Ves a tu entorno como parte de ti, de tu alma en proceso
de elevación espiritual. El decorado perfecto. Las circunstancias perfectas y
“los ayudantes” adecuados para tu manifestación y aprendizaje a la vez.
Cuando sientes a Dios en ti, hay una conexión de tu
condición humana con aquel quien tú eres. Es como si estuvieras en una casa con
las cortinas cerradas, sabiendo que a fuera hace un sol radiante.
Al sentir aquel quien tú eres, es como apartar las
cortinas y dejar que entre la Luz.
Sientes la Luz en ti, y esta Luz te aporta la claridad
mental, la paz, el sosiego y el Amor que siempre has sido (y deseado).
Eres Luz y Amor en la materia. El maravilloso ser que
eres está llamando a tu puerta. Cuando la abrimos y aceptamos aquel quienes
somos, entonces, una Luz radiante se irradia a todo tu alrededor emanando de tu
interior, de tu corazón, como fuente divina encarnada.
Ya no ves a los demás como posibles adversarios en tu
vida, sino como parte de ti.
Cuando el ser percibe su esencia, la vida toma otro
matiz, otro sentido porque te das cuenta que aquello que necesitamos se nos es
dado en todo momento, y que algo en tu interior te empuja al servicio desde la
consciencia que tú eres Dios.
Invocando a Dios, estamos invocando a la parte divina que
hay en nosotros. Si ella abre paso entre tus temores y resistencias, entonces,
podrás saber qué hacer en tu vida y cómo en cada instante, liberado de tu
pasado y revitalizándote con una sensación de empoderamiento y dejadez, a la
vez, sabiendo que eres guiado, alimentado, protegido y amado como nunca lo has
estado, creciendo en la ignorancia espiritual.
Abrir las puertas del recordar, te permitirá poner Luz en
tu interior, en tu vida y en tu caminar.
Cuando estamos conectados con aquel quien somos, todo lo
referente a la materia, deja de tener el sentido que tenía hasta ahora para
nosotros. Te das cuenta que lo verdaderamente importante en la vida de todo ser
es la capacidad de sentir Amor y Amar.
Tu Divinidad es Amor. ¡Tú eres AMOR! Eres Luz y Amor
preparada para cumplir la misión por la cual accediste a colaborar en este
proyecto de nombre Tierra. Te separas del árbol para poder ver más allá de lo
establecido y ver el camino a seguir entre todas las ramas y arbustos que
parecen obstaculizar tu sendero.
La Divinidad no es de nadie porque no es algo externo a
nosotros. Cada uno de vosotros sois divinidad, quizás adormecida todavía, pero
divinidad en el fondo. Es vuestra verdadera naturaleza, la esencia que alimenta
vuestro ser. Sin ella, no existiríais. Es lo que da sentido a vuestra
existencia. Sois Dios aquí en la Tierra. Muchos todavía no sois conscientes. El
conocimiento no implica sentirla. Cuando integráis vuestra esencia en vosotros,
vuestra divinidad va haciéndose espacio en vuestro ADN para manifestarse.
Vuestro trabajo personal, diario, permitirá activar
completamente la llama del Amor puro e incondicional en vosotros. Cuando así se
produce, entonces os liberáis completamente de vuestro pasado, vuestros miedos
y resistencias, poniendo a la práctica, cada vez más, actitudes de confianza,
dejadez (no control) y aceptación.
Siendo así, seréis llevados hacia la UNICIDAD con la
Divinidad que sois y con el Hogar de donde procedéis.
Sólo hay un Amor: el Amor Divino, puro e incondicional de
aquel quien sois, de la Fuente de la cual todos procedemos. Somos emanaciones
estelares divinas. Nuestra aceptación de experimentar en la forma hace que todo
el universo y el firmamento, puedan magnificar la esencia creadora de toda vida
y armonía: el Amor.
Vosotros sois este Amor esperando ser manifestado por
vuestro ser. A cada uno le llega su momento, pero la buena nueva es que ahora
es este momento tan esperado.
Siento y veo cómo nos vamos acercando los unos a los
otros. Hay una gran alegría en las almas despiertas. La Familia se reúne. Ha
llegado la hora de mostrarnos tal como somos y sentir la incondicionalidad del
servicio hacia el universo.
La magnitud del ser que eres está llamando a la puerta.
Abrámosla y dejemos que los corazones se unan en un mismo camino hacia la
UNICIDAD de todos los miembros de la Gran Familia Celestial.
¡Tú eres parte de ella!
Que el Amor y la Paz sean en todos vosotros.
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