Una vez un maestro se encontró con su discípulo y le dijo:
- Si tuvieras que hacer una pregunta, donde su respuesta te diera la respuesta de todo lo que pasa en el mundo, en tu vida, que te diera entendimiento sobre el universo y te hiciera conocer a Dios, ¿qué pregunta harías?
El discípulo quedó pensativo, y después de un rato contestó:
- Maestro, necesitaría más tiempo para encontrarla.
- Ves, y cuando la sepas, ven a verme – le respondió el maestro.
Pasaron los días, y al cabo de un tiempo, fue a encontrar a su Maestro. Se encontraron uno delante del otro. El discípulo observó la expresión serena y sabia de su instructor, esperando la pregunta encontrada de su discípulo.
- Maestro, ya sé que pregunta haría.
El Maestro no dijo nada, solo escuchaba. Entonces, el joven continuó:
- La pregunta que haría es: “¿Quién soy yo?”
El Maestro, después de oírla, hizo un ligero movimiento de asentimiento con la cabeza, a la vez que le ofreció una sonrisa.
El discípulo supo que había hecho la pregunta adecuada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario