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¡Hola David!
Él asiente con la cabeza, a
la vez que responde:
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¡Hola, buenas tardes!
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¿Qué es el Todo para ti?
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¿Qué diferencia hay entre dos gotas de agua?
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Ninguna – le respondo.
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Bien. Tú y yo somos dos gotas de agua, que bien
pertenecemos a un al caudal de un río o dos gotas que caen desde las nubes en
un lugar concreto que permiten regar aquellas tierras o convertirnos en hielo
para que cuando llegue el momento del deshielo, poder alimentar a las tierras
correspondientes o dar de beber a los seres que allí habitan. (Pequeña pausa).
Cada uno pertenece a un Todo, como en el ejemplo que he dicho, puede ser un
río, una nube, o cualquier otro medio para llegar a la Tierra. (Nueva pausa).
Este río o medio por el cual nosotros estamos aquí, tiene una finalidad, y
sentido mayor, que es alimentar a todos aquellos que comparten este espacio en
medio del universo de nombre Tierra, aunque algunos la conocen como Gaia,
Pachamama,…. Hay una intencionalidad superior, y ésta, tiene que ver con el
Amor.
A continuación me mira y con
sus ojos llenos de entusiasmo y serenidad, a la vez, continúa diciéndome:
-
Este Todo que me has preguntado, es el Amor. Es
la esencia que a todos nos une, y nos va acercando los unos a los otros,
haciendo que la Unicidad entre los miembros de este planeta sea cada vez mayor.
Todo tiende al equilibrio. Así debe de ser y es el proceso que la humanidad
está siguiendo. (Pausa larga). Pertenecemos a una Intencionalidad Superior, en
conexión con el Universo y todos los seres que lo habitan.
-
¿No es solo con la Tierra? – pregunto.
-
Es como si estuviéramos dentro de un Gran Plan
Superior, donde todos tienen su función. Hay muchas gotas esparcidas a lo largo
del firmamento. Hay otros niveles de vida que también necesitan de las gotas
que allí abastecen. Todos estamos unidos. Nuestra existencia ayuda a ellos, y
ellos nos están ayudando a nosotros. Diferentes formas de vida al unísono –
dice como esperanzado y firme a la vez. Lo que tú haces, repercute en mí. Lo
que nosotros hacemos, repercute a ellos. Somos parte del universo, y nuestro
grado de consciencia eleva a todas las almas. Nuestro proceder hace que otros
seres de otras dimensiones, también puedan continuar su camino de evolución.
Como bien sabes y dices, no estamos solos. Todos estamos unidos, y la Unicidad
que antes he comentado, no solo es para los habitantes de la Tierra, sino a
nivel universal.
-
…
-
Una vez dijiste un ejemplo que representa lo que
estamos comentando. Es como aquel juego de las madonas rusas, donde una figura
rusa está contenida dentro de otra, y esta otra, en otra. Todo está encadenado
y albergado en un sentido superior. Al final encontraremos el Amor, con todas
sus consecuencias.
-
Y este amor es el que hace que ahora el mundo se
encuentre como está – añado.
-
Así es. Todo es sincronización, y a medida que
vayamos sintiendo el recuerdo de quienes somos, la divinidad que somos, más
cambios se irán produciendo. Cuando el amor hace presencia en nuestras vidas,
produce cambios en nosotros y nuestro entorno. Despeja el pasado para dar lugar
al potencial espiritual de cada uno en el presente. Las limitaciones irán a
menos. La Voluntad de cada uno, a más. El corazón del ser humano tomará el
papel que le corresponde para llevar a término aquello por lo vino en este
mundo. Nos encontramos en una simple y amorosa sincronicidad, donde todos
estamos unidos desde el corazón. Cuando más resonemos con él, y escuchemos su
guía, más nos iremos acercando los unos a los otros, y más se elevará, a la
vez, el planeta Tierra.
-
No podemos quedarnos atrás, por lo que estás
diciendo – comento.
-
¿Un árbol puede dejar de crecer cuando se le
abona la tierra y se le riega cada día? Imposible. ¿Una gota de lluvia puede quedar
permanentemente en suspensión mientras está cayendo, encontrándose ya cerca del
suelo? No – responde él mismo. La tendencia es dirigirnos al entorno y momentos
idóneos para nuestra alma y lo que hemos venido a hacer. No podemos dar la
espalda al amor. Puedes resistirte a no aceptar lo que está sucediendo, pero el
malestar obtenido es grande. Estamos unidos e interrelacionados, y cuando
quieres salir de la unión con tus semejantes, te sientes cada vez más perdido y
desamparado. Con el tiempo, nos damos cuenta que solo nos queda un camino: el
de la aceptación. Cuando aceptamos, entonces todo empieza a sincronizarse para
que puedas avanzar y sanar tu condición humana para llegar al Dios que eres. Es
entonces, cuando la vida fluye y empiezas a sentir el bienestar dentro de ti.
