Voy bajando las escaleras hacia la salida, y a medida que
voy bajando, voy encontrándome con situaciones que me hacen tomar una actitud
de esclarecimiento en diversos aspectos de mi vida, siendo a la vez, parte de
mi integridad y reafirmación.
Me encuentro con aspectos que se ponen ante mí, habiendo
de tomar una decisión de firmeza, sin titubeos. Como pruebas que se me van
presentando, debo de resolverlas para
poder llegar a la salida. Cuando más lo hago, más ligero me siento con una mayor
sensación de seguridad, fuerza y capacidad de saber qué hacer y qué ya no
continuar.
Me dirijo hacia la salida. Sé que estoy yendo en la
dirección adecuada. Sigo los indicadores de mi camino. Sí, me siento liberado
por haber tomado decisiones en relación al camino a seguir. Estoy llevando a
término la misión de mi encarnación, y en estos momentos, bajando las escaleras
de una manera de vivir, me doy cuenta que estas son de bajada, porque una vez
esté fuera, la ascensión será llena de gozo y alegría.
Veo la Luz de la salida. Esta me orienta para continuar
siguiendo los escalones de lo qué será.
Cuanto más bajo, mejor me siento. Cuanto más decidido
estoy, más alegría y bienestar hay en mí.
Llego al hall de la vida que acepté entrar y vivir. Hay
mucha luz fuera de aquí. Mucha. Me dirijo a ella y es tanta la alegría que hay
en mi ser, que me doy cuenta que todo lo que se me está presentando ante mí
está acelerando mi caminar firme y seguro para llevar a término lo que he venido
a hacer en este planeta.
Me paro un momento y siento la intencionalidad divina en
todo lo vivido. Me doy cuenta del sentido de mis experiencias. Mi corazón me
guía y hago en todo momento, aquello que siento en mi interior. Sé que es la
dirección adecuada. Se sabe. No puedo ni quiero luchar contra lo absurdo y lo
incongruente. La locura de lo irreal solo pertenece a aquel que se encuentra
alejado de su alma, viviendo en el dolor de la ignorancia espiritual.
Me siento liberado. “Dejar las cosas claras permite
reafirmar tu integridad y avanzar con más fuerza e intensidad por el sendero de
lo qué has venido a hacer”.
¡Basta! Dejo de bajar más escalones, porque ya he llegado
a la planta de la salida. Continuar como hasta ahora, me llevaría a la
oscuridad de la limitación personal.
Veo como los escalones continúan yendo hacia abajo, muy
abajo. Yo, parado en ellos y con la luz de la salida ante mí, contemplo como la
escalera llega hasta las tinieblas del alma. Veo, también, como alguien intenta
subir después de haber bajado muy hasta el fondo. Se han dado cuenta que no es
necesario, ni quieren, continuar con su pasado. La inercia les ha llevado a
seguir una rutina debido a sus creencias y miedos.
Todo esto sucede en un instante de tiempo. Contemplo la
salida y me dirijo a ella. Rayos del exterior van entrando en este espacio.
Decido salir e ir hacia la Luz.
Estoy justo al umbral de la puerta y me paro. ¡Quiero
sentir! Siento como una voz me dice: “¡Ven!
¡Ven!”. A través de esta especie de neblina medio transparente y blanca, veo
a mis hermanos angelicales y otros seres del Hogar. Doy un paso adelante para
cruzar la puerta y veo feroces entidades provocándome y como atacándome.
Inmediatamente doy un paso atrás. Conecto con aquel quien yo soy, y poco a poco
voy cruzando el umbral de lo “que nos pensamos y lo que es”. Veo que estas
imágenes de oscuridad han sido reflejos de espejos y cristales, donde todo
aquel que quiere dar un paso, da la sensación que al otro lado de la puerta no
deben de ir porque es peligroso. La densidad quiere asustar a todo aquel que
quiera cruzar hacia la luz. Al final, aquel que es decidido lo hará y se dará
cuenta que solo son sus miedos los que le impiden o impedían avanzar y acabar
de dar el paso para llegar a él mismo y el Hogar. Han sido como espejos reflectantes
que querían impedir que las almas sean ellas mismas, y que deben de continuar
con la sensación de incapacidad porque la dualidad pueda alimentarse de estos
miedos y sensaciones de baja vibración para poder subsistir. Todo y así, cada
vez veo más seres que cruzan la puerta. Aquí no es como nos han dicho estando
al otro lado, dentro de aquel edificio, de nombre vida actual.
Aquí donde me encuentro ahora no hay baja vibración, todo
es gozo y alegría para continuar el camino. Aquí no hay limitación. Aquí sentimos
nuestra verdadera naturaleza, nuestra fuerza y el amor que somos y hemos sido
en todo momento, pero que ahora, después de los pasos dados en nuestro camino,
hemos conseguido darnos cuenta que nada era, que nosotros no éramos como nos
han hecho creer, y que aquel quien yo soy,
nada tiene que ver con aquel quien me pensaba que era.
Aquí todo es claro y puro. Todo es sinceridad y sabiduría
manifestada en nuestras decisiones. No hay duda, temor, ni nada de esto.
Giro la cabeza mirando atrás y veo como otros seres, en cuentagotas, van cruzando también la
puerta de quienes no éramos. Yo los miro y les hago una sonrisa. Ellos también
se sienten más ligeros y diferentes a momentos anteriores. Todos, una vez
cruzado el umbral del sueño, se dirigen a diferentes direcciones de la luz. Es
como si seres de este lado les estuvieran esperando, y quien llega, reconoce
contento, a aquellos que se han comunicado con él mientras vivían en una
dimensión de la materia.
Hay seres de Luz de todo tipo, y cada uno reconoce a los
que le ayudarán y trabajarán juntos a partir de ahora.
Veo a algunos que quieren travesar la puerta pero se
asustan y vuelven atrás. Incluso hay quien vuelve a las escaleras y las
continúa bajando pensando que este no era su planta. Todo sigue su curso. Cada
ser que llega a esta planta baja, actúa según siente y el proceso en que se
encuentra.
Lo observo con una sensación de plena aceptación por mi
parte de aquellos que veo que vuelven atrás o continúan descendiendo, ahora un
escalón, ahora otro, ahora uno, ahora…… Es una sensación de pleno amor hacia
todos aquellos que todavía no tienen la fuerza necesaria, y la consciencia
adecuada para darse cuenta que solo son miedos infundados, lo que limita su
avance. Lo contemplo desde la serenidad, como un simple observador, sintiendo
que aquello que veo es lo adecuado para su alma.
Hago una sonrisa
al sentir conforme todo está en perfecto orden. Vuelvo a girar la cabeza hacia
adelante y veo a aquellos que han esperado mi venida y ahora están aquí
conmigo.
Veo que me sonríen.
-
¡Vamos! – les digo, poniéndome a andar.
Mientras nos estamos adentrando cada vez más en esta Luz,
les pregunto:
-
¿Y ahora qué?
-
Es la hora de tu Voluntad Unificada – me
responden.
-
¿”Unificada?”, ¿con quién?
-
Con aquel
quien tú eres – me responden.
Me
pongo a llorar por la emoción sentida y continúo avanzando con ellos, juntos,
sintiendo el amor puro e incondicional de aquel
quien yo soy.
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