Estamos viviendo tiempos donde las estructuras de un
pasado se tambalean, perdiendo todo equilibrio y fortaleza para mantener
aquello que aleja el ser humano de su naturaleza.
Las creencias aceptadas como nuestras del pasado
influenciando por nuestro ambiente familiar, social, religioso y cultural se
están debilitando y haciendo que nuestro avance, condicionado a las
limitaciones que provienen de lo más profundo de nuestro interior racional,
pueda ser más rápido.
El mundo parece desmoronarse, creando inseguridad allí
donde antes había dominio o sumisión: incerteza ante los acontecimientos de los
tiempos actuales.
Como una pieza de puzle, cada uno de nosotros es parte de
un Todo, de una Intencionalidad Superior en nuestra dimensión. Accedimos a ser
partícipes de esta Voluntad Divina, donde cada uno sería clave para la
confección de un marco único y universal.
La aportación individual nos acercaría los unos a los
otros, y el grado de consciencia que adquiriésemos decantaría la balanza hacia
la Luz o la oscuridad, teniendo presente que ésta segunda es la ausencia de la
primera. La mente se inclina hacia otra dirección que ha ido aposentándose
hasta el presente, y el corazón abre sus puertas para hacerse oír y recolocar a
cada uno y cada situación en el lugar que le pertoca. Una de las situaciones a
tener presente es el hecho de lo que hacemos en nuestra vida: ¿trabajamos o vocacionamos?¿Buscas algo para ganar
dinero, o haces aquello que sientes que debes de hacer?
Cuando lo que haces es trabajar o buscar cualquier
trabajo, te estás poniendo a merced de algo alejado de tu interior. Estás activando el potencial del
malestar en ti. Hacer algo para ganar dinero, sin más, hace que tu ser pierda
poder y te alinees con el exterior. Él podrá con tu ser, imponiéndote sus
reglas y sus hábitos, cosa que con el tiempo, te llevará a una rutina y a…..,
en fin, a perder el sentido de la realidad de tu existencia en esta vida. En
cambio, cuando haces aquello que sientes en tu corazón, siguiendo el impulso de
tu voz interior, entonces te estás dirigiendo hacia la realización de tu ser
elevando a tu alma hacia la majestuosidad del Gran Plan Divino.
Cuando tu corazón te guía, la actividad que realizas es
tu verdadera vocación. Entonces todo es posible. Puedes esperar milagros en tu
vida y en el camino que realices, beneficiando a las almas que se acerquen a ti
o con las cuales estés.
Hacer aquello que sentimos nos acerca más a nuestra
divinidad. La vida nos acunará, y en su momento, nos irá dando lo que
necesitemos. Nada deberemos de temer. Las puertas en nuestro camino se van
abriendo a medida que nos vayamos acercando a ellas. Según el camino del
corazón nos llevará a lo que hemos venido a hacer, aportando nuestra pieza del
puzle para que la Confección Divina pueda ser realizada tal como ha de ser.
Nuestras sociedades han esclavizado al ser humano,
humillándolo y controlándolo a través del trabajo. Las personas han aceptado
integrarlo en sus vidas por los miedos adquiridos debido a la ignorancia.
Todavía hoy en día, está siendo así, con la particularidad que, algo fuerte y
reprimido albergado en el interior de cada miembro de la humanidad, está
empezándose a activar y a mostrar a las creencias adquiridas hasta ahora, que
lo que fue, ya no será. El Amor en cada uno empieza a susurrar a cada individuo
de este planeta. El Amor llama a la puerta para despertar las consciencias y
relegar al ego al lugar que le corresponde: al pasado. Ahora ya no tiene
cabida. Todo y así, en todo momento se respeta el libre albedrío.
Si todas las almas de este planeta escuchasen la voz de
su corazón, éste les indicaría cual es su lugar. Si todos hiciéramos lo que
sentimos, nos sentiríamos útiles, haciendo prosperar y ayudando, no tan solo a
nosotros mismos, sino también, a todos los seres de nuestro entorno,…..a toda
la humanidad. Las clases sociales se disolverían y nuestra vida enderezaría su
rumbo hacia la plena realización y satisfacción interior conforme estamos
haciendo aquello que hemos venido a hacer, dejándonos llevar por la mano de la
Gran Voluntad Divina que dirige nuestros pasos. Nuestra vida, entonces, tendría
el sentido de existir. Estaríamos en el lugar adecuado y en el momento oportuno
para unir un poco más a los seres de este amado planeta.
Nuestra actividad ha de ser vocacional, sea la que sea,
no coger cualquier cosa para ganar dinero. La finalidad no debería ser el
dinero, sino nuestra realización. La remuneración económica vendría como
consecuencia de lo que hagamos. Nada nos faltará.
Trabajar comporta una limitación por el solo hecho de
conseguir un fin material.
Si nuestra esencia se encuentra en esta dimensión para
pasar de la terrenalidad a la divinidad, ¿no creéis que ya es hora que
escuchemos a nuestro corazón para saber de nosotros y cuál es el camino “de
vuelta a casa?”
Lo vocacional proviene del corazón, altavoz de los
susurros de nuestro verdadero Hogar y nuestra divinidad.
Que el Amor y la Paz sean en ti, y tu corazón guíe tus
pasos.
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