Hoy quiero hablaros de los pilares de nuestra divinidad.
A menudo nos lamentamos de poder hacer o saber algo que por naturaleza ya nos
es innato pero nuestra condición humana no siempre colabora con nuestra
voluntad para poder darnos cuenta del verdadero potencial existente en cada
alma encarnada.
¿Alguna vez os habéis preguntado por qué los niños son
como son y muestran la actitud que manifiestan ante todo lo que les rodea?
¿Alguna vez os habéis planteado por qué este período denominado
infancia acaba siendo limitado?
Hoy quiero regalaros una puerta abierta para que veáis a
aquellos que conviven con nosotros de cierta estatura no superior a la nuestra,
y podáis daros cuenta de lo que representan para cada uno de nosotros, como espejos
de nuestra esencia. Desde mi corazón, para todos vosotros.
¡Hay tanta ignorancia en relación a lo que representan y
son en verdad estos seres de pocos años en esta encarnación! Es un desprecio
para nosotros mismos y el ser humano en general. No ser conscientes de un
hecho, que todos hemos sido parte de él en algún momento de nuestra vida. Imaginaos
que pedís a Dios que os dé el alimento que necesitáis, y habiéndooslo dado y
mostrado ante vosotros, no lo reconocierais como tal y continuarais insistiendo en querer comida. De alguna manera así sucede
con nuestras necesidades para nuestro camino, diferente para cada uno.
El niño es la respuesta a nuestras necesidades. El niño
es el camino hacia el alimento de nuestra alma, las herramientas para llegar al
tesoro mayor encontrado por nadie: encontrar, conocer y saber utilizar los
pilares de nuestra divinidad. Los niños son los alimentos del ser manifestados
según la intencionalidad divina, este alimento que nos permitirá llegar a
conectar con el verdadero ser que somos y poder manifestar nuestro pleno
potencial espiritual que nos empoderará como seres divinos que cada uno es.
Pedimos y pedimos sin darnos cuenta que lo que ansiamos
ya se nos ha dado.
¿Realmente alguna vez os habéis planteado por qué los niños
actúan como actúan en su día a día? Observarlos y os veréis reflejados en sus
actos. Ellos son los verdaderos maestros para nuestros tiempos. Ellos son la
guía, las instrucciones para los nuevos tiempos que nos encontramos inmersos.
¿Y ahora qué?, os podéis preguntar. La respuesta es bien
sencilla, clara y contundente: observa a los niños y sabrás de tu camino.
Necesitamos pureza y un espejo que no esté contaminado
por las creencias de nuestra cultura e historia. ¿Qué mejores maestros que un
niño para seguir sus pasos en nuestra madurez? ¿Realmente hay madurez en
nosotros, o solo es el hecho de haber estado más tiempo en esta encarnación que
otros? No es el tiempo que estamos aquí, sino el aprendizaje obtenido de lo
vivido.
La inocencia y la pureza de estos seres nos iluminan el
camino a seguir. En su silencio, cada vez menos, se acercan a nosotros y nos
dicen:” ¡ven, acércate y sígueme!”.
¿Cuántos de vosotros así lo habéis hecho? Ellos se
sienten solos ante nosotros, porque ven que no les hacemos caso y los
consideramos inferiores. Saben, por eso, que algún día despertaremos y los
observaremos. Veremos lo que hacen, cómo actúan, qué dicen y cuándo lo dicen.
Algún día nos acercaremos a ellos y les hablaremos de tú a tú, consultándoles y
haciéndoles partícipes de las decisiones familiares y de su camino. Llegará el
día que nos sentiremos iluminados por sus resplandores, pudiendo ver la
dirección a seguir para nuestra alma. Ellos se darán cuenta y entonces, podrán
llegar a ser ellos sin preocuparse de nosotros e insistir en mostrarnos el
camino. Verán que nos habremos dado cuenta de sus presencias y se sentirán Uno
con nosotros.
Parecen ser diferentes a nosotros, pero en fondo, son
parte de nosotros. Nos muestran aquella parte que hemos olvidado y que necesitamos
recordar y recuperar cuanto antes. Por eso ahora, lo que conocemos como niños,
son así, decidles índigos, cristales,….. Es la hora de recuperar el tesoro
perdido por la mayoría de los adultos que habitan este planeta, por eso, desde
las estrellas, nos han enviado unos seres diferentes a cómo éramos bastantes
años atrás. Son seres fuertes, insistentes, alegres y amorosos a la vez. Sus
presencias nos recuerdan constantemente nuestra pureza inicial e innata.
Todavía la tenemos, solo que ahora hemos de ir, nuevamente a ella.
No hemos perdido nada de lo que trajimos al encarnar.
Sólo lo hemos olvidado y por eso las divinidades
niños están con nosotros.
Ellos contienen la esencia y todas las herramientas para
aposentar los pilares con los cuales fuimos creados.
En las sociedades que vivimos parece ser que necesitan
asociar cada período de nuestro crecimiento con alguna característica. Así, el
planteamiento social impuesto parece tener controlado cada paso del individuo.
