Siento el silencio en mí.
Siento la serenidad en mi
interior apaciguada por una suave melodía que acompaña mi estado interior. Soy.
Sencillamente soy.
Veo el águila volar desde lo
más alto, planeando por la cima de las montañas, dejándose ir, siendo
acariciada por las brisas ascendentes que permiten elevarte, sencillamente
siendo tú. Su plumaje es peinado por la sutileza del fluir con las alas
abiertas y deleitándose viendo todo el paisaje que se extiende bajo ella hasta
perderse en el horizonte.
Desde aquí arriba sientes la
belleza de la creación, la guía del silencio y tu presencia en medio de todo lo
existente. No piensas, solo mantienes este estado de unicidad con todo lo
existente y puedes ver. Tienes tu espacio. Tienes un lugar, como cada uno tiene
el suyo. Todos se complementan y se expanden a la vez. Hay un gran respecto por
lo creado. Yo Soy parte de esta Creación, y como fuente de vida para todos los
que me rodean.
Nuestra águila continúa
manteniendo sus alas extendidas, sintiendo la guía de su ahora. Se desliza y
juega suavemente con los cambios de aire producidos por la presencia del
sol. Se eleva. Desciende y planea con
toda su majestuosidad. Disfruta con su espacio y su característica de poder
volar.
Sencillamente está.
Una sensación de infinidad,
de expansión y ser parte de aquel lugar, la visión a través del águila hace que
pueda sentir la inmensidad de mi interior, donde la materia desaparece y solo
sientes la esencia que realmente eres. Pura paz. Pura fuerza, capaz de llevar a
término aquello que sientes en tu corazón, sabiendo que esto que sientes
procede de la Divinidad que eres, del universo en ti.
De cuando en cuando me acerco
a un abismo. Dejo que mis plumas reposen y contemplo la belleza de la Creación
hecha para mí, y que mis ojos pueden percibir y sentir en lo más profundo de mi
esencia, sintiendo el agradecimiento por poder estar aquí donde estoy y darme
cuenta de la unicidad que hay en todo mi amado planeta y más allá de él.
Siento la presencia de todas
las energías de donde procedemos y mi ser se emociona por poder sentir tanto
amor procedente del Hogar hacia mí. Contemplo la altura que me encuentro a
través de la visión de mi hermana (el águila). Todo lo que puedo llegar a
necesitar lo tengo ante mí. Mi alimento siempre es el adecuado según necesita
mi alma y poder seguir el curso del
sentido por el cual estoy aquí en este presente.
La placidez de mi presente me
impulsa a elevarme nuevamente y continuar con el vuelo sintiendo la conexión
celestial. Desde aquí, la visión es clara, más allá de toda creencia existente,
pura, sin ninguna interferencia, porque es tu verdadera esencia quien llena tu
espacio interior y te guía hacia las nuevas oportunidades para que la Tierra
llegue a ser una nueva morada del Cielo.
Cielo y Tierra así lo
pactaron, y el águila nos lo está transmitiendo constantemente con su
presencia. Nos advierte de nuevos tiempos donde lo racional dejará paso a lo intuitivo,
el Sentir. El águila vive sintiendo. No piensa, solo actúa según siente en su
corazón.
Alma de la altura, de las
cimas de todo proceso que nos invita a los encarnados también a volar y a ver
la tierra desde las alturas del corazón. Cuando empezamos a sentir la melodía
del silencio y de aquel quienes somos, entonces, nuestras alas empiezan a
desplegarse para, después, poder darnos el impulso y planear por la inmensidad
del vacío, sintiendo la plenitud de nuestro verdadero Hogar y despertar al Gran Ser que cada uno es.
Entonces, todo será posible.
Que el Amor y la Paz sean en
cada uno de vosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario