Me encuentro en el espacio donde la soledad me
permite escuchar la voz de la sabiduría almacenada a lo largo de mi existencia.
Todo en perfecto orden.
Como siempre, me gusta oír las notas de una
melodía suave, angelical. Les teclas del piano suenan lenta y acompasadamente
hasta llevarme al momento justo donde mora mi esencia no humana. Parezco vivir
sin vivir en mí, más allá de toda connotación racional.
El camino ha sido largo, aunque mientras lo iba
haciendo no me daba cuenta de lo que representa cada paso dado. Desde aquí
donde me encuentro en estos instantes, no creo que haya sido largo ni pesado.
Ahora lo veo desde las alturas de mi consciencia, dándome cuenta de lo acertado
de todo lo vivido y lo adecuado en relación a la distribución secuencial de los
hechos que tuve que vivir.
Parece como si no hubiesen existido en el ahora y
aquí.
La sensación de mi interior me habla de la
liberación de todo lo que fui y el desprenderme de los recuerdos distorsionados
de mi condición humana. Como si después de vivir una lucha intensa, interna
durante mucho tiempo, ahora me encontrara en la cima serena, armoniosa y
calmada de mi ser, contemplando, como si de un observador se tratara, mi
proceso hasta el presente. Veo el camino por el cual he llegado a aquí. Sigue
allí. No creo que si lo deshiciera volvería a lo que fui. Sólo es un icono de
la sanación de mi alma.
Me encuentro viviendo una vida que no se
corresponde con la de mi entorno. La paradoja de esta situación es que siento
la unicidad con cada ser, paisaje y situación que se cruzan y producen ante mí.
Siento la densidad de donde vivo, el sufrimiento, las negaciones y resistencias
que aquellos seres que me rodean mantienen bien pegados a su esencia, como si
de un valioso regalo vital se tratara.
Mi sensibilidad y percepción actuales, me permiten
ver, también, el potencial adormecido por parte de quienes conmigo conviven en
este mundo lleno de intencionalidad divina. Percibo los dones activados y los
miedos, a la vez, de aquellos que los poseen y no se atreven a manifestarlos.
Hay un acomodamiento establecido en los seres que
habitan este espacio donde me encuentro desde la humanidad. ¡Hay tanta luz en
ellos! ¡Hay tanto amor! que si pudiesen ver desde el corazón, el desbloqueo
inicial se desvanecería.
Por suerte, la fuerza del corazón está abriéndose
paso, cada vez con más celeridad, para poder abrir y liberar la esclavitud
voluntaria de todo ser. Hay una voz que reclama ser escuchada, y aunque parezca
que se oye muy lejos, ésta proviene del interior de cada uno pidiendo paso para
guiar a nuestra alma y nuestro quehacer en esta dimensión.
Parece que me encuentre en un entorno adormecido.
Los ojos de los seres que me rodean todavía están a medio abrir, e incluso algunos,
con todas sus fuerzas, quieren continuar manteniéndolos cerrados. Sólo a su
mente racional escuchan, distorsionando cada decisión, visión e interpretación
de la realidad de nuestra presencia en este planeta.
Me encuentro en este espacio donde la soledad se
convierte en sabiduría. Todo yo dejo de ser yo para convertirme en el ser
multidimensional que realmente soy, abriendo todas las puertas de mi ser,
dejando que la divinidad que hay en mí me hable. La escucho. La siento y
dejamos de ser dos para convertirnos en uno de solo. Yo Soy mi divinidad.
Cuando aplacamos el ruido de nuestra mente,
sosegamos a nuestro corazón y dejamos fluir nuestras emociones, equilibrándolas
con este estado, entonces, aquellas más sublimes aparecen, haciéndonos sentir
la pureza de cualquier sentimiento amoroso o relacionado con nuestro verdadero
ser, floreciéndolos como bálsamo para nuestro espíritu.
Calma. Sólo hay calma en esta cima donde me
encuentro. Veo a otros seres como yo, a lo lejos, en lo más alto de otras cimas
parejas a la mía.
Es el lugar exacto para que todos los seres de Luz
coincidan con mi presencia en este estado. La confluencia de mi intencionalidad
y su disposición de servir a la
Fuente de la cual todos procedemos, por su parte, nuestro
encuentro es una irradiación de Luz y Amor para todo el planeta y el universo.
Veo las otras luces irradiarse con intensidad y extenderse más allá de donde
nuestros ojos del corazón pueden llegar a divisar. Todos juntos formamos una
gran hoguera en este planeta enviando estas vibraciones a otros lugares del
firmamento. Todos se benefician.
Como yo, las otras almas luminosas saben de los
nuevos tiempos, y por eso, han liberado sus vidas y la han entregado a la Voluntad Divina de la cual
todos estamos unidos.
Me hubiese gustado ver muchas más almas, pero las
que ahora están en su proceso de aposentar a los otros millones de seres de
nuestro amado mundo, son las suficientes para despertar a todos aquellos que se
encuentran en la somnolencia de su Gran Despertar.
La melodía de las divinidades empieza a sentirse
en los corazones. Esta resonancia, para muchos, inquieta a quien la siente.
Todo se remueve. La gente ya no habla igual. No piensa igual. No viste igual ni
actúa igual. No entiende el por qué y ante tales cambios, se encierran en sí
mismos todavía más, aferrándose a sus densidades internas, desfasándose más de
los nuevos tiempos y alejándose de la conexión con el verdadero ser que son.
Aquí todo es paz y armonía. Todo está en orden y
todo es Uno.
Seguí caminos, conociendo a personas que me
tambalearon, e incluso, me hicieron reflexionar. Todas ellas me llevaron a
sentir los más diversos sentimientos y emociones que un ser puede llegar a
experimentar dentro de él. Hubo algo de mí que me hacía reflexionar y activar
el aprendizaje de lo vivido. Ahora sé que fueron mis hermanos de la Luz los que me impulsaron a
buscar momentos de interiorización, provocando la soledad en mí.
Todo esto ya es pasado. Todo lo vivido tuvo su
momento álgido para activar la elevación de mi alma. Ahora sé que todo fue para
mi mayor bien.
Sentado y rodeado de mis hermanos queridos de la Luz , me dejo llevar por el
éxtasi de la pureza del amor que hay en mí, abriendo la puerta para que mi
divinidad pueda manifestarse. Siento como cada vez, los momentos que ella se
manifiesta, son más constantes. Hay días que siento que yo no soy yo, siendo yo
a la vez. Todo es equilibrio.
A veces parece que esté viviendo una vida dentro
de mí, diferente a la forma.
Ahora sé que yo soy yo.
Ahora sé que tú y yo somos Uno y que tu divinidad
llama a la puerta de tu corazón.
El proceso continúa y sé que lo que es, no será, y
lo que fue, fue Amor.
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