Como una nana que nuestra madre puede tararearnos,
así se siente mi alma, balanceándome en su regazo por las manos tiernas y
luminosas de la creación.
Me dejo ir, abandonándome a sus brazos, sabiendo y
sintiendo el Amor que tiene hacia mi ser. Me siento seguro, protegido,
alimentado, respetado y con el espacio necesario para poder hacer según sienta
en mi interior.
Me siento entre los manos de quien me ha creado,
adormeciéndome, reposando de todo lo realizado hasta el presente, para poder
abrir los ojos del corazón nuevamente y juguetear con los utensilios que la
vida me da, a través de mi abandonamiento lleno de confianza y sabedor que todo
lo que necesite me será dado.
Cuando la creación vuelva a dejarme suavemente
sobre la Tierra ,
sabré en todo momento de su presencia en mí y a mi alrededor. ¿Cómo puedo tener
miedo teniendo a mis hermanos de la
Luz a mi lado? ¿Cómo no deleitarme con lo que hago, si la Madre me ha llevado hasta
donde me encuentro en estos momentos? Sólo me queda poner mi atención en mi
presente y disfrutarlo. Mi niño interior no ve más allá de lo que vivo en el
ahora. Sé mi trayectoria, pero este saber no pertenece al presente, sino fruto
de vivir el ahora y aquí en todo momento.
Continuo sintiendo la melodía dulce y amorosa de
mi Madre Divina, acunándome entre sus brazos, y recibiendo las vibraciones de
su pecho al entornar los sonidos de la vigilia amorosa, protectora, hacia su
hijo. Los sonidos celestiales amainan mi ser, abandonándome y confiando
plenamente en quien me ha creado. Son momentos de unicidad con la Fuente de donde procedo.
Tengo los ojos cerrados pero siento y veo, a la
vez, a todos aquellos seres que están conmigo en este estado. Mi niño interior
sonríe y da el consentimiento que todos ellos sean con él. Este es el Hogar
donde pertenezco. Todos los presentes me son familiares y siento un profundo
respeto y unión con cada uno de ellos, llegando cada vez más, aquí donde me
encuentro.
Mis ojos se cierran y dejo que el espacio-tiempo
desaparezcan de mí. Soy Uno en los brazos del Amor. Soy Uno con la Creación.
Me encuentro dentro de un cuerpo, aparentemente
indefenso, pero lo que siento dentro de mí pertenece al verdadero Hogar, del
cual todos pertenecemos.
Hay un coro de Luz susurrando a mi corazón, y yo,
adentrado en los mundos oníricos de mi ensueño, producido por la melodía y el
balanceo de mi Madre, siento mi verdadero Hogar en este espacio donde he ido a
parar. Veo ángeles rodeándome y animándome para recordar al verdadero ser que
soy. Aquí soy uno con ellos, pero cuando mis ojos se abran, me sentiré extraño,
y será entonces, cuando estas vocecitas deberé de recordarlas para saber que mi
presencia en esta vida tiene una finalidad Superior. Mientras, dejo que los
dulces sueños creados por mi plena confianza y dejadez absoluta en los brazos
de la Madre , me
encoraje para cuando viva los momentos de desconcierto que se produzcan a mi
alrededor.
Sonrío y juego con mis hermanos de la
Luz. Sé quienes son. Sé quien soy, cuando
me encuentro con ellos en momentos como éstos. ¡Ay, qué paz!
La mano celestial mece mi ser, sintiendo la
ternura de su intencionalidad. Soy fuerte. Soy sabio y sé quien soy. Así es
cuando mi ser es uno con el Hogar.
Vivo una realidad dentro de una ilusión. Mi cuerpo
me hace darme cuenta que, donde estoy, no es como yo siento cuando me encuentro
en Casa. Hay una condición humana en mí que enmascara la verdadera
esencia que soy. Con palabras dulces y tiernas, mis hermanos de la Luz me hablan de todo esto.
Con ellos nada temo. Sé que en su momento voy a darme cuenta de todo lo que
viviré, y entonces, ya podré estar con ellos nuevamente, traspasando las
limitaciones de lo humano. ¡Qué susurros! ¡Qué voces! ¡ Cánticos procedentes de
donde soy son interpretados para mí, para recordar que este es mi Hogar, y que
siempre estará, esperando mi regreso con el despertar de la consciencia!
El ronroneo del pecho de mi Madre, relaja mi
espíritu y me lleva más allá de donde me
encuentro. Viajo lejos, cogido de la mano de una gran e intensa Luz que guía
mis pasos. Detrás, toda una corte de seres luminosos, sintiendo su Amor hacia
mi ser. Estoy siendo llevado, y en todo momento, puedo ver otras formas de vida
en otros lugares de lo que conocemos como universo. Amor, sólo siento Amor, y
es este Amor el que se incrusta en cada célula de mi existencia terrenal para
no olvidarla ya jamás.
Durante mi estancia en este planeta, de cuando en
cuando, he ido teniendo instantes de familiaridad con seres que me he
ido encontrando y con situaciones que me han llevado a activar esta esencia
amorosa en mí.
Mi ser, aunque bebé, sabía de su magnitud e
inmensidad. Sabía que algún día esta energía que nos identifica a todos los del
Hogar, la manifestaría aquí en esta dimensión.
Mi cuerpo ha crecido, y continúa siendo mecido en
la cuna celestial de la Madre
de la cual todos pertenecemos. La activación de la unión con la Fuente Creadora de toda vida,
ha hecho, con el tiempo lineal, abrir
mis ojos del corazón y darme cuenta, que aunque parezca que esté muy lejos de
Casa, en el fondo, ahora y aquí, estoy en ella, y que ella, nunca ha estado
lejos de mí, o yo de ella, porque Yo Soy el Hogar, y en todo momento me he encontrado
en él, aunque lo que mis ojos físicos veían no se correspondía con los
recuerdos y sentimientos que tenía cuando no me encontraba en una biología.
¡Qué placidez, ternura, paz y amor cuando nos
dejamos ir en los brazos de quienes somos!
Es entonces, cuando la vida empieza a tener
sentido y todo vuelva a sus cauces. Es entonces, cuando el hijo pródigo
vuelve al Hogar que siempre ha pertenecido.
Amor, sólo existe el Amor.
Sólo hay Amor.
Confía tu vida al verdadero ser que eres, y deja
que todo sea.
Amor atrae Amor. Tú eres Amor, y sólo desde el
Amor, puedes crear felicidad, alegría y obtener la comprensión de tu dimensión
actual.
Entonces, el bebé abre los ojos, ve los de la Madre y sonríe por
reconocerla.
Por todo esto, como hermano del Hogar, deseo lo
mejor para ti, y que el Amor y la
Paz sean en ti.
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