Cuando un ser encarnado hace de su vida un estado constante de servicio
a la humanidad, se encuentra a menudo, en situaciones donde su sensibilidad
puede verse alterada.
Hace poco, hablando con alguien lleno de luz, y ayudando a los demás de
una manera consciente, me decía que sentía lo que sufrían ciertas personas que
se le acercaban, y que su instinto inicial era el de ayudarles o hacer algo por
ellos. Se sentía mal al percibir el dolor que estos seres sentían en su
interior. Preocupada por este hecho y por compartir lo que estaba sintiendo, me
llamó.
Estuvimos hablando al respecto, explicándome el malestar que sentía y
que quería hacer algo para ayudar a alguien en concreto. Es como si hubiese una
necesidad de dar pasos para solucionar y apaciguar el sufrimiento del otro.
Se llega a un grado de sensibilidad y percepción al adentrarse en el
sendero hacia la conexión de la propia divinidad, que los conocidos como
“dones” (todos los tenemos y podemos activarlos para manifestarlos), son cada
vez más manifiestos. Percibimos más. Nos damos cuenta de más cosas no superfluas,
y las sensaciones extrasensoriales e intuitivas también van a más. Esto hace
que se capte con más claridad y nitidez las energías que nos rodean, incluyendo
la de las personas que se nos acercan para que les demos una mano en su camino.
Querer ayudar a todos los necesitados, y querer abarcar y llegar a
todos, hace que puedas llegar a desesperarte porque por más que hagas, no hay
manera de hacer que la otra persona pueda alejar su dolor de ella, o el de
todos.
Me gustaría comentar esta situación, que aparece a menudo en alguien
que quiere ayudar a los demás partiendo de su consciencia y su capacidad de
conexión energética que puede llegar a tener.
Somos como una fuente en un camino. La fuente está ahí. Quieta.
Emanando el alimento para saciar la sed del caminante que cruce por delante de
ella. La fuente está ahí paciente, estando sencillamente para que cuando
alguien pueda llegar a necesitarla, se le acerque y beba de ella. Toda
contenta, la fuente dejará fluir su agua pura, fresca y cristalina para aquel
que se predisponga a saciar su sed de liberación y sanación.
¿Os imagináis una fuente que va detrás de los caminantes preguntándoles
si quieren beber de ella? ¿Os imagináis querer dar de beber a todos los que
pasan a la vez ante ella? ¡Vaya desesperación de la fuente!
¿Qué función tiene la fuente? Estar para cuando alguien la necesite
pueda beber de ella. Sin más. Una fuente consciente es sabedora de su papel, y
por lo tanto no irá detrás de todos los que se le crucen por delante de ella
para decirles que tiene agua que les va a ir muy bien para su camino. ¡Los
viajeros ya la ven! ¡Ya lo saben!
A veces vemos o sentimos que
alguien está muy cansado ante la vida o
que tiene ciertos bloqueos, miedos, resistencias o entidades de baja vibración
dentro de él. El ser despierto al servicio de la Fuente Superior se da cuenta
de todo esto, e incluso más. ¿Realmente todos quieren o necesitan beber de tu
agua? Existe el libre albedrío, y a veces debemos de recordar el gran papel que
está ejerciendo en el sendero del no despertar de los demás. Una situación que
nos hace sentir mal, porque la sentimos en nosotros de la otra persona, no debe
de ser eliminada, sin más, a la primera. ¿Os habéis preguntado alguna vez por
qué experimentamos lo que vivimos en el día a día?
No tenemos que vivir con el dolor o malestar en nuestro interior, pero
si accedemos a compartir nuestra vida, o parte de ella con él, tiene un sentido
superior relacionado con nuestra alma. No es necesario el sufrimiento, pero si
así sucede, éste puede acelerar nuestro proceso de sanación.
Cuando sufrimos, se activan todas las defensas de nuestro ser, y todos
los mecanismos de acción para que podamos aprender de lo vivido y entender el
por qué lo hemos creado en nuestra vida. Sufrir nos puede llegar a empujar
hacia nuestro proceso de recordar y de conectar con el verdadero ser que somos.
