Conocí a Dios. Quedé con él para conocerlo y en el
momento adecuado, nos encontramos. Él se presento y desde entonces, no nos
hemos separado, sintiendo cada vez más intensamente su energía amorosa y cálida
de la protección que el Hogar puede darte.
Puedo afirmar que abrí las puertas de mi corazón
para que pudiera entrar, y desde el momento que le llamé, él me contestó y
aceptó encantado de estar conmigo y pasar mi tiempo actual a mi lado. Quizás
debería decir que conmigo, sintiendo la unicidad entre nosotros.
A lo largo del tiempo nos hemos ido encontrando y
él me hablaba y me recordaba de la importancia de estos momentos. Yo le
escuchaba, y sobre todo, le sentía con gran claridad dentro de mí, en nuestro
espacio más allá de toda limitación.
Hemos recorrido un camino donde mi ser iba
liberando el pasado que había en mí. Me abría las puertas del conocimiento, que
más adelante se convirtió en sabiduría, así como la seguridad conforme donde no
llegaba yo, ahí se encontraba él.
Mi vida hizo un giro absoluto en relación a lo que
fui hasta aquel momento. Sentí como mi alma iba elevándose y él continuaba a mi
lado, alentándome a seguir lo pactado. Eso me lo hizo recordar él, porque en
mis inicios no era consciente del proceso.
No voy a comentar ni detallar cómo es él. No
pienso dedicar espacio para definirlo, porque esto tiene ya su lugar en mi
actividad diaria, y para cada uno puede ser diferente. Ahora, lo que sí quiero
decir, es que la intencionalidad de uno abre las puertas del camino hacia su
divinidad. Al otro lado, allí él se encuentra, esperándoos para cuando os
decidáis ser Uno con él.
Mi vida ya no me pertenece. Sin él yo no soy nada,
porque mi esencia es fruto de su presencia en mí.
Durante años me ha ido hablando y haciendo conocer
otros seres que habitan allí donde se encuentra la Fuente de Toda Vida.
He conocido a Maestros Ascendidos, Arcángeles y
otros seres de Luz, hermanos todos del Hogar del cual pertenezco y todos
pertenecemos.
Una vez me dijo:
-
Tú
serás mi Palabra.
Me concedió el poder de la palabra para transmitir
lo que se me había de instruir y experimentar. Desde entonces, sigo mi camino
anunciando y comunicando los mensajes que voy recibiendo del Hogar y de él
mismo.
Mi corazón me ha llevado a expresar lo que siento
en todo momento, bien a través de la palabra oral, como escrita. Todo es
palabra. Todo es comunicación. Cuando siento que ha llegado el momento de
transmitir o escribir, no estoy solo, y sobre todo últimamente, quien transmite
no soy yo.
Expreso mi interior, Uno con el Hogar, aquello que
me susurran y siento en mi corazón.
Mi vida ha cambiado, aunque mejor sería decir, que
mi interior ha cambiado, recibiendo constantemente la palabra del Hogar. Puedo
estar durmiendo, paseando, corriendo por el monte, planchando, tomándome un té
o incluso viendo la televisión, que cuando siento su llamada, entonces me aquieto para percibir con toda
claridad lo que se me quiere comunicar.
Normalmente no hay palabras, solo sensaciones con
información y estas son descodificadas con una gran nitidez dentro de mi ser.
Cuando las recibo, la mayoría de las veces siento un impulso de expresarlas, y
éstas que estáis leyendo en estos momentos, son algunas de ellas.
Entonces, como en la mayoría de las ocasiones, me
voy al ordenador y dejo que toda la información recibida surja fluyendo a
través de mis dedos, creando las palabras sobre la marcha sobre lo que hay
dentro de mi. Siento dulzura y calidez mientras soy el canal que accedí a ser.
Muchas veces, solo tengo la sensación que transmitir. Mi divinidad me avisa que
algo nuevo debo de plasmar en unas palabras para llegar a todos aquellos, cada
vez más, que las leéis. Entonces me siento ante el ordenador, y dejo que
aquello que tiene que salir de mi interior salga. No pienso. No organizo, solo
dejo que mis dedos, cada vez más rápidos y muchas veces sin mirar a la
pantalla, cerrados, van a buscar la tecla adecuada para que todo tenga sentido
y el mensaje sea transmitido.
La palabra de nuestro interior no pertenece a esta
dimensión. Pertenece a quienes somos realmente, más allá de la terrenalidad que
experimentamos.
No hay un límite cuando permites que el Padre se
exprese a través de ti. Tú solo debes de escuchar a tu corazón y hacer aquello
que te dicte. La vida cambia totalmente. Vives intuitivamente, sin control, con
serenidad y armonía constantes, sintiendo el amor y la paz que representa el
hecho de tú ser tú, de permitir que la divinidad que cada uno es pueda
manifestarse libremente.
Nuestro interior es ilimitado, así como “lo que
es arriba es abajo”, así nuestro interior es expansivo y etérico, libre y
sereno como el universo que vemos. ¡Hay tantas características que podrían
definir nuestro estado interior cuando estamos conectados y sentimos la
unicidad en nosotros!
Llegué a conocer y sentir a Dios después de años
de búsqueda. Las contradicciones de mi entorno, me ayudaron a seguir la
dirección adecuada. Todo consiste en el aprendizaje del día a día.
Incomprensión, soledad, burla, menosprecio a veces, escasez y no dejando de
seguir a la pequeña llama que aún brillaba en mi interior me permitió poder
llegar al cruce tan esperado donde encuentras la señal del camino que te indica
dónde se encuentra Dios. Me adentré en él, y lo que os puedo decir, es que
recibí mucho más de lo que uno podía llegar a pensar.
Ahora vivimos juntos. Somos Uno, y nuestra
convivencia me permite llevar a término aquello que acordé en su momento. Nos
encontramos en diferentes dimensiones, pero con mi tiempo y con él, las
diferencias desaparecen y llegas a actuar y sentir desde la suya que ahora
también es la mía.
Aprendí a expresar mi interior a través de la
palabra. Dentro de nosotros hay una vida intensa esperando ser exteriorizada y
materializada con toda su plenitud.
Cada interior tiene su expresión. El grado del
despertar que uno pueda manifestar permitirá elegir una palabra u otra. A lo
largo de mi proceso, ésta ha ido variando según iba sintiendo y aprendiendo. Si
ahora tuviera que elegir unas palabras para definir aquello que siento, serían:
“¡YO SOY!” (Con todo lo que representan)
Sé que todavía estoy subiendo nuevos peldaños en
mi proceso, y estos me llevan cada vez más a la pureza de mi ser.
- Padre, que pueda sentir la voz de mi corazón,
tu voz, tu esencia, tu amor para que pueda expresar con mi biología y condición
tu presencia aquí en la Tierra. Que
se haga tu Voluntad en mí.
Que el Amor y la Paz sean en todos vosotros.
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