….y la nave continúa
adentrándose en la inmensidad del océano celestial. Sin titubear y con aparente
serenidad sigue el camino marcado desde su corazón hasta los confines de su
divinidad.
Y la nave se balancea entre
los designios de su alma. Pactos anteriores se manifiestan entre los suaves
vaivenes, meciendo la nave en la cual se encuentra mi ser. Claridad y
expansión, apoyo y ternura, dejadez en las manos del flujo que inició mi nueva
etapa en esta existencia eterna, sintiendo la calidez de mi protector
celestial.
Una vida más allá de la
materia se divisa a cada instante de avance en este océano cósmico. Soy parte
de esta inmensidad no terrenal. Siento como se mece la cuna donde se encuentra
mi ser. Aquí no soy la imagen que los ojos físicos pueden divisar desde la
dimensión de la forma.
Avanzo con las velas
extendidas. Todo sigue. Todo fluye ante lo incierto de lo que puede suceder. En
mi barco todo es presente. Solo existe este instante omnipotente y amoroso. Es
ahora que mi ser puede sentir y apreciar la belleza de nuestra creación. Solo
ahora, solo el presente puede crear los maravillosos tesoros llenos de
felicidad, ternura, sabiduría y amor en mi vida. Ésta existe en el ahora. No
hay otro momento más allá de mi presente en la nave donde me encuentro. Solo
soy ahora. No existo más allá de mi presente.
Siento la brisa de los
cambios en mi interior y la mano que empuja y acompaña mi viaje hacia la
manifestación de la Luz, la Realización y el Amor en mí.
Las aguas de mi camino están
tranquilas, sabedoras que mi alma las ha aceptado. Tiempos de tempestad quedan
atrás, cuando las resistencias imponían su voluntad. Todo ha cambiado. El
control ha dejado paso a la plena confianza y Fe en mi camino. El querer llevar
mi vida ha dado paso al querer que la Voluntad Superior para el mayor bien de
todos, sea a través de mí. El conducto que fui, ya no soy.
Mis palabras y mensajes
recibidos del Océano Universal han llegado a confines de mi amado mundo,
cruzando fronteras y acortando distancias entre los unos y los otros, entre
todos y mi ser, uniéndome a todos ellos.
El grumete se ha convertido
en capitán de barco, dirigiendo el rumbo de su existencia hacia la plena
realización de su presencia en este mar. Su voluntad y su predisposición hacen
que la nave siga su curso sin necesidad de estar con las manos al timón en todo
momento. Ya no.
Momentos plácidos de
navegación, a pesar de los pesares mundanales, donde los nuevos aires han
empujado a toda la humanidad a cambiar su rumbo hacia los designios del
corazón. Muchas almas se han sublevado, pero no pueden prevalecer durante mucho
tiempo con la negación de su ser. Pronto dejarán de oírse sus gritos de
protesta y lamentación por no poder continuar creando injusticias celestiales.
El empoderamiento de cada ser, debido a la iluminación de las nuevas energías
conducen al fin de cómo se ha ido gestionando hasta ahora este mundo, para
abrir la puerta de la manifestación de cada ser para dar Luz a su divinidad.
Los pilares de lo que fue se tambalean y nuevos aires se manifiestan para
sentir la serenidad y el amor en cada uno.
La vieja usanza se está
debilitando a pasos agigantados. Cada vez deben de “chillar más”, hacerse notar con más notoriedad para que se les haga
caso. Estos tiempos ya han finalizado, y la voz de la imposición está cayendo
en una agonía para resurgir entre las cenizas, como el ave Fénix de la
Integridad, y adentrarse en el camino, el verdadero camino a seguir: el del
Amor. El planeta y la humanidad viven tiempos gloriosos.
Mi nave surca las aguas,
acariciándolas y llenando mis bóvedas con el aliento divino que saciará nuestra
sed y hambre para siempre.
Y la nave va.
Oteo a babor y estribor,
viendo otras naves, que como la mía en su momento, se han alejado de los
convencionalismos de la dualidad para adentrarse en el sendero interior y
empezar a SENTIR aquel quien cada uno es. Las veo a lo lejos, con una gran
calma y serenidad como ahora estoy sintiendo. No tenemos en cuenta las naves
que podemos ver, porque sabemos que cada uno hará que de nuevas se adentren en
este mar de la iluminación y el sosiego amoroso de saber de nuestra
procedencia. Aunque pueda divisar alguna más a lo lejos, no prestamos atención
a ellas, porque todas tienen su espacio, como yo el mío.
Todos sus tripulantes sienten
aquel quienes son, y esto permite que otras almas también puedan liberarse de
sus lazos terrenales y, con su nave, entrar a formar parte de la tripulación
Celestial.
En estas aguas, solo hay
armonía, melodía angelical y una inmensa paz en tu interior. Sientes la
protección de lo no visible y te sientes totalmente respetado y amado.
Y la nave va.
Continúa con su presencia
entre los mares de la Calma y el Amor. Mi vida es esta nave que fui
construyendo a lo largo del tiempo que vivía en la dualidad y fui despertando
hasta mi presente.
Mi corazón guía mi existencia
y pone rumbo a mi realización según lo
que he venido a hacer. Mi espíritu se relaja, sintiendo la guía de la Divinidad
en mí.
Navego en la serenidad del
tiempo y la paciencia de saber que mi presente tiene un sentido, al servicio de
la Voluntad Divina Superior. ¡Me satisface tanto que así esté siendo! Una gran
sensación de agradecimiento invade cada rincón de mi interior.
Mi vida ya no es mi vida. Ya
no me pertenece. Aquel que fui, ya no existe. El presente vivido ya no es mi
presente, sino la manifestación de aquel
quien nos creó.
Gracias. Gracias. Gracias.
Todo es armonía. Todo está en
perfecto orden.
Nada sobra. Nada falta. Todo
está.
Todo es.
Yo Soy. Yo Soy. Yo Soy.
Gracias.
Levanto la vista y observo el
firmamento cubriéndome para sentir la esencia de aquel quien Yo Soy.
Me sonríe y, entonces sé, que
todo va bien.
Mi vida está en buenas manos.
Dejad que vuestra nave interior
os lleve allí donde vuestro corazón os dicte.
A todos, un abrazo, y que el
Amor y la Paz sean en todos vosotros.
Gracias por ser y estar.
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