Necesita etiquetar cada momento de nuestro proceso, dentro de una ignorancia
absoluta de lo que representa cada manifestación en cada etapa del ser. No hay
una característica para cada período. Todas están incluidas en todo nuestro
proceso, dispuestas a hacerse servir cuando así lo creamos necesario, no unas
para unos años, y las otras para otros años. No funciona así en un proceso
espiritual que es el que nos encontramos, pero racionalizar permite dar una
falsa seguridad a quien etiqueta y asocia una capacidad o don a una época en
concreto. ¡Ingenuos humanos!
Como un arqueólogo que se adentra en las profundidades y
excava y excava una y otra vez hasta encontrar, así aquello que buscamos para
nuestra plena felicidad y realización se encuentra en nosotros. Buscar fuera es
como si un arqueólogo buscara en el balancín más elevado de una noria de un
parque de atracciones.
¿Os habéis preguntado también alguna vez porque se asocia
a los niños unas capacidades y características concretas, y a cierta edad se
les deja de asociar? Imaginación, curiosidad, disfrutar de todo lo que hacen,
reír, no tener miedo, admiran todo lo nuevo, y cada día es algo nuevo en
relación al ayer,….¡hay tantas cosas que nos muestran su pureza, inocencia,
amor, ternura, gozo con lo que hacen, vivir el presente,……..y así una infinidad
de aspectos relacionados con una actitud ante la vida!
¿Hay alguien que les suene todo esto? ¡¡Claro que sí!!!
¡¡Estos son vuestros pilares olvidados!!! ESTE ES EL TESORO QUE DEBÉIS DE
RECUPERAR para vuestro ser y plenitud.
La imaginación y fantasía no solo son para quedar
olvidadas en el pasado, son herramientas fundamentales para vuestro camino.
La alegría y despreocupación no es porque son
irresponsables, sino porque saben que todo lo que necesiten lo obtendrán. ¡Por
qué no sentís igual en vuestro interior, porque así, será desde los Cielos
hacia vosotros!!
El reír y el vivir el presente intensamente son aspectos
cruciales para vuestro sendero en esta dimensión. ¿Cuánto hace que no reís de
corazón, que no lloráis de tanto reír, y veis como el tiempo os pasa haciendo
aquello que os gusta? ¿Dónde está el hacer aquello que sentís que debéis de
hacer y no hacer porque toca hacer, sin más? ¿Qué no os dais cuenta que las
luces en forma de niños nos están transmitiendo y enseñando como vivir constantemente
y pocos son aún los que se dan cuenta del sentido de sus presencias en
nosotros?
¿Cuándo llegará el día que abriremos los ojos de nuestro
corazón y veremos a Dios manifestado ante nosotros sonriéndonos e indicándonos
el camino a seguir y nosotros adentrarnos en él sin más palabras que la
sensación de gratitud de su presencia en unos cuerpos más jóvenes que el
nuestro?
¡Despertad amadas almas y reconoced a quien se nos envió
para nuestro recordar y poder conectar nuevamente con el verdadero potencial que
hay en nosotros! Los niños son el despertador que nos avisan de los tiempos de
ser nosotros y recordar nuestra divinidad. Ellos, al igual que nosotros,
pertenecemos a una esencia superior a la materia. Los niños nos recuerdan quiénes
somos y son nuestro espejo.
Cuando más nos parezcamos a ellos, mayor será la obertura
de nuestro corazón y la alegría y felicidad en nuestras vidas.
Ellos nos muestran una dirección sin etiquetas,
resentimientos, desamor y desconfianza. Nada de esto pertenece a quienes somos
realmente. Observar a los niños, aceptadlos y abrid vuestro corazón para ser
uno con ellos.
La visualización, la imaginación no es cosa de niños, de
tonterías.
El reír y el buen humor nada tiene que ver con el
desinterés e irresponsabilidad ante la vida.
La alegría y el disfrute con lo que hacemos no quiere
decir que no seamos personas responsables y no sepamos estar en nuestro lugar.
Cada una de las características de los niños también las
poseemos nosotros y son las herramientas para construir nuestra vida. Ellas
perduran hasta nuestro final. No pertenecen a una etapa y ya está. ¡No! Son
parte de nuestro potencial, y como tal, debemos de potenciarlas para aprender a
hacerlas servir y así, poder crear nuestra vida según nuestra voluntad y lo que
hemos venido a hacer cada uno.
Nuestros pilares se encuentran en el niño, y en el fondo,
todos tenemos aún, este niño en nuestro interior esperando que le hagamos caso
de una vez para sanar y gozar de la vida. Ser felices pertenece al niño/a
interior, no al adulto actual.
Si de pequeños potenciáramos estas capacidades, con el
tiempo aprenderíamos a hacer servir la mente, el pensamiento positivo, la
imaginación, la palabra, la actitud, el sentimiento y la observación, entre
otras, para construir la vida por la cual nacimos.
