El maestro va forjándose,
superando todas las pruebas que el universo pone a su paso. Él confía, mantiene
la serenidad, siente la paz, el amor y el Hogar en él. Hace plegaria, decreta y
es consciente de sus visiones, sueños y la belleza que le rodea. Vive el mejor
decorado que pueda llegar a tener. Sabe que se encuentra en el lugar adecuado
para su alma y su proceso.
El maestro sabe de sus
momentos presentes y el camino a recorrer. Vive abierto de corazón, sintiendo
la naturaleza de todo lo que le rodea. Percibe, siente y se da cuenta de la
realidad, más allá de lo físico.
Vive en su interior, con la
puerta abierta de su ser para recibir al Hogar en todo momento. Sabe de su
situación, y sus acompañantes de la Luz le van dando coraje y guían su camino.
Lo nutren y le abastecen del amor que es e irradia.
Viviendo en una realidad que
no es la suya, el maestro tiene que hacer frente, en momentos de su proceso a
saber estar con él mismo, sin más; y esto representa “sin nada más que él mismo”.
Sabe del camino a seguir, de los momentos que llegará a vivir, todo y
así, no se le anunció el vivir momentos de no
hacer nada. Tener la plena disponibilidad de las 24h que nuestro día tiene.
Vivir momentos que al
levantarte agradeces este nuevo día, pudiendo decretar, trabajarse para sentir
bienestar, y al poner los pies en el suelo abrirse a lo inesperado, sabiendo a
la vez, que este día también tendrá su sentido, aunque su voluntad no sea
materializada tal como querría.
El maestro se levanta ante un
nuevo día y agradece poder adentrarse en él y abrirse a lo que su corazón le
dicte.
A veces, pasan los días y el
maestro continúa sin haber recibido nuevas propuestas según su voluntad u
oportunidades según su preparación.
Aquí es donde se muestra la
maestría del ser, al vivir día tras día, el vacío de actividad por lo que ha
sido instruido y preparado. Tener todo el tiempo para ti. Familiarizarte con él
y saber qué hacer siendo mecido por su presencia, hace que vaya a su interior y
aprenda a aceptar estos instantes, este período donde lo más importante no es
hacer, sino aprender a estar contigo y los que te rodean, manteniendo la
fortaleza y la serenidad, sabiendo que estás viviendo momentos importantes en
tu vida.
Los tiempos de liberación de
toda actividad anhelada hacen que el maestro vaya a su interior y viva un mundo
paralelo a su entorno. Necesita sentir la fortaleza y el coraje de su esencia,
y es cuando estos períodos se convierten en importantes para su proceso. No es
que no esté preparado para vivir de su abundancia, porque es consciente que
vive en ella y se le va abasteciendo de todo lo que pueda ir necesitando a lo
largo de su vida actual.
El maestro ve, siente,
percibe, escucha y ve la luz en su camino de inactividad según su voluntad.
Este período hace que se reestructure aspectos que puedan llegar a estar
pendientes de finalizar, de cortar lazos con aspectos de su entorno, y crear
los pilares con personas que él pueda llegar a convivir o relacionarse.
Cuando parece que seas el caminante de las 24h, resulta que
eres quien va asfaltando el camino, dentro de la aparente quietud, para que los
demás puedan continuar con sus procesos. Está alimentando a las almas que le
rodean con sólo su presencia. Su luz, en este estado de aparente inactividad,
es cuando más intensidad está reflejando e iluminando el camino a seguir para
aquellos que puedan encontrarse en el desconcierto y las tinieblas de su
interior.
El maestro nunca está solo y
“sin hacer nada”. Su misión va más allá de un trabajo rutinario o unos ingresos
constantes y periódicos. Su presencia tiene un sentido superior a lo
relacionado con la materia. Su presencia está relacionada con las almas de cada
uno.
El maestro siempre está de
servicio y nunca descansa, porque lo que ha venido a hacer no pertenece a lo terrenal.
Está para liberar las almas y la oscuridad de nuestro amado planeta y la
humanidad. Su misión está conectada con la Voluntad Superior del Universo.
