Y así fue como el lánguido instante de la esperanza me esperaba un paso más allá del mío para alentar a mi fortaleza no dejando espacio para el desaliento. Así fue como algo aparentemente ajeno en mí, me indicó el camino a seguir hasta el reposo de la liberación de mi ser a las manos de quien me creó.
Avanzaba sin dejar tiempo para el lloriqueo o murmullo de
la lentitud, también aparente, de mi sendero. Me sentía atraído por una
dirección según mi corazón. No sabía, sencillamente sentía que debía de
continuar según mi interior me dictaba. Así llegué donde llegué.
Seguí los cauces de mi río existencial. En algún momento
debía de aparecer el agua de la vida que daría sentido a todo lo que había
hecho hasta el momento. Durante años vivía situaciones que sólo mi corazón
sabía qué hacer. Su voz era fuerte y clara, y allí donde yo no podía escuchar,
una fuerza sutil me empujaba a la toma de unas decisiones concretas. Al final,
me daba cuenta, aunque no siempre, que lo realizado era lo correcto. Sin más.
La vereda del corazón es nítida, clara, directa y
sencilla. Allí donde yo no podía llegar,
algo como ajeno a mí, me guiaba para la mejor decisión a tomar. Muchas veces
era vivir lo que se encontraba ante mí, mientras que otras, sencillamente,
dejarlo de lado y proseguir con mis pasos.
Me encuentro en la cima del último peldaño que he
llegado. Veo la inmensidad de la creación, sintiendo la fuerza del verdadero
ser que somos. La brisa desde lo más alto acaricia todo mi ser, sintiendo el
silbido de la purificación en mí, así como la presencia del proceso seguido
para sentir en mi interior la divinidad manifestada. Cuando se siente, todo es.
Nada sobra.
Ahora me encuentro en medio de este estado viendo la
extensión del paisaje que se divisa ante mí. Una sensación de bienestar
inmenso, abrazado por el Amor del cual fui creado.
Más allá, también me veo. Estoy aquí, allí y ahí donde mi
consciencia y visión interior puedan llegar a estar.
Veo como seres de luz van llegando donde me encuentro.
Seres de apariencia angelical, tal como conocemos a los ángeles, y otras
luminosidades van descendiendo allí donde me encuentro en estos momentos.
Juntos, en el silencio y con un gran abrazo
multitudinario que abarca a todos los que hemos asistido a la cima de mi estado.
Siento su amor y sus presencias activan la familiaridad del Hogar manifestado.
Soy parte de ellos y ellos de mí. Otras entidades de luz también van
apareciendo entre todos nosotros. Seres de una vibración superior, acogiendo mi
ser como si fuera una pieza de gran valor para la consecución de la Voluntad
Superior.
Aquí con ellos soy uno más. No hay distinción entre
nosotros. Mi biología pudiera ser la gran diferencia, pero no es así. Mi
esencia es una con las suyas. Somos seres, todos, emanados de una intencionalidad
del amor. Mi cuerpo refleja el envoltorio para moverme por esta dimensión, pero
estos encuentros con el Hogar, el cuerpo desaparece, siendo Uno y parejo, con
todas las presencias de la Luz que me rodean.
Lo que siento es de una gran plenitud y bienestar.
Sientes un Amor más allá de lo conocido, donde la plena Unicidad, comprensión,
seguridad, protección, familiaridad, aceptación, abandono, obertura, Amor,
guía, sabiduría, sencillez, pureza y una Luz que acoge sin deslumbrar te
recuerdan de donde procedes. Cuando esto sientes y otras sensaciones intensas
pero que solo puedas saberlas si las sientes porque no hay palabras que puedan
describirlas; cuando todo esto lo sientes en tu corazón, y en cada rincón de tu
interior, es que te encuentras en el Hogar.
Más allá de nuestra materia hay nuestra realidad, la
esencia de quienes somos, aunque nuestro vehículo actual esconde nuestro
verdadero ser. Abriendo la puerta del corazón podrás llegar a él, a ti.
Entonces sabrás del Camino. Sólo hay Amor. Sólo hay Luz para iluminarte en tu
avanzar. Lo aparente deja de ser, para dar paso a la verdad.
Ellos están aquí contigo y en todo momento que puedas
llegar a necesitar una mano del Hogar. La Familia se reúne y acude cuando uno
de sus miembros necesita su presencia. Abriendo el corazón y expresando tu
intencionalidad de querer reencontrar el camino de vuelta, el Hogar se
manifiesta y te asiste según tu alma necesita.
Escribo desde el Hogar para todas aquellas almas
dispuestas a volver a él. Son los tiempos del retorno. Son los instantes
anunciados que el Maestro vuelva a manifestarse ante el mundo.
Mis palabras son los sentimientos y sensaciones que
experimento día a día con mis hermanos de la Luz. Más allá de mi materia estoy
yo, abriendo mi propio camino para liberar los obstáculos que he ido
arrastrando a lo largo de mis encarnaciones. Ahora, desde el punto donde me
encuentro puedo deciros que todo lo que vivís no es lo que aparenta ser.
Aquello que sentís es lo que se tiene en cuenta y lo que os hace reaccionar y
actuar según sentís. Aquello que os apartó de vuestro camino, no es tal.
Sencillamente se os dio una bendición para vuestra alma. Al aceptarla,
superasteis lo que durante tiempo os negasteis a liberar.
El camino que habéis seguido es el reflejo de las
oportunidades que el Hogar, allí de donde procedéis, os ofrece. Vuestra visión
humana limitó la interpretación del verdadero sentido de lo vivido.
Distorsionasteis la intencionalidad de quien os creó. Malinterpretasteis la
ayuda que se os dio.
Muchos despertasteis y accedisteis a adentraros en la
experiencia de los ofrecimientos. Algunos de vosotros no sabíais bien del por
qué de aquello que vivisteis o todavía os encontráis. Vuestras limitaciones
basadas en el miedo, fruto de la ignorancia existencial, os llevó a cerrar el
corazón y distorsionar la realidad que vivís.
El Hogar está con vosotros y siempre así ha sido, porque
nunca habéis dejado de pertenecer a él. Es ahora, con el cambio de consciencia
en vuestra dimensión, que empezáis a discernir la realidad del sueño.
Vuestros ojos empiezan a abrirse, así como vuestros
corazones y consciencias. Así ha de ser para recordar quienes sois y de donde
procedéis.
Mi amor es Uno con el vuestro. Os rodeo con mis brazos y
os aliento a seguir sin las limitaciones de los miedos. Estos, ya no tienen
cabida en los tiempos actuales. La vida onírica en vuestra condición humana, ha
llegado a su fin. Los tiempos del despertar existencial y del acercamiento con
el Hogar son parte de las prioridades de los tiempos que vivís.
Os esperan nuevas vidas diferentes a la vuestra actual,
pero para llegar a ellas, debéis de finalizar lo que habéis venido a realizar
en vuestra dimensión. Ayudar a elevar las energías de vuestro planeta y vuestro
ser, permitirán dar saltos cuánticos en vuestro ser, activando vuestro ADN para
finalidades divinas en vuestro proceso.
Todo lo vivido así consta en la Gran Voluntad Divina.
No hay un solo ser que se aleje del Hogar y no retorne.
Nosotros os esperamos y os alentamos desde vuestro corazón a seguir el camino
hacia el Amor y la Luz.
Que el Amor y la Paz sean en todos vosotros.
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El Hogar -
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