El
tiempo pasa, viviendo el presente intensamente, cuando nos encontramos y
creamos este espacio donde parece que solo la verdadera esencia que somos tiene
cabida.
Esta
vez nos habla de la sanación y de una visión de la vida, más allá de lo establecido. Parece como si
viviera ajeno a lo que le rodea, pero nada más lejos de la realidad. Un ser
lleno de claridad, sosiego y serenidad.
Para
todos vosotros, he aquí un nuevo encuentro con David:
-
¡Hola David!
-
¡Hola! – me responde.
-
Hoy me gustaría ahondar sobre la sanación.
Él,
como impasible pero abierto y dispuesto a responder a mis preguntas, asiente
con la cabeza, a la vez que expresa:
-
Bien.
-
Me gustaría que nos dijeras cómo ves tú el tema de la sanación. Nos
encontramos en un período donde parece que cada vez hay más sanadores y
personas que se interesan en el campo de la energía. ¿Qué nos dirías al
respecto?
-
Las distancias entre el Cielo y la Tierra cada vez son menores. La
barrera que había en su momento para poder conectar con los Seres de otras
dimensiones se ha desvanecido. Ahora, se ha abierto una gran puerta, para poder
cada uno de los que estamos encarnados, adentrarnos y profundizar en un aspecto
de nuestro potencial que siempre hemos tenido. Es la capacidad de poder
comprender y aplicar la energía que somos y habita en el universo. La sanación
es la capacidad de usar esta energía y aplicarla para establecer el equilibrio
en aquello que se encuentra inestable, o alejado de su esencia. Sanación es
sinónimo de Equilibrio, de hacer que aquello que se encontraba alejado de su
verdadera naturaleza, vuelva a encontrarla.
-
¿Por qué se sana? – le pregunto.
-
La sanación no es producida por quien pone su intencionalidad en que
así sea. La sanación se produce por volver a activar al verdadero ser que hay
dentro de cada uno. Sanar es conectar con la Divinidad que cada uno es. Cuando
ésta interviene, se produce la sanación, siendo ésta, a nivel no solo físico,
sino también emocional o mental. Una sanación es volver a la estabilidad de
nuestro ser.
-
Entonces, toda sanación es una intervención divina – intervengo.
-
Así es. No es el ser humano quien realiza la sanación, sino la
divinidad de este ser, activando la divinidad de quien recibe este amor.
-
¿Sanación es Amor?
-
Sí. Así ha sido siempre. Cuando el Amor hace presencia, todo se
armoniza. Nuestra existencia es la manifestación del Amor. Nuestro sentido de
vida está unido a la Intencionalidad Divina, y esta Divinidad Superior, es la
que da sentido, a la vez, a nuestra presencia en esta dimensión. Cuando nuestro
ser, manifiesta el Amor que somos, entonces, es cuando nos podemos preparar
para ver los milagros y las sanaciones en la vida.
-
Entonces, no sanamos “nosotros”.
-
Es la más alta vibración manifestada en cada uno, quien interviene para
la armonización.
-
¿Entonces?...
-
….no somos nosotros quienes sanamos, sino Dios en cada uno.
-
¿Y el papel de los canales?
Después de una pequeña
pausa, responde:
-
El agua de un río necesita de unos márgenes para poder llegar a su
final. Así seríamos nosotros en la sanación: este espacio para que el agua
pueda seguir su curso hasta allí donde deba de llegar. Quien dice el agua, dice
la energía, el Amor. Sería como un indicador por donde debe de pasar. Cuando
más puro es el canal, más caudal puede llevar y regar más regadíos por allí
donde pase. Es mostrar el camino para estabilizar la situación que nos podamos
encontrar o al ser necesitado de estabilidad. El grado de pureza está
relacionado con lo que hace un tiempo se denomina el despertar y el recordar del ser. Este despertar y recordar
conlleva a la manifestación de Dios en nosotros. Nuestra divinidad libera los
“obstáculos” del ser para que pueda fluir y estabilizar su situación. (Silencio
para luego continuar:) Es su Amor en él quien estabiliza su vida, su
desequilibrio o alejamiento de su alma. Quien sana es debido a una intervención
divina, como antes he dicho. La sanación no es fruto del ser humano, sino del
ser divino en cada uno.
