A medida que el ser encarnado en
proceso de ascensión va recordando su esencia y su procedencia, sus vibraciones
van elevándose, para llegar a lo que se conoce como iluminación. Lo que
caracteriza este estado es la irradiación de sus energías, su actitud ante la
vida y visión más allá de lo terrenal, y todo, acompañado por la naturalidad,
la pureza y el sentir del verdadero motivo de su estancia en este plano Tierra.
Se quiere inculcar unos dogmas y una
manera de actuar en este mundo basado en la materia con algunas incorporaciones
de “sentido común y bondad".
Los niños de estos tiempos, tienen
un grado de consciencia superior a los nacidos en tiempos pasados. Las energías
de Gaia ya no son las mismas porque nuestro amado planeta es un aliado de
nuestro ser, de nuestra alma para que esta pueda manifestarse con todo su
resplandor.
Los niños no aprenden y recogen lo
que se les dice oralmente. Ellos observan y reciben nuestras energías, y son
estas energías las que perciben y tienen en cuenta para su proceso de
evolución. Los adultos pueden decir el cómo comportarse, vestirse y actuar ante
una situación concreta, pero lo que los niños perciben, no es nuestra imagen,
sino el cómo lo hacemos y nuestro sentir en este hacer. Dicho de otra manera,
sería el imitar las energías que empleamos para ellos actuar igual. Los adultos
les pueden decir qué hacer y el cómo, pero ellos, los niños, observan el cómo
lo hacen y la energía que usan para esta realización. Ellos imitan a los
supuestos adultos de su entorno, no lo que dicen, y permitidme que os ponga un
ejemplo: alguien que pueda dedicarse a establecer el orden en su población,
como puede ser un policía o alguien que se dedica aparentemente a ayudar a los
más necesitados desde un alto rango, como puede ser un político, los niños no
tienen en cuenta su rango y oficio, sino lo que hacen y el cómo lo hacen, es
decir, no miran el cargo, sino sus actuaciones y sus principios que lo rigen,
motivos por el cual actúan como actúan. Por lo tanto, un policía o un político,
en su día a día, pueden actuar desde sus miedos y sus intereses personales
derivándose hacia una corrupción o un abuso de poder para establecer sus
creencias, valorando, sobre todo, la supervaloración del dinero antes que
necesidades urgentes de parte de su población o país.
El niño percibe la energía con que
actúa su padre, su madre o sus seres más queridos. Ellos observan e imitan.
¿Cómo entonces, el hijo o hija de cargos aparentemente dedicados a los demás,
crecen y hacen lo que hacen? La respuesta es clara y directa: porque imitan a
sus padres. ¿Cómo puede ser esto?
Los niños reciben las energías de su
entorno y las reproducen. No hacen tanto caso a lo que se les dice, sino a lo
reciben inconscientemente de los seres que le aman y su entorno más cercano.
¿Cómo un hijo de alguien que vela por los demás puede salir, por ejemplo, un
ladrón, un estafador o un corrupto? La respuesta es que aprenden de la energía
que sus padres, inicialmente, y después su entorno le han ido transmitiendo a
lo largo de los años. Si ven una contradicción entre lo que dicen y lo que
hacen, se quedan con la energía que han utilizado para tal hecho. Así ellos,
utilizan esta energía, tal como sus padres y entorno les han transmitido para
crecer en este mundo y su hábitat.
Si su energía se corresponde con lo
que sienten, dicen y la manera de actuar desde el corazón, entonces, sí que se
tiene unos pilares fuertes para crecer, obtener seguridad, apoyo y afecto
mientras vaya creciendo; sino, lo que obtienen son contradicciones en ellos
mismos e inestabilidad y dudas constantes ante la vida. Ante este sentir, su
visión de la vida es contradictoria y llena de inseguridades. Es cuando
aparecen los miedos y una visión distorsionada de la vida. La seguridad que
tienen y se les ha enseñado es la inseguridad
ante su proceso. Llegado a este punto, se predomina lo aceptado como propio,
procedente de su exterior para obtener un mínimo de seguridad.
