Continuo recibiendo palabras
vuestras preguntándome sobre diferentes aspectos de nuestro proceso como almas
en evolución que somos.
Una de las preguntas que me
hacéis es:
“¿Cómo puedo ayudar a los demás, sintiendo dentro de mí esta llamada?”
Es cierto que llega un
momento en el camino de cada uno que siente el impulso de querer ayudar a los
demás. Éste solo es el inicio de un trayecto que se irá perfilando a lo largo
del tiempo, así como tu actitud ante él.
Ayudar a los demás, es innato
de todo ser. Cuando empezamos a conectar con nosotros mismos, con nuestra
verdadera esencia, empezamos a emanar el altruismo para todo aquel que veamos
que lo necesita. Ahora bien, ¿realmente esta persona lo necesita, o es nuestra
visión, quizás a veces interesada para hacernos sentir bien, la que nos hace
querer dedicarnos a los demás para “ayudarme a mí mismo”, llenando mi vida?
Ves a alguien y crees que su
situación tiene una salida, creyendo que el otro no la ve y tú puedes indicarle
el camino.
Ves a un grupo de personas
que lo están pasando mal y, en el momento, sientes la necesidad de ir a su lado,
a acompañarlos en el proceso y darles tu apoyo y ayudarles en todo lo que
puedas.
Es cierto que todavía hay
mucho dolor en el mundo.
¿Sabéis? Aquello que vemos a
nuestro entorno es un reflejo del interior del ser humano. Todo tiene un inicio
que lleva a un resultado, que es el que podemos ver en estos momentos.
No hay un paso que no sea
querido por nuestra alma. Todo tiene su sentido, y es la actitud de uno mismo
lo que puede hacer de tu participación en algo bloqueante, limitado o una mano
donde cogerse para salir de la oscuridad que se puede llegar a encontrar.
No por mucho ayudar,
solucionaremos la situación. Personalmente he seguido un proceso en mi vida, y
continúo avanzando por él. En él, también sentí la necesidad de ayudar a los
demás, sintiendo que todo lo que había recibido como instrucción de
autoconocimiento y sabiduría, no debía de quedármelo para mí, y sí transmitirlo
a todos aquellos que estuvieran preparados para recibirlo.
Empecé a querer ayudar a
personas que podían, según yo, necesitar una mano para resurgir del pozo que se
encontraban. Sus vidas se encontraban atrapadas en medio de una impotencia y
desolación, a veces, no sabiendo qué hacer para dejar atrás los momentos que
estaban viviendo. Tengo que decir que algunos de ellos eran de profundo dolor.
A veces la ayuda puede ser de ayudar a entender una situación, otras, dar pasos
a su lado para elevar su capacidad de resurgir, y otras, sencillamente pueden
ser de una necesidad de ayuda material. ¡Hay tantas maneras de ayudar…! Yo
aprendí mucho sobre la manera de ayudar a los demás. No es como inicialmente yo
creí. Aprendí, incluso, a darme cuenta que la mejor manera de ayudar, a veces,
es no hacer nada por la otra persona.
Hay otro punto a tener
presente en estas situaciones de la ayuda voluntaria, sin que la persona nos lo
haya pedido pero que vemos que la podemos “sacar de la situación que está
viviendo”, y es el de si la persona está preparada o no para recibir nuestra
ayuda. Queremos que todo vaya bien y la gente sea feliz, que nos olvidamos de
la importancia del libre albedrío. Con esto quiero decir que hay algo de suma
importancia en nuestra vida, y es que no vivimos nada que no tengamos que
vivir. Cada experiencia nos lleva a un aprendizaje, a una sanación en algún
nivel.
Hay experiencias a lo largo
de la historia conforme una ayuda inicial llevó a darse cuenta que los ayudados
volvían a recaer en la misma situación nuevamente, o en otras más dolorosas
todavía. Lo importante no es que los ayudes, sino que ellos estén preparados
para recibir tu ayuda. Cuando queremos intervenir sin más, porque creemos que
le podemos ayudar, a quien sea, no tenemos en cuenta si la persona está preparada
para salir de la situación que se encuentra, dentro de su proceso de evolución.
Quiero dar otra pauta de
reflexión, a tener presente, y es el hecho de que cuando alguien no es él, es
decir, no está conectado con su alma, con su verdadero ser, toda supuesta ayuda
que se quiera dar, no siempre va dirigida a la persona adecuada. Tengo que
decir que sobre este hecho tengo cierta experiencia, debido que estoy conviviendo
en un entorno muy terrenal. Con esto quiero decir que cuando menos seamos nosotros,
o dicho de otra manera, cuando menos consciencia tengamos, menos recordemos
quienes somos, más necesidades tendremos en la vida; más limitados nos
encontraremos y nuestra actitud será de victimismo debido a las creencias que
hemos adquirido a lo largo de nuestra existencia actual.