-
Según tú – pregunto a David, ¿qué es lo que más
le cuesta aceptar al ser todavía no consciente, despierto?
-
Lo nuevo. Acostumbrados a vivir, sentir y actuar
desde el miedo, el no conocer algo nuevo, se encierra en sí mismo, en la
seguridad de lo que conoce, aunque le aporte malestar. El desapego a lo
obtenido y vivido hasta ahora. Una vez dejas que lo que fue no tenga presencia
en tu presente, entonces es cuando empezamos a sentir en nosotros que algo
nuevo nos depara para un mayor bien nuestro. Aparecen las certidumbres, las
dudas, la desconfianza muchas veces, pero solo es el indicio que nuestro
interior nos empuja al cambio, a dirigirnos hacia nosotros mismos. No es malo
sentir y vivir todo esto. Es parte de nuestra sanación y liberación del pasado.
Puede ser nuevo para nosotros, y los miedos han podido llevar a este ser a
resguardarse en lo conocido. Es cuando se produce el apego a quien no somos. No
siempre lo nuevo es aceptado. (Pausa) Cuanto más consciente sea este ser, menos
miedo tendrá para avanzar hacia su recordar y sentir la plenitud y la libertad
de ser él.
-
Según tú, ¿crees que podemos hacer algo por
alguien que conocemos que se niegue al cambio?
Mirándome a los ojos y con
firmeza, me responde:
-
Respeta su decisión, y sé tú. Las energías de tu
ser, de tu presencia con él, aliviará sus temores y le reconfortará el hecho de
tener una referencia que seguir: ¡tú! No debemos de interferir en el proceso de
alguien que vemos que podemos ayudarle. Dejad que siga su camino. Cuando
necesite una mano, allí podrás estar, pero respeta su decisión. Queremos ayudar
a la gente, pero no todas están dispuestas a dejarse ayudar. (Pequeña pausa).
Acabo de decir que seas tú mismo. Cuando la luz de uno brilla con intensidad,
ilumina el camino a seguir de los que le rodean y puedan encontrarse perdidos.
Sé tú y brilla como una gran luz. Un faro está allí, quieto en el lugar
adecuado para saber dónde dirigirnos. Así seas tú, como un faro que está en la
discreción, pero permite iluminar el camino. La oscuridad se desvanecerá, y si
el ser está preparado, verá qué hacer y hacia dónde dirigirse. Dejemos que cada
alma elija el siguiente paso. Tú, sé tú. Es así cómo podemos ayudar a los
demás. (Pausa). Respetando lo que se conoce como el libre albedrío de cada uno,
es como más ayudaremos, siendo nosotros en todo momento. ¡Sentid el Amor en
vosotros! ¡Sentid la Paz en vuestro interior!, y actuad según vuestro corazón
os dicte. No dudéis. No os cuestionéis. Aceptad y sed aquel quien sois.
-
Lo que
está sucediendo en nuestros tiempos, ¿podríamos decir que es debido a una
sanación planetaria, a la instauración del Amor aquí?
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Lo que sucede es poner a cada uno en el lugar
que le corresponde. Los cimientos de un pasado ya no tienen lugar en el
presente. La visión de la vida de años pasados, tampoco tienen lugar ahora. Las
consciencias ya no son las mismas, nosotros hemos “crecido”, y por lo tanto, no
podemos continuar llevando los mismos trajes y vestidos que hace treinta,
cuarenta o cincuenta años atrás. Ya no nos caben. Debemos de ponernos unos más
en acorde a cómo somos nosotros actualmente. (Pausa). Muchas almas ya se han
ido de este planeta, pero habrán muchas más que también lo harán. El Amor pone
a cada uno en su lugar para que los que habiten este espacio donde nos
encontramos puedan continuar llevando a término la Intencionalidad Divina
Universal, y poder manifestar la divinidad que cada uno es.
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Gracias David, nuevamente, por este encuentro y
poder transmitir tus palabras para todos aquellos que las necesiten. Gracias.
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A ti – me responde.
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