Como cada mañana, Paula se dirigía a su
actividad cotidiana cruzando el monte hasta llegar a la población más cercana
de donde vivía con su familia. Eran unos treinta y cinco minutos donde sus pies
le llevaban al lugar conocido y habitual para poder ayudar a su familia, pero
ella estaba en su interior sintiendo aquel paisaje que le permitía sentirse Una
con toda la naturaleza y la vida que veía y percibía en sus desplazamientos.
Su mundo interior le hacía viajar hacia
el universo de su existencia y la gloria de ser y estar en su presente. Su
ahora le permitía ir más allá de su entorno y sentir la compasión y la
sabiduría de la existencia.
Cada día hacía el mismo trayecto, con las
mismas piedras, matorrales y polvareda en los tiempos más calurosos.
Una mañana se levantó para disponerse a
aceptar su nueva jornada. Salió de su casa y emprendió el camino hacia su lugar
habitual. En un recodo del sendero vio unas gafas en el suelo como si a alguien
se le hubieran caído. Se dirigió a ellas. Las cogió y quiso probárselas para
ver si veía bien. Rápidamente que se las
puso, se las quitó. Quedó como consternada por lo que parecía que había visto,
o al menos, así parecía. Paula volvió a observar aquellas gafas, sus cristales
por si eran diferentes a alguna de las gafas que ella ya había visto, pero todo
parecía normal. Volvió a ponérselas y quedó como asombrada, poniéndose a llorar
por lo que veía. Estaba quieta a un lado del camino que realizaba cada día.
Giró la cabeza a un lado con las gafas puestas y luego al otro lado. Parecía
ver algo inusual que le impresionaba gratamente. Sus lágrimas eran de sorpresa
y alegría a la vez.
¡Había visto a sus acompañantes
invisibles y su vida a partir de aquel momento! Con aquellas gafas podía ver
más allá de su presente y a todo el séquito celestial que siempre le
acompañaban y le protegían en sus desplazamientos, tanto por la mañana, como
por la tarde. Entonces se las quitó y las guardó en una especie de bolsa que
llevaba cruzada en el pecho.
Aquella mañana vio a una amiga suya. Se
saludaron y Paula la escuchaba mientras se le decía que su madre estaba muy
enferma y los médicos le dijeron que no le quedaba mucho tiempo. En aquel
momento recordó sus gafas. Se las puso y vio todo el proceso de su madre y el
remedio para salir adelante. Sin saber cómo se atrevió, le dijo a su amiga los
motivos por los cuales su madre llegó al estado actual y cómo ayudarla en su
recuperación aunque los médicos diagnosticasen la poca vida que le quedaba. La
amiga se fue para poner en práctica lo que su amiga le había dicho. Al final su
madre logró recuperar-se.
A
media mañana una compañera de trabajo se acercó a ella y le comentó lo mal que
se encontraba y el gran malestar emocional que sentía en su interior. Paula
recordó el encuentro con su amiga y lo que le había dicho, y se dispuso a
ponerse nuevamente las gafas. Lo que vio fue una gran frustración en la vida,
pero que saldría de esta situación si se autovalorase ella misma. Incluso vio
qué debía de hacer para que así pudiera ser.
Aquella
compañera se fue mucho más tranquila y esperanzada para poder salir del estado
interior que se encontraba.
A lo largo de aquel día hizo más usos de
aquellas gafas que se encontró en el camino. Cada persona que se le acercaba,
Laura podía ver los caminos para llegar a la armonía y la sanación de cada ser
que le consultaban. Parecía como si todos supiesen que nuestra Laura a partir
de aquel día podía ayudarles en su vida.
Volviendo hacia su casa, quiso ponerse
las gafas y centrarse en su vida a partir de aquel momento. En aquel instante
oyó una voz que le dijo:
-
No son las gafas, sino tu corazón quien
guía tus pasos y puede ayudar a quien lo necesita.