Hay que respetar la situación de cada uno. Existe el libre albedrío que
es la capacidad de decidir, aceptar o hacer aquello que queremos en nuestra
vida. No siempre podemos elegir lo que vivimos, pero sí el cómo vivirlo. Esta
es nuestra gran capacidad de crear una cualidad de vida en nuestra vida u otra.
Podemos resistirnos y negar el malestar, y entonces potenciaremos todavía más
esta situación; o podemos hacerle frente, conocerlo y aprender de él.
Cuando queremos intervenir sin que la persona nos haya dado su
consentimiento o no esté preparada para dar los pasos hacia su liberación,
estaremos siendo un intruso en su libre albedrío, en su vida, al no respetar su
Voluntad Superior. Puede sabernos mal que alguien sufra, pero a veces, es
beneficioso para su alma. Cuando se está preparado, uno da los pasos para que
así sea. Pide ayuda y acepta esta ayuda, dando él, los pasos que le corresponden
exclusivamente a él. No podemos andar por el otro. No podemos alimentarnos por
el otro. Cada viajero necesita su dosis de alimento para el viaje que ha
elegido. No todos necesitan lo mismo, ni la misma cantidad de agua para saciar
su sed de bienestar y amor.
Los grandes maestros de la historia, no se ofrecían altruísticamente
para aliviar el sufrimiento de los demás si ellos no se predisponían que así
sea, acercándose y dejando que su presencia, la del ser al servicio de la
humanidad, hiciese lo que tuviere que hacer. Todo y así, hay una parte, y más
en los tiempos actuales donde la energía crística está abriendo las puertas
para que cada uno pueda ser su propio liberador, sanador y cocinero en su
camino hacia él mismo.
Interferir en el sendero del otro, queriéndole aliviar el peso de su
pasado, sin más, sin ninguna aportación de su parte, no le hacemos ningún bien.
Cuando la víctima se siente víctima y quiere continuar siendo víctima, no hay
ayuda posible hasta que quiera dejar este papel y hacerse cargo de su vida. Hay
que responsabilizarse de lo que uno crea, decide y hace. Cada uno es
responsable de su vida.
Ayudarle a andar, pudiendo él mismo valerse por sí solo pero no querer
porque es más cómodo que otro ande por él o le solucione su situación o vida,
es negarse a ella y anularse uno mismo. Perder el empoderamiento que hay en
nuestro interior y no aportar lo que solo nosotros podemos aportar para nuestro
despertar o avance, hace que el bloqueo que representa nuestra situación se
potencie y nos ahoguemos más en un pasado basado en la dualidad.
Si alguien quiere vivir un precioso día que nos espera, una vez
despiertos, debemos de levantarnos y adentrarnos en la nueva jornada llena de
bendiciones.
Hay muchas personas que nos comentan su situación. Nuestro impulso
puede ser el hacer algo por ellas, sin darnos cuenta que no siempre está de
nuestra mano poder ayudar a todos los que nos lo piden. Las situaciones son
desesperantes. Cierto, pero siempre hay LA
SALIDA de ellas. Ellos deben de responsabilizarse de lo que viven, y no
siempre es así. Para ellos, a veces lo mejor es escucharlos sin más, porque no
están preparados para su sanación y cuando puedes llegar a comentarles que
deben de poner de su parte, enfatizan todavía más, su papel de víctima y
rehúsan dar este paso adelante de responsabilidad. Mi experiencia es que no
todos quieren sanar y alejar el dolor de sus vidas. Muchos solo quieren mejorar.
Ante esta situación, para que su aprendizaje sea lo pactado antes de su
encarnación actual, es por nuestra parte, el tener presente que no podemos
intervenir en el libre albedrío. Ellos están decidiendo que quieren continuar
así. Nos puede doler, pero debemos de aceptar su decisión.
Una de las lecciones que tuve que poner más de mi parte en mi camino de
servicio, es aceptar que la otra persona quisiera vivir en el dolor y el pleno
malestar en su vida, sin querer hacer nada para cambiar. Sabía que el mundo de
la Luz también estaba con ella.
Estos seres me enseñaron a AMAR incondicionalmente, aceptándolos tal
como son, sintiendo, a la vez en mi interior, que su decisión les elevaría su
alma para hacer las paces en esta vida.
Desde mi corazón para todos ellos y para los seres de servicio a los
demás, que el Amor, la Paz y la Aceptación sean en todos vosotros.
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