En nuestro interior
podemos sentir unas inquietudes y estados anímicos removidos, extrañándonos a
veces, por sentir lo que sentimos. Todo y así, no es del todo profundo, porque
sentimos, también, como si fuera en el fondo, algo pasajero y esto es un indicio
que algo está cambiando en nuestro interior. Nuestras energías se están
renovando, liberando la densidad de nuestro ser y dando paso a unas nuevas
energías con un grado mayor de vibración.
Cada vez que hay cambios
en este sentido, nuestro cuerpo y nuestra parte sensitiva percibe los estados
de nuestro interior conforme no acabamos de sentirnos bien, pero todo es debido
a, podríamos decir, una limpieza energética para dar paso a un nuevo estado y
así elevarnos y subir unos peldaños más en nuestro proceso evolutivo.
Nada es lo que parece.
Aquellos momentos que nos hacen sentir no del todo bien, solo son toques de
nuestro proceso para ir más allá de nuestro momento de Ascensión hasta una
nueva cima que nos permitirá ver la vida, sentirla y vivirla con una nueva
actitud y visión, hecho que nos abrirá las puertas de un mayor bienestar y
oportunidad de entender nuestra existencia actual.
Vivimos tiempos donde lo
pasado se está alejando de lo que fue y se apegó en el tiempo para subsistir en
estos nuevos tiempos sagrados y del brotar de las nuevas semillas celestiales
en cada una de las almas encarnadas en este planeta de una sola luna.
A veces uno puede llegar
a necesitar una guía, un poco de luz para ver más claro su estado actual o
hacia dónde dirigirse y poder llevar a término con toda su plenitud aquello que
ha venido a hacer.
Yo os digo: no estáis solos. Nunca lo habéis estado. El universo vela por nosotros y nunca nos ha
dejado de la mano.
Actualmente tenemos luces
por todos los continentes para tomarlas como referencia y podernos ver, como si
fueran espejos, y darnos cuenta de nuestra situación actual y la dirección a
seguir a partir de aquel momento que abramos nuestro corazón y seamos
conscientes de lo que representan estos seres/espejo para la humanidad que se
encuentran, en estos momentos, viviendo experiencias de cambio y
transformación.
El Hogar nos está
enviando seres puros y amorosos para calmar nuestros miedos y permitirnos hacer
una serie de cambios en nuestras vidas para llegar a aquel quienes somos en
verdad: a nosotros mismos.
Estos seres luminosos y
puros no son de gran altura ni profesan ambiciones ni se plantean proyectos ni
expectativas. No son titulados en ningún máster universitario ni poseen títulos
de ámbito intelectual. Nada de eso poseen. Sencillamente son y se muestran tal
como son. Estos espejos para la humanidad son los Niños. Se encuentran en todo barrio, población, capital, país,
continente, haciendo su presencia en todos los rincones de este mundo. Ellos
son los espejos donde podemos vernos reflejados y darnos cuenta de nuestra luz
u oscuridad, nuestra dirección adecuada a seguir y dar, por voluntad propia,
los giros que se necesiten para enderezar nuestra existencia y dirigirnos hacia
nuestra plena manifestación y realización en esta vida, cumpliendo así, el
sentido por el cual encarnamos.
Los niños son manantial
del maná para alimentarnos y saciarnos según nuestra alma y avanzar basándonos
en nuestra verdadera esencia: el Amor.
Los niños, tal como son
actualmente, tienen una razón de ser. Para aquellos que abran su corazón y
puedan ver el fondo de sus formas, podrán darse cuenta que más allá de lo que
nuestros ojos ven, nuestro interior nos hace sentir cuando nos encontramos ante
un ser como los niños.
Ellos, como nosotros,
están aquí con una finalidad superior. La diferencia entre ellos y nosotros, es
que traen consigo una energía, una consciencia despierta diferente al grado de
activación que podríamos traer los adultos. La mayoría de los niños son más
adultos, espiritualmente hablando, que sus padres o los adultos que les rodean.
