Veo las aguas del río abriéndose paso entre las piedras,
siguiendo el caudal trazado desde su nacimiento. La creación de este sendero
por donde han de habitar cada gota de su presencia, se trazó con toda
minuciosidad y teniendo presente la influencia que debería de tener a lo largo
de toda su existencia, en los tiempos de abundancia y escasez. Cada árbol
existente aleatoriamente a lo largo de su curso ha sido traído hasta aquí para
ser regado por tus aguas. Hoy, muchos de ellos todavía se encuentran en la
aceptación y el silencio de la quietud, aunque cuando el viento hace presencia,
algunos manifiestan el crujir de sus ramas.
Siento el golpear de las aguas bravas debido a la
abundancia de este presente. El río sigue su curso sin detener el impulso que
le lleva a lo que ha venido a hacer. No pregunta, sólo se deja llevar por la
pendiente, sorteando los posibles obstáculos que pueda llegar a encontrar a lo
largo de su trayectoria.
Cuando lo observo me doy cuenta de la lección que me está
transmitiendo: todo sigue a pesar de todo, regando a cada paso de su llegada.
Gracias a él, el paisaje toma otro matiz, exaltando la belleza del lugar y
creando, con su presencia, la perfección de aquel lugar.
Hace años me di cuenta que la naturaleza era el mejor
maestro que podíamos tener para encontrarnos con nosotros mismos.
Ahora yo soy parte de este decorado en medio de la
naturaleza, donde la pureza se muestra siendo cada pieza tal como es. Nada ni
nadie quiere ser el otro, la otra planta, el otro pájaro con un trinar
diferente al mío, aquel árbol con las raíces sobresalidas,… ¡no!, cada elemento
con su manera de ser tiene un sentido en aquel lugar.
Mi proceso continúa y entiendo cada día mejor a mis
hermanos de la naturaleza. Siempre he querido estar con ellos el máximo tiempo
posible. Siento el sosiego, la armonía, la calma y la alegría de los pájaros
que contagian a mi ser. Ellos, todos son vida en mi presente y me hacen
recordar que, esté donde esté, siempre formaré parte de algo más extenso a mis
sentidos y que mi presencia donde estoy da sentido a todos y todo lo que me
rodea. Soy pieza de mi entorno. Todo encaja. Todo tiene sentido y una
intencionalidad por parte de quien nos creó.
Hay vida donde me encuentro, esté donde esté.
Hay un sentido que va más allá del raciocinio.
No pensar,…..sólo sentir.
Tengo la suerte de poder oír el murmullo de las aguas
procedentes de la cima de la montaña.
Soy un afortunado de poder escuchar los cantos de los
pájaros a mi paso, anunciándome sus presencias. Son vida. Ellos siempre acuden
donde perciben la existencia de la pureza.
Recuerdo una vez, que me encontraba en un lugar donde no
se veía ni escuchaba a ningún pájaro. Me dediqué a limpiar energéticamente
aquel lugar, y al cabo de poco, empezaron a venir y aparecer. Un lugar sin
pájaros, es un indicio de sin vida. Allí donde hay vida, allí ellos acuden.
Me encuentro sentado en una roca contemplando estas aguas
yendo hacia donde pactaron, pero lo sorprendente es que este final no es lo
importante, sino el hecho de pasar y estar allí por donde pasa y ocupa su
espacio. Durante todo el proceso todo puede cambiar. El caudal puede variar, y
él, el río, sin rechistar acepta el nuevo rumbo sirviendo a la naturaleza.
Veo a la humanidad en este sentimiento, aunque los seres
humanos, a menudo, protestan o hacen las cosas a regañadientes.
Bueno, la aceptación tampoco es su plato fuerte, y el
dejarse ir…, podríamos hablar durante mucho tiempo, pero lo que sí es
importante es la belleza y la maestría que se encuentra en la naturaleza. Todo
aquel que quiera nutrirse de la esencia espiritual que somos, se adentre en un
bosque o monte, y abra su corazón. Desde él, podrá apreciar lo que en otra
situación pasaría desapercibido: el orden y la armonía a pesar de los pesares
de aquel lugar. Poder darse cuenta de la abundancia y la unión entre los
diferentes seres vivos y minerales hace que sea una exaltación de la belleza
divina que todos somos.
Hace poco leí una frase que decía que para que la belleza
sea, se necesita el paisaje y tu visión. No hay belleza sin tu percepción, y
ésta está relacionada con el momento que te encuentras en tu proceso de
ascensión. Tu grado de consciencia puede apreciar o ignorar. A mayor
consciencia de uno mismo, mayor será la belleza que verás en tu vida. La Luz
que habrá en ti te permitirá ver con mayor detalle lo existente. A menor Luz,
más oscuridad. En una habitación oscura no podremos encontrar lo que “hemos ido
a buscar”. Toca el interruptor de tu consciencia y se hará la Luz. Entonces
podrás ver todo tu entorno de una manera clara y nítida.
Así el ser humano vive su proceso. Muchos lo ignoran,
pero por suerte, la humanidad está despertando y unos activan a los otros,
haciendo entre todos una especie de cadena humana activada y resplandeciente
que hace que los demás también puedan ver y activar la obertura de sus
corazones.
¿No veis como la naturaleza es parte de nosotros? ¿No os
dais cuenta que aquello que podéis encontrar en ella es aquello que cada uno
busca en su interior? Cuando sintonizas con ella, entonces te das cuenta del
verdadero ser que eres y aprecias que aunque tu vida no sea como tú quieres que
sea, tiene un sentido mayor para el mayor bien de todos, y tú te encuentras en
el lugar preciso, adecuado en estos momentos. No podías estar en otro lugar,
porque necesitas de éste ahora y aquí para tu alma.
La naturaleza, la Tierra, es parte de ti y tú eres parte
de ella. Aquello que ves en ella, se encuentra en ti. Aquello que ves en ti de
bienestar, se encuentra en ella. El desequilibrio humano es fruto de la
ignorancia, del no recordar. Ves al bosque, siéntate, cierra los ojos y déjate
llevar.
Cuando nuestro corazón sintoniza con el corazón de la
naturaleza, se crea armonía.
Cuando tu ser necesite de paz, serenidad, esclarecimiento
y una visión clara sobre el qué hacer, puedes adentrarte al hogar de la madre
Tierra y ella te consolará, nutrirá y te mostrará el camino a seguir.
La naturaleza es la parte de ti, de cada uno que a menudo
se olvida. Ella te volverá por el camino hacia tu hogar interior, hacia el
verdadero ser que eres y estás dispuesto a manifestar. Éste no procede de tu
mente, sino de tu corazón.
Una vez nos hemos vuelto a equilibrar, entonces
reafirmamos los lazos con todo ser que habita este maravilloso planeta. Somos
Uno con todo y con todos. Entonces sientes el verdadero sentido de Unicidad.
Vuelves a tu espacio cotidiano sabedor que aquello que
hay en ti es inmenso y único, creado desde el amor del Hogar del cual procedes.
Y las aguas continúan su curso.
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