Siento la esperanza del nuevo día.
Siento la alegría en mí de no saber de los imprevistos
elegidos para mí en el día de hoy.
Siento la sutileza de lo invisible moverse a gran
velocidad para establecer el equilibrio divino entre todos aquellos que nos
encontramos encarnados en este mundo de una sola luna.
Percibo la multitud de seres que se encuentran entre
nosotros y no apreciados por la visión humana.
Siento un gran amor dentro de mí, en todo mi ser y como
la luz que habita en mi interior, irradiándose como un manantial floreciendo en
mi corazón.
No hay dos días iguales, y éste, tengo la sensación
conforme me gratificará con lo que llegaré a sentir. Me abro a él y veo la
belleza allí donde miro. En estos momentos, a través de la ventana del despacho
contemplo las montañas más altas de esta zona saludándome y haciéndome saber
que ellas solo son parte de mí. Al yo contemplarlas, ya sienten el sentido de
sus presencias. Veo el cielo azul con una temperatura primaveral, pincelando a
lo lejos alguna que otra nube para decorar mi visión.
Siento la paz en mi corazón.
Siento la unicidad con todos aquellos seres que me rodean
y lo afortunado que soy al estar entre ellos en estos momentos. Mi alma se
beneficia de sus presencias.
¡No hay nada más hermoso y de plenitud que sentir el
Hogar en ti! ¡Sentir al Padre en ti! Divinidad absoluta manifestándose en estos
instantes de calma y soledad, amenizados con una suave melodía de fondo.
Esta primera hora de la mañana, el día me da la bienvenida.
Hoy dejaré, nuevamente, que mi ser se responsabilice de
su presencia y se deleite de su propia presencia y la de todos aquellos que nos
acompañan del mundo de la Luz, así como de todos los encuentros, efímeros o más
duraderos a lo largo de esta jornada llena de ilusión, esperanzas, alegrías y
oportunidades. Cada instante es uno de ellos. Ahora decido sentir plenamente
quien Yo Soy.
Veo al viejo indio que hay en mí. Siento el vuelo de
Águila Blanca, los hermanos del Hogar, y la calidez y amistad de mi amado maestro
y hermano Jesús. Siento lo femenino de mi ser, a María, María Magdalena y toda
la esencia femenina manifestándose ante nosotros.
Muchas veces me gustaría que pudierais sentir lo que
estoy sintiendo en estos momentos. Me gustaría que el ser humano pudiera sentir
con el corazón su existencia, su entorno y su interior desde la neutralidad,
sencillamente como observador. No querría dejar este estado. Es un éxtasi
sereno, plenitud aceptada con total naturalidad y sentirse uno, a la vez, más
allá de su condición humana, percibiendo, sintiendo y viendo, quizás, aquellos
seres que nos acompañan a lo largo de nuestra vida, llenos de amor,
comprensión, aceptación y respeto desde el Hogar.
Somos parte de un Hogar más allá de nuestras creencias.
Somos integrantes de una Familia Superior a lo largo del
firmamento y la existencia, allí donde ésta se encuentre.
En este estado, hoy, en el día de hoy, como parte de un
proceso unificado, desde mi corazón os deseo una jornada llena de Amor, Paz y
Alegría.
A veces los sentimientos no pueden ser expresados en toda
su intensidad con las palabras que tenemos a nuestro alcance.
Por lo tanto, con todo mi respeto y amor hacia vosotros,
deseo lo mejor para vuestra alma en el día de hoy.
Para finalizar querría hacerlo con unas palabras de
Jesús:
“Sigue a tu corazón, y te liberarás”.
Que el Amor y la Paz sean en ti.
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