La suave
languidez de la armonía interior no tiene obstáculos ni retos a superar. No hay
muros ni situaciones que puedan alterar este estado innato del ser. Al sentir
la llamada sosegada de tu esencia, hace que te libres a ella para ser
balanceado por la gracia divina de tu majestuosidad.
El flujo que te
rodea, abraza y alienta te hace sentir la fortaleza en ti, la capacidad de
sentir el absoluto control, sin ningún esfuerzo en este sentido. La plena paz
interior te lleva a ser observador del proceso, haciéndote entender cada paso,
decorado y escena que puedas llegar a ver o sentir.
Desde la
presencia como observador, divisas el camino más allá del presente y percibes
la evolución del ser según su proceder actual. Entiendes este “ahora”, dándote
cuenta de la perfección que hay en cada acto y espontaneidad que uno pueda
llegar a tener. No hay mayor satisfacción que poder ver la evolución de la
existencia espiritual en cada uno y el Todo en cada uno.
Ves. Sientes.
Sientes. Sientes. Ves. Sientes y sientes. Ves y Sientes en el grado más álgido
de nuestra capacidad de amar.
El orden y el
sosiego interior son parte de nuestra naturaleza. Volvemos a ella con
aceleridad, sin forzar ni acelerar, por nuestra parte mental, ningún paso
realizado. Sintiendo, somos. Siendo, aceleramos el proceso.
Desde los hangares
de nuestra alma dispuesta a mostrar su plena libertad, la Tierra se conjura con
el Universo para ser Uno y poder elevar cada alma despierta, desplegando las
consciencias para alzar el vuelo.
El vórtice de
la ascensión se va mostrando ante nosotros para poder subirnos a él y elevarnos
hacia lo más alto de nuestra voluntad, guiada por la divinidad que dentro de
cada uno hay.
No hay mayor
belleza que abrir el corazón y sentir la perfección de lo existente.
No hay mayor
plenitud y éxtasi espiritual que saber del sentido de nuestra existencia.
Las aguas del
plácido destino creado por nuestro ser, bajan suavemente, acariciando todo
margen de la Vida, esperando, nosotros, el podernos adentrar en él, cuando
llegue nuestra nave celestial. Ella ya ha salido en dirección a donde nos
encontramos para recogernos en el ahora adecuado y podernos subir en ella,
dejándonos llevar hacia los amores de nuestro universo.
Nuestra próxima
parada ya nos espera.
La calidez de
la tierra donde anclaremos, nuestras raíces más profundas está dando sus brotes
para recoger, a tu llegada, los frutos deseados. ¡Déjate llevar, amada alma,
por el soplo del Hogar! Déjate llevar por la candidez y familiaridad de los
encuentros de tu camino actual. Lo que vives, resuena en tu interior, porque
así fue acordado por la Fuente y tú. Vuelves a recordar aquel quien eres.
El sosiego
sentido con tu armonía interior, hace que pares el tiempo y puedas darte cuenta
que solo el presente existe y tiene sentido. Solo eres. Un halo de paz, luz y
serenidad te rodean y albergan cada rincón de tu materia celular, elevando la
vibración de tu ser, e irradiando el resplandor de tu presencia.
Es en este
estado que entiendes el concepto de la infinidad del universo. Sientes tu
infinidad, tu universo interior. Sientes la magnitud de tu esencia.
Siendo, llegas.
Siendo, te empoderas. Siendo, sabes.
Cuando llegas,
sientes tu fortaleza, capacidad de creación y coraje y la sabiduría emerge de
ti como un surtidor de aguas cristalinas y puras.
Tú te
conviertes en esta Fuente Mayor en medio de tu entorno, alimentando los seres
que te rodean.
Percibes la
melodía del silencio y la emoción de poderlo sentir.
¡Hay tanto por
sentir, como único camino de la sabiduría celestial en nosotros!
El estado
interior de nuestro ser que nos recuerda aquel quien somos, se debe a la
entrega incondicional de nuestra alma y todo nuestro ser, no a unas pautas externas,
sino a la guía y voluntad emanada de nuestro corazón. Es entonces, donde los
susurros más allá de nuestro presente llegan a nuestro interior y la Verdad se
manifiesta en nosotros.
Nosotros somos la Verdad. Nuestra esencia es
la Verdad Universal en cada uno. Nosotros somos parte de este flujo de aguas
apacibles, siguiendo su curso en la materia.
Esperamos en la
orilla hasta divisar nuestra nave, ya en camino para recoger aquel en quien nos
convertiremos, siento ya, la divinidad guiándonos.
El murmullo de
las aguas nos anuncian nuevos tiempos para nuestro ser, donde lo que fue, ya no
será. Los sueños empezarán a tomar forma dentro de nuestro proceso de ya no
pedir, controlar ni imponer a la vida aquello que nuestros miedos del pasado
quisieron imponernos. ¡Ya no!
Aquiétate y
déjate llevar por lo que sientes y por el vacío interior que estos instantes
puedan proporcionarte. Alégrate por sentir y por permitir que el silencio te
abra las puertas de tu belleza y tu verdadero ser.
No hay mayor
plenitud que sentir tu Divinidad habitando en ti.
Desde mi
corazón, que el Amor y la Paz sean en cada uno de vosotros.
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