Una vez, un
alma de apariencia joven, se adentró bajo el cielo punteado, libre de toda
nube, y allí, expresó en voz alta:
-
¿Cuál es el mayor secreto que no
consigo encontrar todavía?
En medio del
silencio y bajo las luces del manto superior, como si procediera de la nada, se
oyó:
-
El mayor secreto está en ti, que
aunque no hayas podido verlo, siempre ha estado.
-
¿En mi? – dijo aquella alma de
apariencia joven. No siento mío mi entorno ni lo que me sucede. ¿Cómo puedes
decir que el mayor secreto está en mí, cuando siempre es mi entorno quien
altera mi paz y mi sosiego?
-
Lo que en tu interior está,
procede de tu naturaleza. Tu verdadera esencia no altera tu alma. Cuando la
planta tiene agua para absorber por sus raíces, ésta crece y da sus frutos. Si
no sigue su proceso, no es la planta, su naturaleza la que le priva crecer,
sino su instinto de absorber el agua de su entorno. Su interior está preparada
para seguir su proceso, siendo su entorno, a veces, quien la priva de obtener
su verdadero alimento.
-
¿Por qué entonces estoy en el
ambiente que me encuentro?
-
Para que tus raíces aprendan a
buscar más allá de lo cercano. Cuanto más profundamente vayan, más
posibilidades hay que encuentren su alimento. Una vez lo consiguen, ya nunca
volverán a inquietarse, porque lo importante no es visible a su presencia. Así
sucede con tu alma. Busca el alimento de tu camino, pero no profundiza en su
interior que es donde se encuentra tu voluntad para llegar a ti, a tu verdadera
esencia, el mayor secreto que habita en ti. Tú eres el mayor secreto y alimento
para todos, incluyéndote a ti.
-
Por eso, todo lo que vivo, ¿es
porque no encuentro aquel quién soy?
-
Así es – le responde la voz.
Escucha tu voz interior y haz que lo susurrado sea llevado a término. Cuando
aprendas a seguir tu interior, encontrarás en el camino, el tesoro que tanto
buscas.
-
¿Podrías decirme cuál es?
-
Cuando se encuentra, la lucidez te
permitirá darte cuenta que te hayas ante él. No hay una sola puerta para
dirigirte a él. Escucha a tu corazón.
El alma de
apariencia joven se quedó unos instantes en silencio. Después de una larga
pausa, la voz dijo de nuevo:
-
¡Bien! Has encontrado los dos
primeros pasos: el silencio y la quietud. Luego continuó: no hay secretos para
tu alma, solo el desconcierto de tu pasado que no te permite llegar a quién
eres. Libérate de él y llegarás a ti.
De repente, cruzando el cielo de izquierda a derecha, el alma vio una luz
fugaz desaparecer más allá de su presencia. Como si se le hubiera permitido una
revelación, expresó:
-
¿Y si voy a mi interior, qué papel
tienen los que me rodean?
-
El aprender a ser tú envuelto de
desavenencias y diferencias. Aprender a seguir tu camino aunque los demás
lleven el suyo. Ellos necesitan del tuyo para continuar el suyo, y tú necesitas
sus maneras de ser para llegar a ti.
-
¡Ah! – dijo aquella alma. ¡Ahora
lo entiendo! ¡Ahora sí que lo entiendo!
Hizo un suspiro, una sonrisa y después de ojear todo el manto celestial, se
dirigió hacia su hogar, sabedora del contenido recibido.
El mayor
secreto se encuentra en ti, a tu merced con solo tu voluntad y disposición. Es
en ti donde se encuentra la belleza de tu vida y tu existencia.
Que el Amor y
la Paz abracen tu ser.
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