-
¿Los canales serían como interruptores para poner luz?
-
Algo parecido. El Amor existe, pero no todos encuentran este
interruptor. Nosotros, cada uno de nosotros, seríamos este interruptor para
nosotros mismos y los demás. Nuestra presencia pone al alcance del necesitado
la posibilidad de iluminar su situación.
-
Pero no siempre se producen las sanaciones – añado.
-
Cierto. Tú puedes tener una muy buena y perfecta instalación, pero hay
que respetar el libre albedrío. Éste está en consonancia con el proceso del
alma. (Pausa). El camino a seguir por cada una, depende del aprendizaje a
realizar para su evolución. (Pausa corta). Para que la sanación se produzca,
debe de cumplirse dos requisitos: el primero es que aquel quien podíamos
denominar “paciente”, esté preparado para recibirla, y segundo, quien hace de
transmisor, el canal.
-
Entonces, ¿la divinidad no tiene plena libertad para manifestarse?
-
Ha, ha, ha – se ríe diciendo: El Amor siempre está. Cuando conectamos
con aquel quienes somos, el Amor fluye. Nosotros somos divinidad. Somos parte
de Dios, así como una gota de agua es parte del mar, y cada una de ellas
contiene la misma esencia del mar u océano al que pertenece. Tú bien sabes que
cada gota es igual a las demás. Todas llevan la misma esencia. Cada gota es la
representación del mar allí donde se encuentre. Así, de alguna manera, también
nosotros somos Dios.
Después de un silencio un
poco largo, continúa diciendo:
-
El Amor es la más alta manifestación del ser. Tú eres Amor, y el Amor
siempre tiende al equilibrio. Tú puedes Amar, pero no obstaculizar el camino
hacia la sanación del otro. La Consciencia despierta sabe cuando intervenir o
no, y este momento implica a las dos partes un aprendizaje en sus respectivos
caminos.
-
Entonces, el sanar o no, depende de uno mismo.
-
¡Exacto!- dice. ¿Estás preparado para sanar? ¿Estás dispuesto a liberar
parte de tu pasado y querer aceptar el motivo por el cual has llegado hasta
este punto?
Hace una nueva pausa, para
concluir:
-
La sanación no depende exclusivamente del canal, sino de la preparación
y disposición de quien la desea. No todos están dispuestos a aceptarla. Muchos
– dice con una expresión como de tristeza - son los que la desean, pero en el
fondo, solo quieren mejorar. Eso es el libre albedrío.
-
Personalmente he podido constatar tus palabras – le digo. Precisamente,
los que más se quejan y lamentan, son los que más resistencias tienen al
cambio, a dar pasos hacia su bienestar.
Después de una pequeña
pausa, continúo diciendo:
-
A veces tengo la sensación que no quieres hablar, como si ya estuviera
todo dicho – le digo al percibir su estado y energía.
-
Como dirías, Jordi, lo que uno puede querer saber, se encuentra en su
interior. Las palabras, entiendo la utilidad de su presencia, pero no siempre
son escuchadas. (Pausa). Lo más importante se encuentra dentro de uno mismo.
Solo hay que ir a su interior y sabrán de ellos mismos. Este es el camino del
recordar. Allí encontrarán el Amor que son y el camino de su alma.
-
Sé que eres de pocas palabras, pero hay quien todavía necesita de ellas
para encender el interruptor de su camino.
-
Sí, es cierto en estos momentos – me responde.
-
A pesar de todo, ¿hay algo más que quieras añadir al encuentro de hoy?
Me mira y me sonríe, como
queriendo decir: ¿no he hablado bastante
ya hoy? Luego hace una respiración y con su expresión de paz y serenidad,
acaba diciendo:
-
Todos somos sanadores y
sanados por nosotros mismos.
-
Gracias nuevamente por tus palabras y por permitir que éstas puedan ser
leídas a través de las redes sociales. Gracias.
Finalizamos la conversación
dejando que el silencio y las energías de su ser y los que nos rodean nos
abracen, sintiendo – como dijo David anteriormente – aquel quien somos.
Que el Amor y la Paz sean en
todos vosotros.
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