Se le acercó y le dijo:
-
Buenos días maestro.
Éste le correspondió con un gesto, asintiendo levemente con
su cabeza.
-
¿Por qué, cuando crees que tienes integrado un
aprendizaje obtenido en tu vida, de repente aparece un estado interior como si
no se estuviera aplicando el aprendizaje en tu día a día?
El maestro contemplando el valle le dijo:
-
Amado discípulo, ¿ves el valle con todas sus
montañas que lo abrazan y rodean para ensalzar su belleza? Así está sucediendo
contigo. No dejes que lo aprendido se convierta solo en un conocimiento, sino
en una integración de tu verdadero ser. La aplicación del conocimiento te
llevará a manifestar la belleza que en ti hay. En tu interior encontrarás la
sabiduría para entender que la práctica te llevará siempre a aquel quien eres.
El joven continuaba escuchando a su mentor.
-
Cuando se ve la luz de lo aprendido, entonces,
hay que integrarlo en uno mismo, y es con la práctica cómo se llega a
transmutar el conocimiento en sabiduría y en elevar tu ser.
-
Entonces – interrumpió el discípulo -, cuando
nos damos cuenta de lo que nos quiere decir alguna situación vivida, debemos de
irlo aplicando hasta que quede integrado en nuestro interior.
-
Entonces, añadió el maestro, lo vivido no
comportará ninguna duda ni malestar, porque al saber, tu actitud será la
adecuada, siendo consciente del papel de lo vivido en tu proceso.
-
¿Y por qué hay quien vive una y otra vez
situaciones reiterativas, maestro? – preguntó el joven.
-
No todos están predispuestos a avanzar en su
camino a un ritmo concreto. Cada uno de vosotros, sigue un proceso de sanación,
de liberación para llegar a manifestar aquel quien en verdad es. Cada vez que
se vive algo en relación a la misma esencia quiere decir que ya ha dado pasos
en este sentido y necesita finalizar su aprendizaje en esta dirección.
-
Por lo tanto – respondió el chico, aguardando
unos momentos de silencio – cada nueva situación sobre el mismo aprendizaje es
una confirmación conforme estamos en el camino correcto. ¿Verdad maestro?
-
La belleza está en tu alma. Siendo consciente de
lo vivido, ésta irá mostrando cada vez más su resplandor, al igual que este
valle irradia la serenidad y la divinidad de su presencia. Así está siendo
contigo.
Entonces el venerable giró su cabeza, contemplando
nuevamente su paraíso ante él mismo.
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