miércoles, 4 de diciembre de 2019

Todo proceso nos lleva a la Entrega




El ser, dándose cuenta de lo vivido hasta ahora y siendo consciente de lo que ha representado en su proceso encarnado, sintió que una etapa estaba finalizando en su vida.
Sentía una inmensa expansión en su interior, así como una paz, una serenidad y un pertenecer a una Familia más allá de donde se encontraba como humano.
Su consciencia le llevó a aceptar su estancia en este mundo físico, donde su alma ha tenido que vivir situaciones donde no siempre ha podido manifestarse. Es así como aquel ser consciente, pudo darse cuenta que esta vida solo es el aprendizaje para un sentido superior donde las almas elevadas a lo largo de los tiempos, han podido volver a su verdadero Hogar ayudando a este mundo desde su dimensión actual.
Nuestra alma, paseando por la cima de donde vivía podía sentir la brisa del aire como le abrazaba, sintiendo en su piel el contacto de su presencia. Veía, también, cómo el sol iba poniéndose a medida que iban pasando los instantes en este día terrenal. Todo era tranquilo. Todo estaba en paz, como el interior de aquel ser que sentía su esencia innata irradiada a través de cada uno de los poros de su piel, su mente, su corazón y todo su ser, sintiéndose iluminado, acariciando cada planta, piedra, arbusto o árbol que iba dejando a su paso a lo largo de este camino en medio de la naturaleza.
Esta alma encarnada llegó a darse cuenta de su procedencia, su verdadera esencia y del sentido por el cual accedió ser presente en estos tiempos de este mundo terrenal, físico, que se encontraba. Entendía su papel.
Habiéndose detenido y mirando la puesta de sol con los tonos solares rebajados, sentía el silencio y su esencia expresándose en él. El sol dejaba lugar a los momentos de interiorización del humano para que pudiera sentir aquel quien en verdad era.
Ya no era el mismo. Aquel quien fue, ya no está. Su nueva etapa requería un cambio vibracional en todo su ser para poder llevar a término los aspectos más notables en este mundo, realizando sus obras más relevantes para toda la humanidad. Era el momento de cruzar la puerta encontrada y adentrarse en su plena realización de lo que ha venido a hacer. Así lo acordó y pactó.
Nunca ha estado solo, y tampoco lo estará en la nueva etapa que se le avecina, y que sus pasos ya han empezado a adentrarse en ella. Su momento actual es como estar finalizando aquello por lo que se encontraba en aquel lugar, y a la vez, adentrarse en una nueva luz para su plena realización. Había llegado su hora.
La tranquilidad imperaba en su estado interior. La paz y el silencio permitían sentir los momentos comentados hasta ahora. Eran constantes.
En su vida ya no había dudas, ni preguntas ni preocupaciones. Era un alma entregada a su Divinidad interior. Su esencia era quien le guiaba, le hablaba y le protegía, sintiendo el amor en su estado más puro e incondicional.
La vida de este ser no era como la de los demás. Su estado consciente le permitía entender, y así aceptar, todo lo vivido, dándose cuenta de los aprendizajes que sus situaciones le aportaban.
Este ser dejó su humanidad para mostrar aquel quien en verdad era.

Todos somos divinidad. Cuando nos liberamos de lo mental y lo adquirido desde nuestro exterior, es cuando empezamos a esclarecer el camino para llegar a nosotros mismos.
Este es el proceso de la humanidad en este mundo, con todas las consecuencias que esto conllevará: dejar la humanidad para mostrar la divinidad de cada uno, que a la vez, es la misma para todos. Entonces es cuando los habitantes de este mundo se unirán, al vivir desde el corazón para aceptar, comprender y sentir la aportación del otro en nuestra vida y la de los demás.
Cada vez hay más seres conscientes, que son los que dan de la mano a la humanidad y a este mundo.
Entregarse a la Divinidad es uno de los pasos más decisivos para vivir según sientes y en acorde a la Voluntad Superior. Entonces cada uno tomará el verdadero papel por el cual ha venido a este mundo. Mientras se continúe adaptándose y viviendo desde las pautas exteriores, terrenales, el camino para la elevación de este planeta irá avanzando lentamente. Cuando el ser humano decida ser él mismo y empezar a adentrarse en su interior para sentir y conectar con quien en verdad es, entonces, su humanidad irá liberándose, hasta llegar a conectar y mostrar su divinidad, hasta el punto que cuando ya así sea en todos los ámbitos de la vida de uno, entonces, él ya no será él, sino la Voluntad Divina en manifestación. Es entonces, que como nuestro ser del principio, se entrega a sus manos y ya no toma decisiones, porque todo le llega. Ya no planifica, porque todo se le da en su momento. Sencillamente, se deja llevar por quién es y el mundo donde vive deja de tener la visión que tenía hasta el momento de su transmutación vibracional y entrega.
Su presencia se convierte en sabiduría, serenidad, bienestar para quienes le rodean, mucha paz y un sentirse respetado y acogido por él. Su calidez abraza a todos los que puedan estar presentes en aquel momento.
Uno se convierte en un ser donde la sencillez, la naturalidad, la comprensión y la pureza emanan de su esencia.

Esta es la dirección del mundo donde vivimos. Cada uno tiene la llave de su vida, y cada uno se suma a la de los otros, y juntos, crean una nueva vida y un nuevo mundo, donde la humanidad que la habita va dejando atrás, elevando sus vibraciones y dando paso a la Divinidad que cada uno es, llevando a término el sentido de nuestras presencias en esta vida.
Entonces, es cuando el Plan Divino Superior para este mundo de una sola luna empezará a mostrar los resultados de un libre albedrío inicial adjudicado a cada alma después de la era glaciar de este planeta. Fue cuando se introdujo la consciencia en cada uno para que ésta fuera activándose y despertando según cada ser encarnado.
Todo siguió su curso hasta los tiempos que vivimos.
Nuestro ser consciente del principio de estas palabras era uno de los que activarían el despertar y la elevación de este mundo y humanidad para llegar a crear la vida según el Hogar del cual todos procedemos.
Para ser uno mismo, debemos de hacer nuestra entrega total a aquel quien en verdad somos y dejar que la Divinidad actúe de una manera libre y plena a través nuestro.
En el fondo, nosotros somos los canales  y la esencia para que así sea.
Nosotros somos la Divinidad encarnada.

Que el Amor y la Paz sean en cada uno de vosotros.

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