En las sociedades que vivimos, nos toleran soñar,
inventar, disfrutar al máximo de nuestra existencia, pero al llegar a cierta
edad nos truncan todo deseo, alegría e ilusión, porque nos insisten con sus
palabras diciéndonos que hasta ahora todo ha sido una quimera, pero en verdad
la vida depende del dinero y nos empujan hacia la valoración de hacer aquello
que nos aporte más posesiones basadas en el miedo por un futuro incierto. Poco
a poco nos van alejando de todo aquello que en el fondo somos para hacernos
creer que aquello que sentíamos y pensábamos no es real, y que la realidad es
la limitación del ser humano, las preocupaciones, el desencanto y la anulación,
muchas veces, del individuo que somos.
Por eso están los niños, de la manera que son, con
nosotros, recordándonos el camino a seguir, y que no debemos de negar quiénes
somos y el potencial que cada uno de nosotros tiene.
Las capacidades innatas del niño perduran hasta que
trascendemos esta vida. No son caducas. Siempre están con nosotros. Solo se
necesita que recordemos quiénes somos y que aquí están, para ser utilizadas
cuando volvamos a recordar.
Todo lo que necesitamos, ya lo traemos y lo manifestamos
cuando somos niños. En este período practicamos con ellas para aprender a hacerlas
servir, pero cuando queremos ir más allá para ser nosotros, nos cierran el
camino. Algunos lo han llegado a superar y continuar con las herramientas
divinas, aposentando sólidos y robustos pilares para sostener la Luz de nuestro
amado planeta y ayudar a la humanidad a dar nuevos pasos hacia su evolución. La
mayoría os quedasteis en la infancia, aunque algunos/as conseguisteis
manifestar alguna que otra capacidad de antaño, haciendo que vuestra vida
actual sea más placentera y amorosa.
Con el tiempo, y ahora es este tiempo, empezaréis a
recordar cada vez más vuestra verdadera naturaleza y os empezaréis a acercar
más a los niños. Ellos son vuestra naturaleza divina manifestada con la
intencionalidad de ser un espejo para vosotros y podáis llegar a decir, una vez
os miréis en él: ¡Sí, yo quiero ser lo que veo!
Muchos necesitáis ver para saber hacia dónde dirigiros.
Bueno, fuisteis escuchados y ahora se os da: los nuevos niños. Son diferentes,
es cierto, pero así ha de ser para romper todas las estructuras rígidas y
limitadas que impedían que el ser humano pudiera evolucionar. Estos niños os
están advirtiendo que es posible un cambio y que sus presencias quieren ser
honradas y respetadas por vosotros. Cuanto más ellos vean que los seguís y
obráis como ellos creen que ha de ser, es decir, desde el corazón, más
engrandeceréis vuestras vidas e iluminaréis el universo que vivís. Cuanto más
así sea, más permitiréis que el Cielo sea en la Tierra, y los niños son las
bendiciones que recibimos por la pureza, sabiduría, inocencia y amor derramado
por quien nos creó a través de unos seres llenos de Luz, Bondad y un Amor puro
e incondicional procedente del Hogar del cual todos procedemos.
¡Honrad, bendecid y sentid al niño que hay en vuestro
interior!
Los tiempos que vivimos son los de apertura interior, de
abrir el corazón y recuperar los orígenes de nuestro ser.
Todas las características que asociáis a un niño, es el
potencial divino que estáis esperando. ¡Recuperadlo! ¡Todavía lo tenéis! ¡No
caduca!
Sed Uno con todos los niños del mundo y oiréis los
cánticos celestiales del gran cambio anunciado en nuestros tiempos.
El Amor abre los caminos interrumpidos por nuestros
miedos. Solo el Amor te va llevar a ti, por eso los bebés y los niños son ellos
mismos, tal cual.
Las palabras de hoy son de vital importancia para la
nueva etapa que nos estamos adentrando. No hay que buscar a fuera lo que ya hay
en nuestro interior, y si lo que nos rodea nos permite llegar más a nuestra verdadera
naturaleza, ¡adelante! ¡Seguid la Luz porqué hay niños manifestados en un
cuerpo de adulto! Por suerte, hay quien, con su fortaleza interior, superó la
línea de la infancia con la pre adolescencia y juventud, manifestando la
divinidad, el niño que habita en su interior.
En su momento, Jesús dijo: “Dejad que los niños se acerquen a mí”.
¿Entendéis ahora el por qué?
Que el Amor y la Paz sean en todos vosotros.
3 comentarios:
hola,anoche tuve un sueño...y alguien me dijo,me nombro esta palabra,y,no se que explicacion darle..fue un mensaje con una voz muy bonita,indescriptible...es un misterio,como me ha ocurrido tantas veces...tal vez sea mi yo interior...un tesoro ignorado dentro de nosotros mismos
Hola Mercedes. Las palabras "Los Tesoros ignorados" representan todo aquello que hay en tu interior que todavía no se ha encontrado y está ahí, para que algún día puedas darte cuenta de lo que hay dentro de ti, de quien eres en verdad y todo tu potencial. Este es el tesoro ignorado, es decir: "el saber de nosotros mismos". Un abrazo.
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