Una vez, alguien salió de su casa para ir a andar y estar un rato en medio de la naturaleza, entrando en el bosque que tenía más cerca. Al cabo de poco, vio a un niño sentado junto a un árbol observando cómo iba acercándose a él.
Al verle solo, el caminante le preguntó:
- ¡Hola! ¿Estás solo?
Él, sin dejar de mirarlo le hizo un movimiento de cabeza asintiendo conforme así era, y a continuación añadió:
- Sí pero no.
Su respuesta le sorprendió. Se acercó hasta sentarse ante él en una piedra que allí había.
- ¿Qué vives en este pueblo? – le preguntó.
- No – le dijo moviendo la cabeza.
- ¿Estás perdido?
Volvió a moverle la cabeza de un lado a otro.
- ¿Estás bien?
- Sí –respondió aquel niño.
- ¿Puedo ayudarte en algo? ¿Necesitas ayuda?
- Estoy bien – le dijo mirándole a los ojos.
Entonces mientras el caminante se levantaba le dijo:
- Como estás bien y no necesitas ayuda, voy a caminar un rato. Me gusta estar con los árboles. ¡Adiós! – le dijo.
Se levantó y prosiguió el camino, aunque no siempre seguía el mismo. Se dejaba llevar según como se sentía el día que salía a andar.
Cuando ya hizo unos pasos y puso distancia con aquel niño, giró la cabeza y ya no lo vio.
Continuó andando sintiendo todo lo que un bosque emite, haciendo que su interior se sintiera parte de él. La sensación era muy agradable y serena.
De repente, más delante de donde se encontraba, a un lado del camino vio a una niña que tenía una muñeca en sus brazos, acariciándola. No vio a ningún adulto cerca de ella, por lo que se le acercó saludándola:
- Hola, ¿qué estás sola? – le dijo.
- No, estoy con ella – señalándole su muñeca.
- ¿Ella está bien? – le preguntó el caminante.
- A veces se siente sola, pero ahora al estar conmigo, está bien – le respondió la niña.
- ¿Puedo ayudarte en algo?
- ¿Tú tienes un muñeco? – le preguntó la niña.
- No, pero a veces también me siento solo.
- Ten un muñeco, y al estar contigo, te sentirás bien – le respondió.
A continuación añadió:
- Ella – señalando la muñeca – es como yo. Cuando yo la abrazo ella se siente bien, y yo también. ¿Quieres que te abrace?
- Sí – le respondió.
Se acercó del todo a ella y se abrazaron.
Fue un abrazo que le llegó totalmente al caminante a su parte emocional, haciéndole sentir bien y amado. Cuando se separaron, la miró a sus ojos, y parecía como si todo su ser se elevara junto a una gran luz que irradiaba desde su interior.
A continuación le dijo:
- De donde procedo me han hablado de ti - dijo aquel ser luminoso. Siente lo que has sentido ahora y te encontrarás bien y acompañado.
Quien se encontraba ante ella cerró por unos momentos los ojos, y al volverlos a abrir vio ante él, a la niña, y junto a ella, al niño que se encontró al principio.
- Nunca has estado solo – le dijo la niña.
- Y nosotros siempre hemos estado contigo – añadió el niño.
De repente, oyó como si alguien se le acercara, saliendo de unos matorrales. Era otro caminante como él. Luego giró la cabeza nuevamente para volver a mirar a aquellos niños, y ya no los vio. Estaba solo, y de repente, oyó como si de la nada se le dijera:
- Deja que tu niño interior pueda manifestarse. Abrázalo y te sentirás lleno de amor y bien acompañado. Él entonces, se sentirá comprendido y libre para ser él mismo, tú mismo.
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