Tomaros vuestro tiempo y
contemplad a los niños. Observarlos sin crítica ni juicio, sencillamente
observándolos y viendo lo que hacen y cómo se lo pasan de bien haciendo lo que
hacen. En ellos nos podemos ver reflejados para darnos cuenta, quizás, que a
nosotros también nos falta divertirnos un poco y dejar de hacer servir la mente
constantemente para hacer que nuestro pasado, problemas, tensiones y preocupaciones
de antaño, aparezcan en nuestro presente en todo momento.
Los niños viven y actúan
desde el corazón. Son todo Corazón. Su amor hace que deseen solo lo mejor para
ellos. Miran de disfrutar y deleitarse de la vida a cada paso que dan. Son los
grandes maestros para la nueva humanidad.
Su pureza y su inocencia, entendiéndola como falta de
maldad, hacen de estos seres, una fuente de agua pura y cristalina, donde todo
aquel que la beba, saciará su sed de desear preocupaciones, malestar, dolor y
miedos en su vida.
Han pasado siglos y
siglos y todavía gran parte de los adultos no son conscientes de lo que
representan para nuestro mundo, para nosotros mismos.
Hay quien reza y pide una
ayuda para nuestro mundo, en cambio, continúan viendo a los niños como seres
pequeños que no saben nada y deben aprender todavía mucho de la vida. Lo que no
saben, aquellos que así piensan, es que estos seres contienen las semillas para
una nueva vida sin contraindicaciones, intereses personales ni miedos. Ellos
son el ejemplo del acercamiento de los unos a los otros, del divertirse y de
dar sentido a nuestras vidas. Observadlos desde el corazón y veréis la madurez
y sabiduría que contienen en su interior. Es en la manera de actuar y
expresarse donde os daréis cuenta de cuál es el camino a seguir en la vida
actual.
Es cierto que ellos no
saben todavía, de pequeños, adaptarse y vivir en este mundo terrenal. Vienen
del Hogar, del cual todos procedemos y allí podían expresarse de una manera
libre y majestuosa. Aquí, en este plano Tierra, deben de aprender a integrarse
en este tipo de vida y ver la manera de acercarse a todos aquellos que
acordaron encontrarse en esta existencia encarnada, antes de su nacimiento.
Todo está conjuntado y
sincronizado. Todo está bien. No hay nada al azar y ellos lo saben.
Se debería escuchar más a
los niños. No hablan por hablar, sencillamente juegan y actúan. No discuten por
discutir, sencillamente se adaptan y fluyen. Su actitud es un reflejo para el
adulto en esta vida que vivimos.
A veces, cuando se
expresan parecen que transmitan una sabiduría que no se entiende de donde la
han obtenido. Parecen sabios hablando, y a lo mejor sólo tienen, en esta
encarnación, tres años. Ellos tienen claro cuál es el camino a seguir, y en
cambio, no siempre los adultos tienen esta certeza.
Hay quien se encuentra
con un bebé o un niño, y toda su parte más amorosa surge de su interior. Los
niños hacen florecer aquellos aspectos innatos del ser. Hacen que la parte más
amorosa de cada uno sean irradiadas allí donde están. Esta es una de las
características de los niños actuales.
Escuchémosles y abramos
nuestro corazón. Aceptémosles tal cual son, porque sus diferencias en relación
a nosotros, seguramente serán las llaves para poder llegar a sentir dentro de
nuestro interior, al verdadero ser que somos.
No es cuestión de la
altura física, de tener un cuerpo fibrado, musculoso, porque lo importante en
la vida no es la forma, sino el fondo, y los niños saben del fondo y el cómo
aplicarlo en su día a día. Si su entorno los entiende y los respecta y trata de
tú a tú, entonces, estaremos colaborando en hacer un mundo nuevo donde el amor
y el corazón predominarán, haciendo que lo que fueron las guerras, las tensiones
y los intereses personales, políticos y económicos, desaparezcan de la faz de
la Tierra, porque nos iremos uniendo cada vez más y creando un nuevo mundo
donde la armonía y la Paz predominarán en este planeta donde nos encontramos
experimentando una Voluntad Superior para elevar, no solo la vibración de nuestro
planeta y la humanidad, sino para elevar todavía más, a todo, no a nuestro
universo, sino a todo el firmamento.
Los niños son parte de la
llave existencial que ensalza y eleva a las almas.
Aceptémoslos en nuestro corazón.
Que el Amor y la Paz sean
en cada uno de vosotros.
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