¿Debemos de ayudar, pues, a
los demás? ¡Claro que sí!, y sobre todo cuando alguien nos viene a pedir ayuda,
ahora bien, la ayuda que le podemos dar, no siempre es la que nos comenta, sino
el de que se responsabilice de su vida y aprenda de la situación que está
viviendo. La ayuda que le podemos dar es enseñarle a amar y a ver su vida desde
el corazón, para poderla llegar a entender y aprender.
Nosotros no podemos hacer lo
que a él le corresponde hacer. Cada uno debe de hacer su parte. Cuando alguien
viene a vosotros de una manera constante durante muchos años, plantearos si
realmente le estáis ayudando o le estáis creando una dependencia hacia
vosotros. Por suerte, cada vez más, las sesiones de terapia o autoayuda en el
mundo profesional, ya no duran dos, tres años. Cuando ayudamos a alguien y
necesitamos mucho tiempo, algo no está funcionando. Nosotros no debemos de
hacer su parte. Él no debe de depender de nosotros para vivir.
La verdadera ayuda es cuando
el ser empieza a liberarse de su pasado y responsabilizarse de su vida, dando
los pasos adecuados según él es y siente.
El concepto de ayuda y
sanación ya no es el mismo que hace años atrás. Los tiempos han cambiado, así
como las energías. Ahora debemos de tener presente el libre albedrío de cada
uno.
Encontrarnos en momentos
bajos puede ser un inicio hacia una nueva actitud y una vida de bienestar,
siempre y cuando nosotros seamos conscientes de lo que vivimos y del por qué. A
veces no sabemos de este por qué. Yo os diría, aprended a sentir paz y
bienestar, viváis lo que viváis.
¡Enseñad a cada uno que sea
él mismo! ¡No hagáis la parte que a él le corresponda! Mientras no sea así,
nuestra supuesta ayuda solo servirá para continuar manteniendo una energía de
baja vibración en la vida del otro,….y en la nuestra.
Cuando más conscientes seamos
de nuestro ser, nuestra existencia, más nos daremos cuenta del sentido, no tan
solo de nuestra vida, sino también la de los demás. Entenderemos el por qué
cada uno vive lo que vive. Siendo conscientes de nuestra vida, sintiendo el
Amor y la Paz en nuestro interior, entonces, nos daremos cuenta a quien
dirigirnos, de qué manera ayudarlo, y cómo transmitirle lo que tengamos que
expresarle o darle.
La entrega a los demás, no
representa la anulación de uno mismo. No todos están preparados para recibir el
alimento que queremos darle a su situación. Muchas de las almas que nos rodean
y vemos que sus vidas nadan en un dolor constante, así lo eligieron ellas para
su evolución. Cuando escuchamos nuestro corazón nos daremos cuenta si la
necesitan o no, y qué exactamente.
Los tiempos están cambiando,
y esto hace que haya muchos cambios en la vida de cada uno. Estos cambios
representan a menudo, dejar el pasado, dejar aquel quien no eran, para dar paso
a quien en verdad son. Esta liberación comporta un trabajo, una responsabilidad
personal para llegar a vivir según uno siente en su interior.
Siendo conscientes de nuestro
camino podremos llegar a la estabilidad tanto emocional, física como mental. El
verdadero camino para superar todo lo vivido es el Amor. Empecemos a amarnos
nosotros mismos, y este Amor ya se irradiará hacia todos aquellos que lo puedan
llegar a necesitar. Nuestra Luz los iluminará.
Ellos deben de estar abiertos
y predispuestos. Si así es,….todo será.
En estos últimos años hacia
aquí, he podido constatar, y ha sido cuando personas de mi entorno cerradas en
sí mismas han empezado a abrirse y cambiar su actitud ante la vida, o aspectos
de la vida, cuando menos he querido intervenir; entonces más ellas han
cambiado. Cuando menos he querido intervenir, más ellas han cambiado. Han
necesitado mi energía, no mis palabras o acción hacia ellos. Respeto absoluto.
Amarlos tal como eran y vivían.
Ha sido un período donde he
conseguido realizar más milagros sin mi intervención. Es cuando he visto los
resultados más sorprendentes en mi servicio a la humanidad.
He aprendido que siendo tú,
sencillamente siendo tú, puedes ayudar a los demás.
A todos los que queréis
ayudar a los demás, a hacer un mundo mejor,
dedicaros a recordar quienes sois y a escuchar vuestro corazón, que él
os dirá qué hacer en todo momento. Ahorraremos tiempo, energía e impotencia por
no poderlos convencer, ayudar, según nosotros creemos.
Solo existe el Amor, y es
desde el Amor donde el gran cambio individual y planetario está siendo posible.
Sintiendo el Amor en ti hacia
ellos, con todo lo que esto conlleva, les vais a ayudar más que interviniendo
sin haberlo pedido.
Que el AMOR y la PAZ sean en
todos vosotros.
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