jueves, 12 de enero de 2023

Saliendo a caminar

 

Una vez, alguien salió de su casa para ir a andar y estar un rato en medio de la naturaleza, entrando en el bosque que tenía más cerca. Al cabo de poco, vio a un niño sentado junto a un árbol observando cómo iba acercándose a él.

Al verle solo, el caminante le preguntó:

-         ¡Hola! ¿Estás solo?

Él, sin dejar de mirarlo le hizo un movimiento de cabeza asintiendo conforme así era, y a continuación añadió:

-         Sí pero no.

Su respuesta le sorprendió. Se acercó hasta sentarse ante él en una piedra que allí había.

-         ¿Qué vives en este pueblo? – le preguntó.

-         No – le dijo moviendo la cabeza.

-         ¿Estás perdido?

Volvió a moverle la cabeza de un lado a otro.

-         ¿Estás bien?

-         Sí –respondió aquel niño.

-         ¿Puedo ayudarte en algo? ¿Necesitas ayuda?

-         Estoy bien – le dijo mirándole a los ojos.

Entonces mientras el caminante se levantaba le dijo:

-         Como estás bien y no necesitas ayuda, voy a caminar un rato. Me gusta estar con los árboles. ¡Adiós! – le dijo.

Se levantó y prosiguió el camino, aunque no siempre seguía el mismo. Se dejaba llevar según como se sentía el día que salía a andar.

Cuando ya hizo unos pasos y puso distancia con aquel niño, giró la cabeza y ya no lo vio.

Continuó andando sintiendo todo lo que un bosque emite, haciendo que su interior se sintiera parte de él. La sensación era muy agradable y serena.

De repente, más delante de donde se encontraba, a un lado del camino vio a una niña que tenía una muñeca en sus brazos, acariciándola. No vio a ningún adulto cerca de ella, por lo que se le acercó saludándola:

-         Hola, ¿qué estás sola? – le dijo.

-         No, estoy con ella – señalándole su muñeca.

-         ¿Ella está bien? – le preguntó el caminante.

-         A veces se siente sola, pero ahora al estar conmigo, está bien – le respondió la niña.

-         ¿Puedo ayudarte en algo?

-         ¿Tú tienes un muñeco? – le preguntó la niña.

-         No, pero a veces también me siento solo.

-         Ten un muñeco, y al estar contigo, te sentirás bien – le respondió.  

A continuación añadió:

-         Ella – señalando la muñeca – es como yo. Cuando yo la abrazo ella se siente bien, y yo también. ¿Quieres que te abrace?

-         Sí – le respondió.

Se acercó del todo a ella y se abrazaron.

Fue un abrazo que le llegó totalmente al caminante a su parte emocional, haciéndole sentir bien y amado. Cuando se separaron, la miró a sus ojos, y parecía como si todo su ser se elevara junto a una gran luz que irradiaba desde su interior.

A continuación le dijo:

-         De donde procedo me han hablado de ti - dijo aquel ser luminoso. Siente lo que has sentido ahora y te encontrarás bien y acompañado.

Quien se encontraba ante ella cerró por unos momentos los ojos, y al volverlos a abrir vio ante él, a la niña, y junto a ella, al niño que se encontró al principio.

-         Nunca has estado solo – le dijo la niña.

-         Y nosotros siempre hemos estado contigo – añadió el niño.  

De repente, oyó como si alguien se le acercara, saliendo de unos matorrales. Era otro caminante como él. Luego giró la cabeza nuevamente para volver a mirar a aquellos niños, y ya no los vio. Estaba solo, y de repente, oyó como si de la nada se le dijera:

-         Deja que tu niño interior pueda manifestarse. Abrázalo y te sentirás lleno de amor y bien acompañado. Él entonces, se sentirá comprendido y libre para ser él mismo, tú mismo.

 

 

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