-
Sí –
dijo Laura -, pero al ponerme las gafas lo veo todo más claro y con más
perspectiva. Lo veo todo tal como es y debería de ser con plena certeza de lo
que siento al verlo. (Pausa). Entonces, ¿por qué con las gafas lo veo todo muy
claro y más allá del presente?
-
Estás preparada para que tu mundo
interior pueda ser manifestado a los demás. El silencio debe de dar paso a tu
manifestación tal como eres. Tu presencia debe de ser el espejo para todos
aquellos que hasta ahora han desoído sus corazones. Mañana ya no necesitarás
estas gafas, porque lo que sientes y percibes se encuentra en ti, no en las
gafas.
Al día siguiente Laura se despertó y
buscó las gafas al lado de su cama, pero no las encontró. Habían desaparecido.
Vio a su hermana y a su madre. Cuando lo hizo sintió toda su vida actual y el
camino a realizar por cada una de ellas. Cada persona que se le acercaba, podía
discernir el tipo de sentimiento que albergaba en su interior y cómo sanarlo si
le producía dolor o malestar.
De esto ya hace bastante tiempo.
Actualmente se dedica a ayudar a todos aquellos que lo necesitan, escuchando a
su corazón, sin más. Cada palabra emitida es la adecuada para poder continuar
su proceso aquel ser que le viene a consultar.
Laura tiene un pequeño local donde
atiende a todos los que se acercan a aquella población, o a los mismos
habitantes para poder llegar a ellos mismos.
A veces necesitamos un estímulo para dar
el siguiente paso, pero este estímulo no es un soporte constante, sino solo un
empuje para dar el siguiente paso nosotros mismos y poder continuar nuestro
proceso de ascensión para sentir nuestra verdadera esencia.
Podemos necesitar un apoyo, una
orientación para activar nuestra capacidad de darnos cuenta que hay algo más que
nuestro entorno tal como nos lo han hecho creer. Una vez hemos recibido esta
orientación, debemos de ser nosotros quienes demos los pasos para llegar a
nosotros mismos. Para ello es importante escuchar a nuestro corazón, porque sus
susurros nos orientaran qué hacer a cada instante y el cómo.
Laura vivió su mundo hasta encontrar las
gafas, sin compartirlo demasiado con los demás por no ser entendida. Necesitó
de aquellas gafas para darse cuenta que todo lo que veía y sentía no era algo
externo a ella, sino parte de su potencial innato. Cuando aprendió a conectar
con él, entonces, dejó de necesitar las gafas que permitían ver más allá, así
como entender el presente de cada uno. Todo consistía en SENTIR lo que su
corazón le susurraba.
Toda la sabiduría existencial se
encuentra en nuestro interior.
Lo que uno pueda llegar a necesitar se
encuentra dentro de él. Vayamos a nuestro interior y dejemos de asistir, como a
lo mejor venimos haciendo hasta ahora, a supuestos estímulos, los cuales nos
hacen, sin ser conscientes, ser dependientes de nuestro entorno.
Llega un momento que cada uno debe de
poner a la práctica todo aquello que siente desde su corazón. Cuando todos los
seres encarnados así lo hagamos, entonces, el mundo cambiará aceleradamente,
pudiendo ver la nueva Tierra y Humanidad, siendo Una con el Hogar y el
Universo.
Solo el Amor puede cambiar nuestra vida
hacia un estado de pleno bienestar. Las sanaciones y los milagros emanan de uno
mismo. La liberación de los obstáculos, según nuestra mente, se produce al
escuchar nuestro corazón y tener la actitud que él nos hace sentir desde la paz
y la armonía interior, siendo estados de nuestra verdadera esencia.
Las
gafas que nos permiten ver con claridad se encuentran en nuestro Sentir interior. Sintamos nuestra
esencia y volveremos a nuestro estado prístino manifestado en esta dimensión en
proceso de ascensión. Nuestra Divinidad pide paso para ser expresada.
Que el Amor y la Paz sean en cada uno de
vosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario