Amada alma, no siempre eres entendida y respetada. En este
mundo donde habitamos las palabras tienen el significado según quien las
utiliza. No siempre son expresadas adecuadamente, poniendo diferentes nombres a
algo, haciendo que cada nueva etiqueta pueda representar algo diferente depende
del contexto en que se encuentre.
Esto, amada alma, ha hecho que tu presencia en cada uno no
siempre sea interpretada y sentida según tu esencia.
Sin ti, no existiríamos. Tu esencia, pura y cristalina, va
más allá de lo que se concibe expuesto en un diccionario.
Sin ti, yo no sería.
Sin ti, este mundo no tendría sentido.
Accedimos a venir a esta materia debido al gran abrazo del
Plan Divino Superior. Contigo asistimos a la confirmación de venir cada uno, en
este mundo físico.
Sin ti, no somos nada.
Muchos pueden decir que ellos son por sí solos, sin tener
ninguna creencia, denominada, religiosa.
Muchos de los aspectos esenciales de nuestras encarnaciones son confundidos por
una religión establecida hace unos dos mil años, o más, asociando el vivir desde la mente con el vivir
según nosotros somos. Más allá de lo inculcado, se encuentra nuestro sentir, el
cual nos proporciona el camino a seguir para llegar a nosotros mismos, no a
según lo establecido por nuestro entorno para nosotros.
Amada alma, se necesita tiempo para saber verdaderamente de
ti y tu sentido en nuestras vidas. Actualmente, nada es lo que parece a los
ojos físicos de nuestra humanidad.
Debido a nuestra procedencia histórica hemos tenido, y
continuamos, que despojarnos de todo lo aprendido para poder sentir la
liberación de toda densidad albergada en nuestro interior que es la que nos
priva llegar a ti, y sobre todo, poderte sentir para saber de nuestra verdadera
esencia y llegar a manifestar al verdadero ser que somos.
Nuestra alma no es algo anexo a nuestro ser, algo añadido
para poder creer o no, según cada uno. Nuestra alma es lo innato, la verdadera
esencia innata de cada uno. Todo lo demás, es añadido para nuestro proceso
evolutivo y poder llegar a ella.
Gran parte de esta humanidad, todavía concibe el alma, como
algo que, voluntariamente, uno decide creer en ella o no. Aquí no hay
creencias, porque éstas proceden de nuestra mente racional, y su manifestación
se ha derivado en unas creencias y visión de la vida que no siempre es lo real.
Una visión distorsionada conlleva rechazar todo aquello que no se asemeja a lo
que uno cree.
El creer, limita.
El sentir, te libera.
Amada alma, siento tu presencia en mi ser. Sólo siento el
Amor, la paz y la eclosión de la plenitud en mí. Aquel quien te siente, sabe de
él mismo, y puede sentir la exaltación del verdadero ser omnipresente, inmortal
y eterno desde la Luz que es.
El alma no es algo físico donde uno creer o no.
Para saber del alma, no hay que creer, sino adentrarse en el
camino interior para saber de uno mismo. Entonces es cuando las puertas
interiores se van abriendo hasta encontrar la fuente de vida que hay en ti. Te
adentras a ella y sientes la fuerza celestial en ti, así como una gran conexión
con toda una vida interdimensional procedente del Hogar del cual todos
procedemos.
Nuestra alma no tiene un valor académico ni institucional.
El único valor que tiene es el que te permite ser tú mismo.
¡Oh, amada alma! Mi ser te siente y reconforta toda mi
humanidad, liberándola de aquel quien no era, para poder manifestarme según la
Voluntad Superior de la cual todos estamos inmersos y unidos.
Contigo, amada alma, no hay subjetividad. No existe la
parcialidad ni los filtros para ver algo desde un prisma concreto u otro. Solo
se manifiesta la Verdad tal como es, entendiendo el Sentido por el cual así
está siendo.
Lo que uno siente manifestándose desde la Unicidad con ella,
va más allá de toda terrenalidad y opinión. El alma no opina, no cree, no
organiza, no programa, no se inquieta, no tiene miedo a un futuro. El alma sabe
que ella es la creadora de todo lo que puede llegar a suceder en nuestra vida,
por lo tanto, aquel que se ha encontrado a sí mismo, ha conectado con su alma,
sencillamente es y siente, haciendo aquello que en cada instante su interior le
susurra. Es lo que se conoce como vivir
desde el Corazón.
Ser uno mismo no es vivir según lo han creado, sino según él
es. No es según los convencionalismos de su exterior, de su entorno, sino según
lo que su fuente de vida interior le susurra.
Amada alma, ¡deseo tanto que la humanidad sepa de ti! Yo Soy
mi interior. Éste eres tú con mi predisponibilidad para llevar a término
aquello que yo, particularmente, he venido a hacer. Como bien sabes, mis deseos
han desaparecido porque contigo solo sé que todo será. Solo siento y soy según
te siento. Más allá de mí, de nosotros, existe la pureza de la Fuente de Vida
de la cual todos procedemos. Lo emanado de ella se encuentra en cada uno para
poder llevar a término aquello que acordamos para nuestra misión en esta
tierra.
Somos pureza, amor, serenidad y todopoderosos. Cuando
cerramos la puerta de nuestra alma, ignorándola o negándola, entonces, es
cuando el mundo en que vivimos, antepone sus creencias y su imposición para
hacer que todos apliquen lo que ellos creen. Al final, las resistencias se
debilitarán, y los brotes de luz empezarán a irradiarse, aceptándolos en el
interior de cada uno. Será entonces, cuando en este mundo se unirán todos los
sistemas de vida existentes en Uno solo: humanos, animales, vegetales, minerales
y celestiales.
Te siento intensamente, amada alma. Siento y veo tu Luz en
mi ser y en cada uno de los que me rodean.
Debido a los diversos nombres que se te asocian, tu
presencia ha sido relegada debido a la influencia de las creencias basadas o
asociadas a ti. Nombres diversos como: Alma, Ser Superior, Divinidad, Yo
Superior, Dios, Gran Espíritu, Espíritu Superior y otros que configuran la
serie de denominaciones para nombrarte, hacen que se crea una confusión tal que
te hayan relegado a un segundo término debido a la falta de concreción y
divulgación concreta de tu presencia en nosotros.
Más allá de los nombres, de las etiquetas, te encuentras tú,
amada alma. Tú no eres etiqueta. Eres sensación, sentimiento, un sentir intenso
de plenitud en uno mismo, donde la expansión, la extensión, la pureza del Amor
y la absoluta certeza de quien eres y la serenidad conforme todo aquello que
realizarás o vivirás en tu vida actual, tendrá un sentido, obteniendo un
aprendizaje y una realización plena en tu existencia encarnada actual.
Nuestra alma es lo que se conoce como el Dios que cada uno
es. Es esta esencia divina que cada uno lleva consigo desde su nacimiento. Si
de pequeños se nos enseña a sentirla, entonces, es cuando podremos sentir el
empoderamiento de nuestra verdadera esencia con el pleno convencimiento de
llevar a término, con todo nuestro resplandor, aquello que hemos venido a
hacer. Cada uno su parte.
Sentir nuestra alma, nos liberará de todas las dudas y
miedos que uno pueda llegar a tener. Será la Luz de nuestro camino, y la guía
de nuestros pasos para realizar el sentido por el cual respiramos por primera
vez.
Nuestra alma no tiene que evolucionar, sino nuestro ser,
para poderla aceptar y dejar que se manifieste según es. Este es el proceso.
Gracias, amada alma. Mi Amor y mi Ser es Uno contigo.
Sin ti, no existiríamos. ¡Gracias!
Que el Amor, la Paz y la Luz sean en todos vosotros, amadas
Divinidades.
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