jueves, 22 de mayo de 2014

Meditación

Hay algo que coinciden la mayoría de los seres que ya se encuentran en su camino de recordar cada vez más: la importancia de ir a nuestro interior. Cuando esto sucede, tu misión empieza a aparecer ante ti, indicándote el camino a partir de ahora. El buscar y buscar qué he venido a hacer en esta vida actual, deja de producirse porque llega el día que llaman a tu puerta y lo esperado aparece.
El camino no siempre es el mismo para todos. Nuestras almas necesitan el alimento adecuado para poder continuar con el sendero de la evolución. Este no siempre procede de nuestro exterior, y por lo tanto, hay una puerta en nosotros que nos lleva al pleno recordar y a la materialización de lo qué hemos venido a hacer.
Durante decenios nos han hablado de la meditación para cruzar el umbral de esta puerta y adentrarnos a aquel quien somos. En un principio encontramos un poco de desorden y motas de polvo, pensando que le iría bien hacer limpieza. A medida que la vamos haciendo nuestro ser va cambiando, y nosotros, el ser encarnado, nos vamos dando cuenta que la vida no es tal como nos la han comentado.
En esto coincidimos todos los seres que en su momento se encontraron ante esta puerta. Si quieres llegar a ti, debes de adentrarte en tu interior y encontrarte. Luego, aprende de lo que veas, y sobre todo, ámate cuando te encuentres ante ti. Nuevas puertas están esperando a ser abiertas, pero primero debes de dar los pasos iniciales para liberar lo que hasta ahora no te ha permitido darte cuenta que existías. Estás en tu interior, y te llevas contigo mismo, allí donde vayas. Es como un bebé a cuestas que va allí donde su madre o su padre van. No lo puedes ignorar, porque el desamparo puede marcarte durante muchos años.
Eso es lo que ha pasado con el humano que siente la brisa del cambio en su vida y se predispone a emprender la mayor aventura jamás imaginada: el camino hacia él mismo.
Hasta ahora, nadie se ha arrepentido, y todos quieren profundizar más en este camino que tantas puertas van apareciendo, y que al cruzarlas, sentimos más liberación y bienestar. El amor se hace un hueco en nosotros y nuestro cuerpo y materia salen beneficiados.
La meditación es una puerta que puede llevarte a tu interior. Una alfombra extendida que te invita a conocer el silencio de aquel quien eres. En él, vas a empezar a sentir, y es este sentir, parte del tesoro de hacer meditación.
Los tiempos han cambiado y las energías ya no son las mismas en nuestro amado planeta, y por lo tanto, todos los seres que lo habitamos, de alguna manera, tampoco somos los mismos debido a la influencia de las nuevas energías que nos rodean y emanan de la Tierra.
Nuestras consciencias no son las mismas, y por tanto, el ir a nuestro interior, cada vez se hace más necesario para encontrar la paz y el equilibrio en nuestro proceso. Ir a en busca de aquel quien somos, conlleva adentrarnos en nosotros mismos y encontrarnos con nuestro verdadero ser. Lo reconoceréis porque éste no lleva disfraz, ni se excusa, ni quiere tener razón, ni os quiere convencer. Lo encontraréis en la quietud y el silencio. Una vez sintáis este silencio y el vacío en nosotros, entonces habréis dejado el espacio para que aparezca. Él no tiene cabida en medio de vuestra cháchara mental y egos escondidos detrás de vuestros pensamientos.
Cuando crucéis la puerta hacia vuestro interior, cuando traveséis el umbral de lo externo a lo interno, entonces, empezaréis a saber la Verdad de aquel quien sois.
Antes he dicho que la meditación es una puerta que os lleva a vosotros y más allá de vuestra presencia física.
Durante muchos decenios, parecía que solo había un tipo de meditación. Su imagen, estereotipada, daba la sensación conforme sólo de esta manera podríamos aprender a meditar para llegar a nosotros.
Como ya he dicho antes, los tiempos están cambiando, y lo que fue, o la manera de cómo fue, ya no tiene porque ser ahora. En estos tiempos, ahora, todo es más sencillo y simple.
Es cierto que continúa teniendo cierta vigencia estas posturas y preparación externa (cómo vestimos, descalzarnos, ciertos gestos o decoración ambiental,….), pero debido a la simpleza y sencillez del encuentro con nosotros mismos, ya no se requiere ciertos hábitos como hasta ahora.
¿Sabéis? Lo más importante somos nosotros, y nosotros somos nuestra esencia, y nuestra esencia es amorosa. El recordar y conectar con nuestra esencia nos llevará a la manifestación de quienes somos en Verdad, y cuando esto sucede, la divinidad en nosotros se manifiesta.
Debes de encontrarte cómodo y dispuesto a ir a tu interior. Lo demás sólo son aspectos de la materia que no deben de confundirnos al querer hacer meditación. Cuando meditamos, entramos en contacto con Dios, con nosotros mismos, y son momentos donde ÉL nos puede abrazar y transmitirnos su Amor, su Plenitud. ¿Pero sabéis qué? ÉL no es algo de fuera, sino aquel quien nosotros somos, nuestro verdadero ser. Cuando nos encontramos, encontramos a Dios. Cuando conectamos con nosotros mismos, encontramos y conectamos con Dios, porque nosotros somos divinidad.
Para llegar a nosotros, solo se necesita quererlo y avanzar. Solo te necesitas a ti mismo. Nada más. La música, los inciensos, las velas, solo son mecanismos para “el principiante testarudo”, y así empezar a romper las barreras del ruido, el movimiento y el desconcierto.
Solo te necesitas a ti mismo.
Ante estas palabras y lo dicho, puedes hacer meditación allí donde te encuentres y vayas. Meditar es sentirse uno mismo y dejarse llevar por tu esencia. Es sentir la presencia del Padre en uno mismo, siendo Padre e Hijo, UNO. Puedes conectar planchando, andando, conduciendo, cocinando, sentado al sofá, estirado en la cama, haciendo deporte, porque con aquel quien debes de estar y conectar eres tú.
Meditación no son posturas y un ambiente en concreto. Meditación es estar con tu Divinidad, y ésta no es materia. Estamos acostumbrados a ella, y muy enraizados durante muchos años, pero debemos dejar de engañarnos al pensar que es necesaria para nuestro proceso. Sí que nos puede ayudar en un principio, pero para estar contigo, no necesitas nada de todo esto.
¿Has probado de sentir la paz y el sosiego haciendo alguna de tus labores diarias? Seguro que hay alguna que te agrada y te permite estar solo contigo mismo. Te desconectas de tu rutina.
Sea como fuere, recomiendo la meditación porque es una puerta que nos lleva más allá de nuestro presente.
Meditación es sentir aquel quien eres.
Meditación es sentir la Divinidad que eres.
Meditación es una puerta al autoconocimiento.
Meditación es Recordar el verdadero ser que eres.
¡Tú eres Dios! ¿Te has sentido?
 
Para llegar a uno mismo, solo se necesita predisposición y querer sentir el Amor en nuestro interior. Cuanto más lo sintáis, más os daréis cuenta del sentido de la vida y lo que habéis venido a hacer, habiendo dado ya, probablemente, algunos pasos para realizar vuestra parte de la Intencionalidad Divina de la cual todos formamos parte.
Meditar es una puerta a la liberación de tu alma.
 
Que el Amor y la Paz sean en todos vosotros.
 

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