Paseando por el campo, un
maestro preguntó a sus discípulos, al hacer un pequeño descanso junto a un
surtidor natural que se encontraba en medio de unos árboles:
-
¿Por qué estáis aquí ahora conmigo?
-
Maestro – respondió uno – tú nos dijiste que te
siguiéramos.
-
¿Y por qué me has seguido? – les preguntó.
-
Porque quiero saber más sobre mí mismo – dijo
uno.
-
¿Crees que conmigo encontrarás lo que buscas?
-
Sí, maestro. Desde que estoy contigo me he dado
cuenta de aspectos de mí que no era consciente antes – le respondió
-
Yo estoy aquí – dijo otro -, porque estoy
aprendiendo.
-
¿Qué es lo que estás aprendiendo? – le preguntó
el tutor con una expresión benévola y firme a la vez.
-
No lo sé, maestro – respondió el discípulo -,
pero me siento mucho mejor. Me siento mejor cuando estoy en la naturaleza.
-
Entonces – continuó el maestro -, ¿con quién
estás aprendiendo, con la naturaleza o conmigo?
Después de unos instantes de
silencio, el joven dijo:
-
Contigo, porque estando contigo, he llegado a
apreciar la naturaleza.
De repente, uno de los
discípulos de aquel pequeño grupo, que hasta ahora estaba en silencio, preguntó
a su mentor:
-
Maestro, ¿qué has aprendido de nosotros?
Él le respondió:
-
A apreciar la belleza de mi entorno y sentir el
camino de mi alma. Vuestra presencia da sentido a la mía. Me siento honrado y
agradecido por estar conmigo porque mi
alma ha necesitado que sea un aprendiz ante vosotros.
-
Entonces, ¿qué diferencia hay entre tú y
nosotros? – preguntó un tercero que escuchó sus palabras.
-
La misma que dos granos de arroz – le dijo.
-
Si somos iguales – prosiguió preguntando el
alumno -, ¿por qué estamos aquí?
-
Para aprender que vosotros sois la fuente de
vuestra sabiduría, y no yo.
Hubo un corto silencio. A
continuación prosiguió:
-
Vosotros sois la sabiduría que encontráis.
Recordad y encontraréis las respuestas que os hacéis cada día. Al final os
daréis cuenta que no existen las preguntas, sino sentir el camino.
-
¡Ah! – intervino otro de los seis discípulos que
en aquellos momentos se encontraban allí –, entonces tú sientes, y nosotros
preguntamos. No haces preguntas, sino que sientes las respuestas.
El maestro hizo una pequeña
sonrisa, y luego dijo:
-
Sentir aquel quienes sois os llevará a la
sabiduría.
Que el Amor y la Paz sean en todos vosotros.
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