La energía para llegar a este punto,
donde gran parte de la humanidad todavía se aferra, procede de nuestro pasado,
y los tiempos han ido cambiando, no así nuestra actitud y nuestro quehacer
cotidiano hacia el recordar de aquel
quien en verdad somos.
Por suerte, los niños de ahora, y
que van naciendo, sobre todo, desde el 2010, traen y nos aportan una energía diferente,
por eso ya no aceptan, como seguramente nosotros aceptamos, todo lo que se nos
dice. Ellos tienen una mayor consciencia activada que cuando nosotros
encarnamos en esta vida.
Todas estas palabras han sido
transmitidas para llegar al punto de nuestro tiempo actual y para todos
aquellos que se dedican a transmitir conocimiento y mirar de abrir puertas para
que cada uno pueda llegar a él mismo, a recordar quién es y abrir las puertas
del autoconocimiento y manifestar la verdadera Divinidad que es.
A medida que pasa el tiempo, y sobre
todo, a partir del 2012, las personas, cada vez más, eligen y hacen una tría de
adónde ir para dar nuevos pasos en su proceso. Mi experiencia a lo largo de los
años y teniendo presente los cambios energéticos habidos a cada momento de la
elevación de las energías de Gaia y la humanidad que en ella habita, me he dado
cuenta, con varios encuentros con mis hermanos del Hogar, que ya no es cuestión
de transmitir conocimiento exclusivamente, sino lo que necesita el ser en proceso
de ascensión es llegar a SENTIR por él mismo la Nueva Energía en su interior.
Cuando sentimos, ya no olvidamos.
Cuando percibimos en nuestro
interior lo exterior, aprendemos.
Cuando nuestro corazón nos habla, es
la guía y la verdad de nuestro camino.
Tanto a los niños como para todos
los seres encarnados, la mejor manera de indicar el camino, de limpiar nuestra
dirección para no tropezar y poder llegar al final de ella, es Sentir nuestra
esencia, recordar nuestra verdadera naturaleza y nuestro procedencia, nuestro
verdadero Hogar. Cuando lo sentimos en nuestro interior, entonces, nuestro
mundo se expande, se entiende y nos damos cuenta de cómo actuar para nuestro
mayor bien y el de todos, ya no solo a nivel personal.
Sentimos una Unicidad firme con
quienes nos rodean y de donde procedemos, nuestros hermanos celestiales.
Todo cambia y nuestra Fuente
interior fluye sin parar para dar de beber y alimentar a todos los que se
acercan a nosotros, siendo un potencial para todos aquellos, incluso, que han cogido
otro camino según sus intereses.
Hagamos que los demás puedan sentir
la verdadera esencia de su interior, la verdadera naturaleza de su mundo
interior. Entonces, habremos liberado una alma para poderse manifestar
libremente en esta dimensión encaminada hacia otros niveles para traer el Cielo
aquí a la Tierra. Entonces conoceremos lo que es “ser libre y capaz de
materializar aquello que sentimos”.
Nuestra Divinidad está esperando que
empecemos a sentir aquel quien somos, porque será el indicio que nos habremos
adentrado hacia la guía del corazón, dejando que la mente deje de tener su
protagonismo como ha sido en los tiempos del pasado, cuando dejamos que la
vieja energía guíe nuestros pasos.
Ya no, hermanos. Nuestro Hogar nos
está haciendo recordar que es la hora de reconocer la nueva energía e
integrarla en nosotros, porque ella nos llevará a Dios en mi.
Será entonces cuando tu vida
cambiará, porque tu visión de la misma también cambiará, así como tu actitud
ante ella y tu expresión en tu día a día.
Nuestros hermanos celestiales llevan
ya un tiempo indicándonos que ha llegado la hora de tomar las riendas de
nuestra vida y escuchar a nuestro corazón. A cada uno le indicará el susurro
cálido de la dirección a seguir y el qué hacer a cada encrucijada de su vida.
Vivimos tiempos de grandes cambios,
y éstos, empiezan en nuestro interior. Allí encontraremos aquello que siempre
hemos buscado y anhelado. Allí encontraremos la puerta adecuada para nuestro
bienestar, felicidad y realización.
Que el Amor y la Paz sean en todos
vosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario