miércoles, 14 de junio de 2023

La ascensión de la Aceptación

 


 Había una vez un alma encarnada. La vida que vivía era según su creación desde su interior.
Una vez, dentro de su proceso, el universo hizo que la actividad que hacía hasta entonces, dejase de hacerla no teniendo ninguna salida en cada propuesta que hacía. Esto hizo darse cuenta a este ser, el hecho de que no era el momento para continuar haciendo lo que hacía. Así que lo aceptó y dejó de proponer para poder hacer su actividad. En algún momento se puso en contacto con alguien para ver la posibilidad de continuar con lo que hacía. Pero nada. Ninguna propuesta recibió de ellos.
Esto hizo que vinieran a su memoria unas imágenes, unos recuerdos conforme su actividad en los últimos tiempos, siempre habían venido solas, sin que él interviniera. Entonces entendió que todo lo que necesitase, le vendría. Aceptó plenamente su situación y dejó de buscar y moverse para poder hacer lo que sentía.
Desde aquel momento todo lo que necesitaba, le llegaba y estaba a su alcance. Dejó de moverse y buscar y buscar para ver dónde ir y hacer. Dejó de moverse hasta que hubiera conseguido lo que quería. Por más que se movía no lo conseguía, en cambio, todo lo que necesitaba, le venía.
La vida nos da todo aquello que necesitamos, no lo que queremos. Para vivir, no es necesario movernos e ir de aquí hacia allá hasta encontrar lo que queremos, porque no siempre lo encontraremos. Nuestra alma empezó a fluir por su vida como no lo había hecho hasta entonces. Entonces, todo lo que necesitaba, e incluso en momentos determinados deseaba, se le concedió.
La vida no es dura ni debes de poner el máximo de tu mismo. Sí que es cierto que debes de poner de tu parte, pero no para conseguir lo que quieres, sino para llegar a sentir y ser aquel quien en verdad eres.  
El éxito y la prosperidad no dependen de hacer y hacer constantemente, cansándose cada vez más, sino en ir a tu interior, sentir tu esencia innata y darte cuenta que la prosperidad tiene una semilla que debe de regarse: el sentirse agradecido por todo lo que tienes, por cada día que vives y por todo lo que se te ofrece y da. Cuando la preocupación de querer y querer desaparece de ti, entonces, es cuando se empieza a dar los pasos para abrir la puerta que siempre hemos tenido ante nosotros pero que nunca nos hemos dado cuenta de ella. Al cruzarla recibiremos el bienestar que siempre se ha deseado.
No es cuestión de querer y querer, sino de aceptar lo que tienes en cada presente tuyo.
No recibimos lo que queremos, sino lo que necesitamos.
Cada uno ha venido a esta vida actual para su proceso personal, y para llevar a término una misión concreta que no está relacionada con lo terrenal, lo material, sino con la espiritualidad, el proceso evolutivo de este mundo donde se encuentra y en su proceso personal.
Cuando el alma de esta historia se dio cuenta de todo esto y lo puso en práctica en cada presente de su proceso, fue cuando empezó a sentir un gran bienestar interior, una paz que no la había sentido hasta entonces; y también, el sentido de la verdadera vida, y no la que le inculcaron.
Todo tiene su sentido. A partir de entonces, solo aceptaba, aprendía y nada le llegó a faltar porque estaba siendo y viviendo según aquel quien en verdad era.

Así sucede con todos los seres encarnados cuando dejan de querer y querer.


No hay comentarios: