-
Maestro, ¿qué es la pureza? – preguntó un
discípulo a su mentor.
-
Tu esencia y la mía es la misma. No hay
diferencia entre tú y yo.
-
Sí, maestro – interrumpió el joven. Tiene más
experiencia que yo –señalándole con un dedo.
-
Desde la mente podemos encontrar todas las
diferencias posibles según nuestra visión, pero desde el corazón, tú y yo
estamos unidos creando una Unicidad. No
hay diferencia entre tú y yo.
-
¿Estas palabras, qué tienen que ver con la
pureza? Porque no lo entiendo – añadió el discípulo.
-
¿Qué es la pureza para ti? – preguntó el viejo
sabio.
Después de un breve silencio,
contestó:
-
Hacerlo todo muy sencillo.
-
¿Qué es lo que te permite hacerlo sencillo?
Después de otra pequeña pausa,
respondió:
-
Mostrarte tal como eres.
-
¿Qué es lo que hace que cada vez puedas
mostrarte más como eres?
El joven volvió a guardar silencio
por unos momentos, y a continuación dijo:
-
El hecho de saber quién eres. El recordar
quienes somos. Cuando más sepamos de nosotros, de nuestra esencia, más nos
mostraremos tal como somos.
El maestro asintió con la cabeza
haciéndole una sonrisa de conformidad.
A continuación, mirando fija y
cálidamente a los ojos de su discípulo, el venerable le dijo:
-
La pureza es
la manifestación de tu Divinidad.
A continuación, el joven se quedó
pensativo en relación a la respuesta recibida. Al cabo de unos segundos hizo
una sonrisa, levantando sus ojos hacia su mentor, diciéndole:
-
Gracias maestro. Ahora lo entiendo, sintiéndolo
en mi corazón.
De repente el chico hizo un gesto
con su cabeza de salutación hacia su maestro, siendo correspondido por este. Se
giró y se alejó liberado de su inquietud inicial.
El maestro no dejaba de observarle
mientras sonreía contento por el paso dado por este joven aprendiz de sí mismo.
Pasados unos segundos vio como el
discípulo se giró haciéndole una sonrisa y saludándole con la mano. Después
aceleró su paso, contento de saber el camino hacia la pureza interior y su
manifestación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario