Recuerdo momentos donde estábamos juntos, o
estando yo en un lugar, tú venías cuando te necesitaba.
Recuerdo momentos, en lo alto de la cima, viendo
el valle y el horizonte perderse a lo lejos ante nosotros. Tú te acercabas y
nos sentábamos en el banco o sobre las rocas que siempre están en aquel espacio
cerca del cielo.
Nos abrazábamos al vernos, y después de sentir
nuestro amor, empezábamos a hablar, siendo, a menudo, yo quien te preguntaba
sobre algún hecho que estaba viviendo en aquellos instantes. Alguna vez te
preguntaba sobre ti, pero sobre todo, dejábamos que los silencios apareciesen y
desde el corazón nos comunicábamos, recibiendo aquello que me transmitías.
¡Me has ayudado tantas veces poniendo
entendimiento cuando lo necesitaba! Nos alegrábamos de vernos y después, como
viejos amigos, confiábamos uno con el otro y yo te escuchaba atento según
sentías que debías de decirme. ¡Hemos reído tanto, juntos!
A veces yo te hablaba y tú asentías con la cabeza.
Tú presencia relajaba mi corazón y no ha habido encuentro que no hubiese valido
la pena estar contigo.
Alguna vez has venido a mí mientras andaba o
corría por los campos de las afueras de Cardedeu (mi población). Tú estabas
conmigo, y juntos, seguíamos el camino hasta llegar nuevamente al pueblo.
Te conocí hace mucho tiempo, vidas atrás y ahora,
volvemos a estar juntos para llevar a término una Voluntad Divina emanada del
centre mismo del Corazón del firmamento, donde sólo existe el Amor.
Me siento bien contigo.
En momentos que mi interior se inquietaba, no sé
como, pero venías a mi sabiendo que te necesitaba. En diferentes momentos has
sido la única mano que tenía cerca, ofreciéndomela. Me cogía a ti y sentía el
apoyo conforme uno nunca está solo.
Ya de pequeño sabía de ti, y mira por donde, que
te encontré a los pocos años de esta vida. El universo es inmenso, pero he
sabido encontrarte. A medida que han ido pasando los años, me he ido acercando
más a ti i me has abierto las puertas, como siempre lo has hecho, pero esta
vez, más allá de la relación que teníamos hace muchos años.
Siento un gran Amor por ti y una gran sensación de
agradecimiento y honor de ser tu amigo, y tú aceptar esta amistad. Todo empezó
hace muchos años y vidas atrás, cuando todavía no existían los teléfonos inalámbricos,
los móviles ni los ordenadores, todo y así, sabíamos uno del otro, y sobre todo
tú de mí, cuando necesitaba estar contigo. ¡¡¡No sabes como te lo agradezco!!!
Gracias por estos ratos que has estado conmigo i me has instruido por el camino
en el cual ahora me encuentro. Tú tienes mucho que ver de la manera como soy
ahora. No me pides nunca explicaciones, ni me quieres convencer de lo que no
hago. Me aceptas tal como soy. Me siento respetado, y por qué no decirlo: amado
por ti.
Tengo un amigo que me hace saber el verdadero
significado de la palabra “amigo”. Es único. Confiamos uno con el otro y
juntos, vivimos situaciones nuevas, aunque él, a veces, parece que ya las
conozca.
Es curioso como dos seres pueden tener esta unión
y el sentido de unicidad como tú y yo tenemos. Tu presencia me centra y me hace
dar cuenta de quién soy yo. Para mí fue una suerte haberte encontrado después
de tantos años, ¡o debería de decir vidas!
Entre nosotros no hay condiciones, ni malos
entendidos, ni nada que no salga del corazón. Para mí has sido un gran Maestro.
Me siento un afortunado de conocerte y saber de
ti, así como de encontrarnos cuando lo necesito. Incluso una vez, hemos estado
juntos sin decirnos nada, solo uno al lado del otro, sintiendo nuestras
presencias abiertas a la vida.
Desde lo alto de la cima, parece que podamos tocar
con la mano el techo del firmamento, pero no, este se eleva hacia arriba aunque
parezca estar aquí mismo. A veces, desde aquí donde estamos ahora, amado amigo,
no se como lo has hecho, pero he tenido visiones y sensaciones atemporales. Tú
estás a mi lado en todo momento.
Me das calma, mucha calma. Tranquilidad y paz
aparecen en mi interior cuando me encuentro contigo. Nunca me has pedido nada,
siendo yo quien te preguntaba más a lo largo de nuestra amistad. Siento tu
fuerza más allá de nuestra condición humana. Contigo siento la armonía, la
sensación que no me pasará nada y el Amor activado dentro de mi Corazón.
¡Cuántas veces hemos acabado nuestros encuentros
con una expresión de complicidad entre nosotros y sabiendo que todo irá bien a
pesar del proceso que está viviendo este mundo!
Quiero darte las gracias por todo lo que has hecho
por mí hasta el presente, estás haciendo y haremos juntos. ¡Gracias!
Cuando hablaba a mi entorno de ti, algunos querían
conocerte. De hecho, algunos lo han hecho y tengo que decirte que sus vidas han
cambiado. Aquello de los amigos de mis amigos son mis amigos, de alguna
manera, contigo así es. Todo aquel, por parte mía, que ha querido conocerte, al
final os habéis hecho amigos. Otros, sólo han tenido la curiosidad de ver quien
eras, pero cuando se han abierto y dejado la curiosidad a un lado para
adentrarse más a quien eras tú y entenderte, la amistad ha sido inmensa.
Quien no te conoce solo puedes llegar a ser un
icono, en cambio, aquel que te conoce, eres parte de ellos y ellos parte de ti.
Sé de alguien que te tiene presente constantemente y que también habla a la
gente que conoce de quien eres tú. ¿Te lo puedes llegar a imaginar?
Tu presencia puede no ser vista, estando sin
llamar la atención, pero cuando alguien se te acerca y te mira con los ojos del
Corazón, entonces sabe que de alguna manera eres diferente. Esto es una suerte,
porque solo se te acercan aquellos que están preparados para recibirte como yo
lo hice en su momento.
Ahora, estás aquí conmigo. Nos encontramos en este
espacio a la altura del vuelo de las águilas. Tú me estás escuchando, siendo yo
quien habla en este encuentro. Te tengo que decir que los dos nos sentimos
bien, uno al lado del otro. Lo siento. Sentado en esta especie de banco de
piedra, con los brazos sobre las rodillas, me escuchas con la mirada cercana y
serena sabiendo que el camino que decidí tomar en su momento va ensanchándose
por momentos, llevándolo a término, contigo a mi lado y otros hermanos y amigos
de lo que Todo es.
- ¿Hay alguna cosa que me quieras decir, JESÚS?
Levanta sus ojos limpios y profundos, y con una
sonrisa de igualdad y unicidad me responde:
-
¿Es
así como me definirías, o es a ti a quien has definido? Cómo una vez te dije:
como dos gotas de agua, entre tú y yo no hay diferencias. Ni yo soy más que tú,
y tú más que yo. El Padre nos ha hecho a todos iguales. En su momento abriste
el corazón, y me sentiste.
-
Te
recuerdo que fuiste tú quien se me presentó en una meditación que hacía
conforme serías mi guía a partir de aquel momento.
-
Estabas
preparado y hacía tiempo que buscabas la respuesta de quienes te acompañan. Era
el momento.
-
¿Y
ahora?, o mejor dicho, ¿y a partir de ahora?
-
Continúa
sintiendo nuestro Amor y deja que el Padre se manifieste a través de ti. Los
nuevos tiempos requerirán su presencia y tú, como yo fui en su momento, serás
vehículo de su presencia.
-
Amén,
y que Dios te bendiga, Amigo y Maestro.
Él me sonríe. Siento que somos Uno.
En estos instantes, como a menudo me sucede cuando
conecto con el Hogar o alguien del Hogar, mi cuerpo y mi espíritu sienten una
inmensa paz y Amor más allá de lo terrenal.
Él me ha explicado cuentos, historias y metáforas
sobre la vida más allá de la forma. Me ha instruido en la Verdad de lo que es y será.
Su energía es fuerte, brillante y poderosamente amorosa.
Le siento en mí, porque Él y yo somos Uno.
Allí donde hay un corazón abierto, allí está Él.
Que el Amor y la Paz sean en ti.
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