David se encontraba nuevamente solo, con la única
esperanza de su presencia. Esperaba nuevamente la aparición de lo que él
denominaba el Hogar, con el único
propósito de poder encontrar la puerta abierta que le llevaría a su plena liberación,
pudiendo materializar su voluntad, conocedor que todo lo que sentía, así sería.
De nuevo solo ante una situación que le resultaba
familiar desde ya hace meses. La sensación de un llanto interior llamaba a su
puerta para ser expresado. Sabía lo que representaba. La sensación de
encontrarse solo ante su vida, sin más que todo lo recibido a lo largo de unos
años hacia acá como apoyo de su integridad.
David sentía que todo lo que estaba viviendo y sintiendo
tenía un fin. Su humanidad reflejaba lo que su alma liberaba. Los síntomas de
la ascensión, había leído una vez, y desde entonces, éstos se han ido
presentando, ahora uno, ahora otro, sin más actitud que el poderlos sentir y
darse cuenta de donde procedían. Su experimentación e indagación de sus presencias
le abrieron otras puertas más allá de lo tangible, adentrándose donde pocos han
llegado y vivenciado.
Su sensación de no ser comprendido por quienes le rodean
le lleva a aislarse en su verdadero Hogar,
allí donde solo el corazón puede llegar.
David se levanta cada mañana sabiendo que aquel día le
permitirá sentir lo que en su ser hay. No sabe lo que le espera, pero se levanta
y da los primeros pasos confirmando su aceptación de lo que hoy vivirá.
David es un extraño en su mundo más cercano. Tiene
familia, pero no se siente identificado con ella, aunque sabe del papel que han
representado en su vida. Sus padres y hermanos se encuentran al otro lado del
abismo que hay entre ellos. Siente sus sufrimientos y su dolor, pero por más
que se acerca a ellos, es rechazado. Con el tiempo aprendió a mantenerse a
cierta distancia para poder dejar que ellos pudieran seguir su camino. Él se
los miraba, contemplaba y sentía la compasión que su corazón podía manifestar.
No les hablaba ni comentaba su camino, porque era un total desconocido para sus
cercanos más próximos.
David era conocedor de su papel en toda esta situación.
Cuando se encontraba solo, entonces se sentía libre de expresar sus
sentimientos y emociones. Escribía y escribía según iba recordando y sintiendo.
Eran momentos de plenitud y de sentirse en el Hogar.
No tenía otra salida que aceptar lo que se le había
encomendado, con su mutuo acuerdo, antes de su encarnación. Se encontraba justo
en el lugar adecuado para poder elevar su alma en pleno servicio a la Creación.
Libró su alma y todo su ser a las manos de la Gran Voluntad Divina, hecho que
le hizo no poder mantener una relación estable, ni domicilio permanente, debido
al amor que sentía en su interior y lo que la intencionalidad divina le susurraba
desde su corazón. Necesitaba estar libre de todo apego, posesiones y con una
alma libre para servir a quien lo había creado.
Ahora se encontraba solo, en estos momentos donde la vida
se encuentra a un paso de cruzar el umbral de la gran transformación. Es ese
punto de todo proceso donde solo te queda abandonarte a los brazos de Dios. Él,
sentía con fuerza su Presencia en cada rincón de su interior, donde recibía el
mensaje que Él y Ellos, estaban con él en estos instantes de aparente espera.
David se encerraba en su interior, acariciando su corazón
y esperando el momento, confiado con total convencimiento que éste llegaría.
Eran momentos de una gran soledad, por un lado, y una
plena sensación de Luz y Amor en él. Solo
en su mundo físico, y lleno en el mundo
donde pertenecía. Parecía como si solo existiera este espacio sutil y etérico
dentro de su universo interior. Era feliz, pudiendo sentir su naturaleza en
plena expansión. Sentía el verdadero Amor de su Hogar, en este estado de biología.
Toda su vida, en estos momentos, era un solo instante.
Había aprendido a vivir plenamente su existencia en esta dimensión. Sabía que
su presente era el poder de su ser, por eso, cuando se quedaba solo se dirigía
a su guarida interior para sentir, percibir y ver a sus hermanos de la Luz.
David era una alma de otra dimensión que vivía el
presente como cuando se encontraba en su verdadero hogar, por eso, cuando
estaba solo, o su corazón le hablaba, buscaba sentir la inmensidad de su
presente para recordar una y otra vez, de donde procedía y lo que había venido
a hacer.
Sus pies tocaban la tierra de su planeta, pero su ser
tenía en cuenta, y sentía constantemente, el camino de donde procedía.
Toda su vida se ha encontrado solo, incomprendido, no
pudiendo vivir en la estabilidad de esta dimensión porque su alma así lo
requería. En su momento empezó a recordar, y entonces, su vida pareció tener
menos sentido. Con su experimentación de lo que le aguardaba a cada esquina de
su camino, entendió el por qué de su venida y las características de su ser en
la forma. Cuanto más recordaba, más distancia ponía con sus más allegados.
Aunque parezca una paradoja, también más bienestar sentía.
Llegó el día, que una vez ya despertado de su letargo
existencial, tuvo que aplicar lo que se le había hecho recordar para poder
sanar lo realizado y liberarse de lo aceptado hasta el punto de haber dado el
paso de la entrega total a la Intencionalidad Divina, creadora de toda Vida.
Entonces todo cambió. Su fe le salvó.
Ahora David vive en la consciencia divina dentro de la
materia. Parece uno más de los que os podéis encontrar por la calle, pero su
presencia, su luz, su actitud y su amor delatan una manera de vivir no
convencional.
El Maestro necesita de la soledad y la escasez para
activar su divinidad. Los Maestros de la historia de nuestro amado planeta así
han vivido. Siempre han tenido aquello que necesitaban para llevar a
materializar su obra, pero, los tiempos que vivieron exigían este guión para
hacer reaccionar y despertar a aquellos dispuestos a liberar su alma al Padre.
David es uno de estos nuevos Maestros, todavía
desconocido para la gran mayoría, viviendo en la discreción y en un segundo
término, esperando su momento, ya establecido, para que todo esté en su lugar
cuando él se manifieste. El mundo sabrá de él y de su obra, pero de momento,
acepta su papel en la discreción porque sabe que el mundo se prepara para su
venida.
Acepta con humildad la Voluntad Divina en él. Es sabio,
amable, discreto, comprensivo y amoroso, con una Luz que da calidez y
acogimiento.
Ahora, siente, en estos momentos de soledad, sus orígenes
y las vibraciones que le rodean procedentes del Hogar.
David es uno más de todo el Plan Divino que nos
encontramos. Unos activan, otros limpian, otros despiertan y, en su momento,
como esperando que todo se recoloque, están los Maestros de los Maestros.
Pronto se sabrá de David. Los tiempos que vivimos abrirán
las puertas donde se encuentra dispuesto para servir a Dios a un nivel más
amplio. Espera en la antesala de este gran acontecimiento que es el Gran
Despertar. El momento está previsto y cuando éste llegue, un siervo de Dios
aparecerá iluminando el verdadero camino a seguir desde la esencia divina que
hay en cada uno.
David espera apacible, con su humildad y Fe, para cuando
vea la señal conforme su hora ha llegado. La sabiduría de la espera paciente muestra
la absoluta entrega de su alma y su ser a las manos de quien lo creó.
Desde mi corazón, un abrazo y que el Amor y la Paz sean
en todos vosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario