Cuando sentimos, a veces parece contradecirnos con lo hecho o la decisión tomada.
Cuando nos sentimos, parece
que nos alejemos de lo cotidiano y abrir una puerta a lo nuevo.
No es más la oruga que se
desplaza a ras de la superficie que el halcón que nos divisa desde lo alto.
Oruga y halcón están unidos por la Intencionalidad Divina Universal. La
importancia de la oruga es la incubación de la vida de tu verdadero ser; y el
halcón, la capacidad de alzarnos según nuestra voluntad. Lentitud y rapidez,
dos muestras de nuestro proceso según en qué momento nos encontremos.
Cuando sentimos, parece que
nos alcemos o que nos aferremos más a lo vivido hasta ahora. Todo depende de lo
que sientas y el grado de intervención de tu pasado.
No siempre gana el halcón.
Éste, desde el amanecer del día, busca su alimento de una manera instintiva,
sabedor que en algún lugar lo va a encontrar. No lo piensa. Sencillamente abre
los ojos, batea sus alas y se eleva ojeando hasta el horizonte, atento a
cualquier movimiento o silueta parecida que le hace acelerar a más de 200kms
por hora para saciar su hambre. El alimento ha aparecido ante él.
La oruga sencillamente va
desplazándose y alimentándose, como instinto natural, hasta que siente la
necesidad de estar con ella misma y crear la crisálida para dar una nueva vida
impensable para ella en los momentos de oruga. No busca, solo avanza y avanza
hasta encontrar su alimento.
Halcón y oruga son aspectos
que reflejan los momentos que uno puede llegar a vivir.
La sensación de arrastrarse,
cuando este arrastrarse no es lo que parece. No siempre irá por el suelo. Algún
día se elevará mostrando la belleza que hay gestionándose en su interior. La
mariposa saldrá y entonces,…..una nueva vida aparecerá, más corta, porque el
objetivo no era la mariposa, sino el proceso para llegar a ella. La mariposa
solo es el resultado de un proceso aparentemente terrenal y limitado, cuando en
el fondo, el potencial que había en la oruga era el de volar.
La sensación de volar e ir a
la mayor velocidad que un ave puede llegar a coger, es única, pero solo es una
parte de lo que somos. No por más rápidos que seamos conseguiremos lo que
queremos. Hay que saber utilizar las herramientas que hay en nosotros y nuestro
potencial. El halcón cuenta con su altura y velocidad, la oruga con su lentitud
y paciencia. Las características no pueden mezclarse o intercambiarse porque
cada uno tiene lo adecuado para llegar a ser él. ¿Os imagináis el ave siendo
lento y paciente? ¿Os imagináis una oruga súper veloz, arrastrándose a una
velocidad muy rápida cazando hojas en el aire? ¡No! Claro que no.
Cada uno tiene activadas las
características que más necesita para su proceso según su sentido de existir.
¿Sabéis qué? No quiero poner
mi grano de aportación innecesaria. Manifestar sin decir nada nuevo, poco
sentido tiene. Es infravalorar la palabra.
No me gusta repetir lo
existente. Siento la creatividad en mí, y cuando ya llevo un tiempo haciendo
algo, quiero cambiar para hacer algo nuevo. Curioso es que cuando lo siento,
aquello que hago ya va a menos, aunque continúe teniendo cierta asistencia como
acto organizado.
Estos momentos hacen que
revise mi presente, en todos sus aspectos, y escuchar a mi corazón para saber
cuál es el siguiente paso.
Algunos no han entendido mi
actividad propuesta, de la manera que ha
sido presentada. Más de uno han dejado de saber de mí porque mi actuación no
coincidía con la suya. Su visión de la vida no concordaba con la mía. Cada uno
decide y elige el camino a seguir según su proceso. A veces se me acerca
alguien y después se aleja. Bueno, me alegro que, aunque haya sido por unos
momentos, haya podido sentirse mejor estando conmigo. Me alegro, no por mí,
sino por él.
Todos seguimos lo pactado.
Cada uno avanza por el sendero de la elevación de su alma.
Ahora, mi camino se está
puliendo y esto hace que la visión de algunos hacia mi ser no sea la de tiempos
atrás. Lo respeto, y de alguna manera me alegro sinceramente. Me alegro por
ellos al percibir que “yo no soy quienes se pensaban”, quizás, y deseen buscar
a alguien más afín a ellos. Todo está bien. ¡Perfecto! Cada uno debe de
sintonizar con su energía y aprender de ella. Hay otros, sin embargo, que abren
sus puertas y llegan ante mí. Con los años he llegado a vivir alguna situación
de este tipo.
Llevo años transmitiendo un
mensaje concreto. Este, no proviene de mí, como ser humano. Hace años que mis
palabras, tanto escritas como orales transmiten la cercanía de nuestro Hogar y
nuestra verdadera esencia. Unas palabras en medio del desierto, poca resonancia
tendrán. Estas mismas palabras en medio de una multitud, podrán llegar a más
corazones abiertos. Cuando eres consciente de esto y tu entorno no siempre es
el que a ti “te gustaría”, acepto y siento la plenitud allí donde me encuentro.
Percibo el sentido de mi presencia allí y me dejo llevar por esta
intencionalidad superior, y no por mi voluntad según “yo quiero”. “Déjate ir, déjate ir” es el mensaje
constante para llevar a término mi misión ya prevista y acordada por mi alma
desde las altas esferas.
A veces, necesitamos estar alejados para no recibir ninguna
interferencia en nuestro camino. Es en la soledad interior que nos elevamos
para materializar la plenitud de nuestra venida en esta dimensión.
Más allá de mi presente, nada
existe, porque yo soy presente. Yo soy el camino a seguir y el arquitecto de mi
sendero. Constructor de caminos y aparejador son los oficios de mi presente.
Depende de lo creado, así será.
Soy consciente de mi
situación, de los momentos de oruga y, no de halcón, sino de águila celestial.
En los momentos de una, o de
la otra, siempre he estado acompañado, protegido y nutrido por “sus presencias
amorosas”.
Siento en mi interior el no
expresar, sino irradiar mí esencia. Es relegar la palabra a un segundo término
y dejar que la luz y el amor que soy actúe abrazando a mi entorno, desde el
respeto y la no intervención voluntaria. Siento el empuje de transmitir la
importancia y el mecanismo para dejar que tu potencial divino, tus energías
amorosas irradien y beneficien a todos los que nos rodean, a toda la humanidad.
Enseñar en el silencio y
obrar desde la quietud y la sola intencionalidad emanada desde el corazón.
Amar y transmitir desde el
SENTIR.
Que el Amor, la Paz y el
Sentir tu esencia sean y se produzcan en ti.
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