Cada sorbito es como si limpiara mi interior y me
hiciera despertar aquellas partes de mí que necesitan ser activadas para llegar
a sentir el Hogar. Bueno, parece como si el solo hecho de saber que sentándome
en el sofá, en aquella parte donde siempre reposo para tener estos contactos a
voluntad, ya activasen la maquinaria para hacer girar la llave y abrir las
puertas de par en par y recibir a toda mi Familia espiritual.
Es un placer para mí poder sentir quien soy y de
dónde forma parte mi esencia experimentando en la materia. Ésta desaparece y
siento la inmensidad de lo eterno en mí. Esta sensación es constante en mi
interior, así como el hecho de saber quien soy y de donde procedo, pero cuando
me siento a tomar un té como el nombrado anteriormente, ¡ah!... todo es un
placer y un alivio poder sentir lo que siento; poder ver lo que veo; y poder
experimentar estos momentos más allá de la densidad.
Dios en mí me permite sentir mi verdadera
identidad. Hay comunión y fraternidad a la vez. El tiempo y la distancia
desaparecen fundiéndose en un solo instante: el AHORA y AQUÍ. Desde este balcón
multidimensional puedo percibir el universo entero siendo yo parte de él, y el
tránsito de seres luminosos habitándolo, a parte de los planetas que puedan
existir. Veo a nuestro amado planeta rodeado de entidades de Luz y de otras
interesadas en él pero muy bien custodiado, a la vez, por guardianes
celestiales al servicio de la Fuente Central
Creadora de Toda Vida.
¡No hay nada como una buena taza de té! Me gusta
sobre todo, el primer uso, donde el gusto es fuerte, pudiendo sentir el aroma
intenso y aromático de las otras especias que cohabitan el receptáculo de la
tetera. ¡Un inmenso placer para el paladar y el espíritu! Sí, también para el
espíritu, porque cada sorbito está emparejado a una disposición por mi parte de
abrirme con todo mi amplitud y poder recibir a cada uno de mis acompañantes de la Luz y hermanos procedentes de
más allá de mi dimensión. Han venido a verme. ¡Cómo no voy a recibirlos si
vienen de tan lejos! Sería una ofensa negar sus presencias y sus
peticiones de acercamiento y abrazos. ¡Qué alegría verlos! y sobre todo, ¡sentirlos!.
Los reconozco y les doy la bienvenida a mi ser. De
hecho, hace tiempo que les invité que vinieran, y desde entonces, cada vez hay
más hermanos que se acercan donde estoy para verme y abrazarme. Algunos me
traen recuerdos del Hogar, otros, mensajes del Padre o del Hogar. Todos aportan
alimento a mi ser dentro de la condición humana. Me recuerdan constantemente
que pertenezco más allá de la
Tierra y me hacen sentir lo que se siente estando con mi
verdadera Familia. Paz, una inmensa
paz serena, con la sensación de orden y armonía sublimes. Lamento no poderos
describir más detalladamente estas sensaciones porque las palabras que sé no lo
permiten, siendo escasas o limitadas para poder expresar los sentimientos de
donde procedemos. Si tuviera que incluirlos en una palabra, esta sería: AMOR
(es la palabra que más se asemeja).
El encuentro puede durar veinte minutos, media
hora, depende del día. A veces son cinco, diez minutos, pero los suficientes
para saber que no estoy solo y poder recordar nuevamente mi procedencia y la
intencionalidad divina en mí.
Dios existe y no lo busquéis más allá de vuestro
ser, en el universo. Vosotros sois el universo. Vosotros sois Dios. Abriendo
vuestro corazón, las puertas y ventanas de vuestro interior, sentiréis y veréis
los rayos del sol como da calidez a vuestro hogar interior. Cuando sintáis la
plenitud en vosotros, el amor en vosotros, permitid que este estado se
prolongue hasta el infinito de vuestro ser, liberándoos de la biología en la
cual os encontráis. Sentid Amor y Paz, y él acudirá a vosotros, pero no porque
venga de fuera, sino que activaréis al verdadero ser que hay dentro de cada uno
de vosotros y entonces, os daréis cuenta que solo des de la plenitud interior
podéis sentir el amor puro incondicional del verdadero ser que sois. Vuestra
divinidad, entonces, se manifestará. Dejaros llevar por ella y no queráis
preguntar de un buen principio. Sólo sentid y dejad que todo sea.
Cada vez que vayas a tu interior y tengas estos
sentimientos más sublimes y puros, más permitirás que tus células puedan
activar a la divinidad que son, que eres. Cuando así es, Dios en ti se
manifestará.
Deja que el proceso y tu predisposición te liberen
de la dualidad que habitas para elevar tu alma y preparar el continente para
que la divinidad pueda expresarse a través de ti.
No hay nada como un buen té como excusa para abrir
las puertas de quienes somos.
Que el Amor y la Paz sean en ti.
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