Es un gran reto para el
maestro estar con él mismo, día tras día, para conocerse y profundizar en su
misión. En momentos como estos es donde se manifiesta la maestría de cada uno.
Él no protesta, no se queja.
Acepta y vive cada presente sintiendo su esencia y el sentido de todo lo que
hace. Necesita de la soledad, de instantes donde se encuentre cara a cara, y
pueda llegar a decirse:
-
¿Y ahora qué? Me entrego a tus brazos, Padre,
para que se haga tu Voluntad en mí. Haz que sienta el amor en mí, y que pueda
darme cuenta de lo que hacer en estos momentos que me encuentro. He llegado
hasta aquí por un motivo concreto según tu Voluntad. Que así sea en mí.
¡Qué gran reto! ¿Pero sabéis
qué? Él sabe que no está solo porque va viendo como todo lo que pueda llegar a
necesitar en este período que pueda vivir, le va llegando y lo tiene a su
alcance. Aunque nada le pertenece, todo lo tiene. El Universo le va
abasteciendo con cada una de sus necesidades para continuar su camino hacia la
plena manifestación de su divinidad.
¡Todo tiene un sentido! No
hay nada al azar o que sea arbitrario. Todo tiene una finalidad según nuestra
alma. Puede representar un aprendizaje, una sanación, o una preparación para su
manifestación al mundo.
Una de las grandes pruebas
para los maestros es tener periodos prolongados de aparente inactividad, donde
ha de ser él quien llene y viva su día según su corazón.
Cuando se acepta estas
situaciones, el maestro se siente lleno de prosperidad, creatividad,
autoconocimiento y activación de su potencial divino. Son momentos como estos,
que elevan el alma de aquel al servicio de la humanidad, el planeta y el
universo. Activan la esencia de su ser, y con estos encuentros interiores con
la Luz y el Hogar, dan un sentido nuevo a su sendero a partir de estos
instantes.
Ya nada es igual. La vida
deja de ser lo que era, siendo ya diferente para él, creándose una mayor unión
con los hermanos de la Luz y su divinidad.
Es en el silencio y la
quietud cuando más se está sirviendo a la humanidad y al universo. Cuando
vuestras vidas parecen que se han estancado, es cuando más productivas están.
Son momentos álgidos para vuestra alma y su evolución. Aprovechad estos
instantes porque tienen su finalidad. Todo tiene un sentido en nuestras vidas.
Vivir todo el día contigo
mismo y sentir la felicidad, el amor y mostrar la alegría a los demás, es señal
que nos encontramos ante uno de los maestros de nuestro amado planeta. Cuando
os encontréis con alguien que no tiene muchas posesiones, pero todo lo tiene a
la vez, que no parece muy activo pero sientes su corazón abierto, su amor y su
serenidad, entonces, no dudes en darle un abrazo porque estarás abrazando a un
enviado del universo a la Tierra.
Los Maestros tienen que pasar
ciertas pruebas aparentemente muy duras. ¿Sabrías estar contigo sin desfallecer
ni alterar tu estado anímico, el hecho de estar contigo las 24h del día, así
uno, tras otro?
Cuando este ser luminoso haya
cruzado este desierto de inactividad constante, entonces aparecerá el oasis de
su camino que le abrirá las puertas de la plena actividad y una vez empiece, la
Fuente no dejará de brotar la energía que alimentará a los sedientes y
hambrientos de ellos mismos. Habrá aprendido a jugar, a crear, a abrir puertas
y a sentir a niveles más allá de nuestro universo.
Entonces, el mundo sabrá de
ellos.
Dejemos que pasen por estos
momentos para que su Luz sea reconocida por todos los rincones de este mundo.
No hay mayor reto que
encontrarse con uno mismo, y juntos, amarse y recordar nuestra procedencia y nuestra verdadera naturaleza. El recordar
intensificará su Luz.
Hay maestros a punto de su
presentación. Todos los esperamos.
Gracias por ser y estar.
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