Después
de andar durante mucho tiempo en tierras áridas y encontrarse con seres muy
diferentes entre sí, el viajero decidió pasar la noche en este paisaje hasta
donde había llegado, más cercano a un semidesierto que a un bosque. Recopiló
algunas ramas para encender una pequeña hoguera y puso calidez a aquel lugar
cubierto por la sábana estrellada que le cubría como techo.
Apiló
lo recogido, encendió una cerilla, y con un follaje añadido pudo poner luz y
calidez allí donde se encontraba.
Estaba
solo. Se sentó sobre una piedra y dejó que sus ojos se perdieran ante la
contemplación de aquellas pequeñas llamas elevándose hacia lo alto.
En
este estado de fijación e interiorización sintió, no oyó, como si alguien se
acercase. A medida que iba acercándose a la hoguera, vio a un ser que le era
conocido: su amigo, maestro y compañero Jesús. Siempre apareció en los momentos
más íntimos conmigo mismo. Sabía que era él.
Se
acercó, sonreímos al vernos y se sentó en otra piedra que había cerca de la
mía, a mi lado derecho.
-
¿Qué tal? - preguntó Jesús.
-
Hoy parece como si todo mi pasado estuviese pasando ante mis ojos y
pudiese sentir lo vivido, pero a la vez, como si todo esto fuera ya algo que no
me perteneciese, sintiendo esta liberación y yo como un simple observador que
ve desprenderse de lo que ya no me pertenece.
-
…
-
Es como si fuera una parte de mí que ya no se encuentra en mí, pero que
yo lo siento en mi interior, y habiéndome dejado un vacío, ahora este vacío se
llenase de expansión y bienestar.
Contemplando
el cielo estrellado hago un silencio sintiendo algo que está saliendo de mí
para hacer que Yo sea Yo.
Estoy
hablando desde el puro sentimiento, sin términos técnicos, sencillamente emanado de mi corazón, tal como lo siento.
Miro
el firmamento que cubre mi ser desde lo más alto. Hay lugares existenciales de
vida, más lucientes que otros. Yo los contemplo y siento que soy parte de cada
uno de ellos.
-
Tu corazón se expande – me dice Jesús. Es en momentos como estos, que
tu alma siente la liberación de tu ser. Ella se reconforta al saber que has
abierto consciencia de la permisividad para que la divinidad que hay en ti, el
Padre en ti, pueda habitarte y manifestarse a través de ti. (Pausa). Para que
el Padre pueda manifestarse en ti, necesitas de estos momentos de conexión con
tu ser. En él, podrás sentir aquel quien en verdad eres. Yo también necesité de
la soledad para sentir quien era y dejar que el Padre me abrazara. Fueron
instantes de gran fortaleza para mí.
-
…
-
Amado, no dejes que la impaciencia se muestre ante ti. Te has alejado
de todo raciocinio, y no has dejado entrar en tu camino la terrenalidad como
sostén primordial de tu vida. No es eso lo importante en el camino. Tú eres el
camino. El Padre es el camino. Deja que se muestre en ti. ¡Siéntelo en tu
corazón!, y sabrás qué hacer en cada instante de tu presencia actual.
En
estos momentos se crea un silencio en medio de la noche, sintiendo la paz, el
amor intenso de nuestra esencia, la dejadez en quien nos creó, y la absoluta
sensación de paz, sosiego, plenitud y tantas y tantas sensaciones, que podrían
incluirse en YO SOY. Todo YO SOY. No hay nada que no pertenezca a la Divinidad
a la cual todos pertenecemos y somos. Es la dualidad para un aprendizaje
individual que nos lleva a un volver a recordar aquel quienes somos para
manifestar la Voluntad Divina Superior en este amado planeta de una sola luna.
Nuestros
interiores se unen para crear uno de solo. Su presencia es la mía, y la mía,
una con la suya. Lo que siento en estos momentos, no puedo expresarlo con
palabras. Éstas no existen para poderos decir que es la plena unicidad y amor
con el Hogar, y en estos momentos, con mi amado amigo, maestro y hermano Jesús.
(Me pongo a llorar, al sentir lo que siento). Es la pureza del AMOR. Sólo Amor
existe cuando nosotros somos nosotros y sentimos la Unicidad con el Hogar y
nuestros hermanos de la Luz desencarnados.
Callo.
Sólo siento mientras voy viendo como ángeles van acercándose aquí donde nos
encontramos. En el silencio de lo terrenal, excluido algún que otro chasquido
de les llamas, van apareciendo y descendiendo desde lo más alto del lugar donde
me encuentro.
Todos
quieren estar aquí conmigo y Jesús. ¡Cuánta pureza y Amor! Es infinitamente
profundo lo que estoy sintiendo en estos momentos. Mi cuerpo parece no existir
y mis sentimientos y sensaciones más sutiles, aumentan por momentos.
Veo
los ojos de Jesús mirándome con la expresión de bondad, profundidad y dándome a
entender que Yo Soy él, y él Uno conmigo.
-
Deja que el Padre te hable – me susurra a continuación.
(El Padre me habla sobre aspectos relacionados con mi alma, sintiendo
que no debo expresarlos debido que su comunicación es solo para mí)
Siento
en el silencio de mi interior el mensaje transmitido sin sonido, en lo más profundo de mi ser.
Nuestra comunicación es mental, energética, amorosa. No necesitamos la
sonoridad para comunicarnos.
-
Que se haga tu voluntad en mí, Padre, y que vuestra presencia,
hermanos, sean conmigo, para juntos servir a la Intencionalidad Superior del
Universo.
Jesús
me mira y sonríe, sabiendo que este gesto da conformidad a lo expresado por mí,
ahora mismo.
-
Amén. Así es y será – digo.
Siento
la presencia de mis hermanos del Hogar y del Amor del Padre en mí, sabedor que
soy parte de ellos, y ellos parte de mi, a la vez que me encuentro nuevamente
solo ante la hoguera en esta noche clara y llena de Luz desde el firmamento.
-
Gracias – digo susurrando mirando la hoguera mientras chispas
brillantes, doradas y anaranjadas danzan elevándose como honrando y mostrando
el camino del Creador, el Hogar.
1 comentario:
es precioso, me encanta
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