Los
vientos soplan cada vez con más fuerza. Se avecinan los síntomas de los
primeros cambios en la vida de muchos. No descartes que tú puedas ser uno de
ellos.
En
lo alto de la cima, donde el águila dibuja sus círculos encima de ti, más allá
de tu presencia, puedo sentir las primeras manifestaciones del Gran Cambio
anunciado. Años de esfuerzo se han necesitado para poder llegar hasta aquí.
Incomprensión por aquellos que nos rodeaban, burlas, cierto menosprecio en sus
palabras hacia ti y una infravaloración de nuestro ser, nos han llevado a una
elevación del espíritu que residía en nosotros.
Mis
sueños me han llevado a lo más alto en estos momentos para mi alma.
Siento
la melodía celestial que apacigua mi ser, serenando mi espíritu i sintiendo la
Unicidad y el Amor de donde procedo.
En
lo más alto de esta cima contemplo la belleza de la creación y el silencio de
la naturaleza, con la vida residente para alertar a mi consciencia conforme
nunca se está solo. No solo mis hermanos de la naturaleza siento en mí, sino
también, a aquellos otros hermanos procedentes de la Luz que me acompañan allí
donde vaya. Ahora están aquí conmigo. Todo es serenidad, paz, calma y armonía.
Como
almas celestiales sentadas en lo más alto de un acantilado, donde se divisa la
representación del ser que soy, justo allí me encuentro con mis hermanos de la
Luz, todos allí quietos, mirando como un nuevo día se alza para la comprensión
y el caminar de los humanos. ¡Paz! ¡Absoluta Paz en nuestros corazones unidos!
Conmigo
están los hermanos y maestros de la Luz que en su momento, y ahora, están
tutelando mi alma en esta encarnación. Siento su presencia en mi y su Amor
emanando de sus corazones hacia el mío.
Son
momentos de encuentro para saber que los cambios deseados por cada ser humano
han sido escuchados y puestos en vereda para su realización.
Hay
un silencio profundo, sagrado entre nosotros, pero sintiendo el Hogar que todos
somos en cada uno de los presentes. Es como una manifestación de todas las piezas
de mi ser. Juntos, allí, sintiendo la unión de la Familia.
Giro
mi cabeza y me veo rodeado por seres de Luz que me aman y me aceptan tal como
soy, sintiéndose cada uno, contento, con gran alegría por estar allí con ellos.
Mirando
a la lejanía, puedo ver en otros acantilados, otros seres como yo, rodeados de
una gran luminosidad. También ellos están rodeados por aquellos que tutelen sus
vidas y el Hogar.
Como
esparcidos en las alturas, se ven concentraciones blanquecinas parecidas a la
mía. Me alegro por ellos.
Desde
aquí me doy cuenta como el mundo no está solo, así como bien sostenido por
estas luces que representan los pilares de la nueva Tierra y la Humanidad.
De
cuando en cuando nos damos cuenta que no estamos solos y juntos, en el silencio
y la presencia, cada uno va radiando su luz y su ser allí donde se encuentra,
transmutando en la discreción, la mayoría de las veces, la densidad terrenal en
energías de alta vibración. No estáis solos. Legiones de ángeles están a
vuestro lado y otros seres, procedentes de las altas esferas de Luz, guían
vuestros pasos y os protegen de las adversidades que podáis llegar a vivir.
Vuestros corazones son alertados y activados para discernir el camino adecuado
para llevar a término vuestro papel en esta experiencia terrenal debido a
vuestra intencionalidad.
Me
satisface ver como somos más de los que nos pensamos para poder cambiar las
energías de este amado mundo físico. Las consciencias van despertando del
letargo invernal de los tiempos donde la dualidad se encontraba fuertemente
enraizada en nuestro ADN.
El
Despertar ha provocado la activación de las capas de nuestro ADN y nuestros
archivos akásicos. Hay una evolución en el ser humano que le lleva a su plena
consciencia divina, a abrir las puertas para conectar con el verdadero ser que
es y su divinidad pueda ser, no solo activada, sino también, manifestada.
Nos
dirigimos hacia un nivel vibracional más alto, más puro de nuestra amada Tierra
(Gaia). Esta elevación es fruto, en parte, por el camino de Ascensión recorrido
por los seres humanos en fase de transformación que la habitan. Somos parte de
ella, y ella de nosotros.
Desde
la cima donde me encuentro puedo sentir la conexión que hay en cada uno de los
asistentes desde donde mi visión puede percibir. Mi sentir me lleva más allá de
lo visible y veo como por doquier van emergiendo otros seres que hasta ahora se
encontraban en la discreción y un segundo plano, abriéndose paso entre sus
vivencias externas a través de la conexión con sus corazones.
Hay
un gran y unificado latido del corazón de la Tierra y los que la habitamos.
Empezamos a latir al unísono. Cuando todos se hayan unido a este ritmo
procedente de la Creación y la Voluntad Divina, entonces, la Tierra se elevará
hasta alcanzar el máximo nivel de armonía, paz y vibración. Entonces, los seres
humanos dejaremos este lugar para ir a residir más allá de nuestras
limitaciones físicas. Entonces ya no tendrá sentido vivir en esta dimensión.
Algunos
todavía necesitarán acabar de experimentar en la tercera, pero no será en Gaia.
Desde
donde me encuentro, no hay cabida dedicar momentos para este fin, porque sentir
el presente es lo más importante para nuestra existencia. Sentir la presencia
del Hogar en nosotros, como parte de él, nos abre las puertas de la comprensión
con plena aceptación de lo sucedido y ocurrirá. El entendimiento es absoluto,
percibiendo el amor en todo lo que se avecinará. Cada uno de nosotros será
partícipe de lo que ha de ocurrir. Tu presente irá perfilando el nuevo paso a
dar, por eso, desde el silencio y la quietud interior, vemos como todo se
transforma en la máxima expresión de la Voluntad Divina.
Siento
la aceptación del momento presente que todos los que nos encontramos en estas
cimas sentimos. Hay una gran paz y serenidad en mi interior.
El
Hogar es uno, y tú eres parte de él. Abriendo tu corazón te llevará a lo más
alto de tu ser. Déjate llevar y no temas dejar ir y aceptar lo inesperado y lo
nuevo. Es con lo nuevo que tu ser se elevará. Ves a tu centro y siente la paz y
la calma dentro de ti. En ella elevarás tu alma.
Sólo
hay un momento de poder, y éste, es el presente. Él te dará la felicidad tan
anhelada.
No
temas, porque no estás solo/a.
Desde
mi corazón, mi ser y todos los que se encuentran ahora conmigo, te deseamos que
el Amor y la Paz sean en ti.
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