miércoles, 23 de noviembre de 2016

La Sabiduría del Sentir

No me preguntéis quien soy.
Sentidme y sabréis de mí. Mirad lo que hago y mi actitud ante la vida, y sabréis de mí. Mis pasos os indicarán aquel quien soy. Mis silencios os hablarán y os harán sentir quién hay dentro de mi materia.
Aquel que siente mi esencia y respeta mi naturaleza ante la vida,…. puede llegar a percibir el verdadero ser que soy.
Mi mayor presentación es mi ejemplo. Por favor, no me preguntéis quién soy porque aquel quien quiera conocerme, que sienta mi interior. Él os hará saber toda mi esencia. Sintiéndola ya no tendréis más necesidad de preguntar: ¿y tú quien eres? No queráis obtener una etiqueta de mí. Sentidme, abrid vuestro corazón y sabréis más de lo que representa un enunciado intelectual
Prefiero mostrarme con mi presencia, con mi ejemplo, aquel quien en verdad soy. No importan las palabras, etiquetas que nos definen según unos cánones establecidos y más o menos conocidos. No queráis etiquetar a nadie, porque nadie es según lo definido. Todos vosotros sois mucho más que uno o unos conceptos racionales. Decir “administrativo”, es no decir nada de la persona en sí, de su interior, de su naturaleza y manera de ser. Decir que es “terapeuta”, tampoco nos dice nada de cómo es en verdad este ser.
La mayoría de las etiquetas convencionales os llevarán a encasillar a alguien con vuestras creencias, y cada uno es mucho más de lo que podéis llegar a percibir mentalmente de él. Somos seres con grandes capacidades para realizarnos de maneras diferentes. Todo oficio o actividad representa, la mayoría de las veces, una visión no real de la situación y de la manera de ser de alguien.
No etiquetéis. No preguntéis quién es alguien, en todo caso, “¿qué haces? ¿Es lo que siempre has deseado hacer? ¿Sientes que es el camino a seguir?” Estas cuestiones serían más acertadas para conocer a alguien que no “¿quién eres?”. Normalmente te dirán según su visión personal, no quién es.
Preguntar por preguntar. ¿Qué más da quién es aquel con quien estamos en estos momentos? Lo importante es lo que sentimos estando con él. Lo demás sobra, porqué ya iremos dándonos cuenta del verdadero ser que es, sintiéndolo. Escuchad a vuestro corazón, que él os dirá la verdad de la situación que estáis viviendo y con quien estáis viviendo. Una vez lo sentís, llevad a término su guía, porque os está indicando la mejor dirección para vosotros.
No preguntéis quién es el otro, sino, cómo ha llegado hasta aquí, debido que, lo que os hace sentir os agrada y os da bienestar. Vuestro corazón os hablará alto.
En mi caso, hay otra pregunta que no tengo una etiqueta para definir en una sola palabra, y es cuando se me pregunta: “¿y tú qué haces, a qué te dedicas?” Durante años he recibido multitud de etiquetas, de nombres que se relacionaban con mi misión en esta vida. Durante años procuraba decir algún nombre que los que me preguntaban podían llegar a entender, pero siempre no representaba lo que realmente hacía y no me sentía identificado. Era, todo y así, una manera para acercarme a los demás y poder llegar a ellos.
La gente a veces necesita una confortabilidad para sentirse seguro y pensar que está en buenas manos. Todo es mental. Sus corazones cerrados no permitían entender la grandeza que cada uno es, empezando por ellos mismos.
Fueron pasando los años y ahora, cuando alguien me pregunta “¿y tú qué haces, a qué te dedicas?”, mi respuesta no es una palabra. Sencillamente, con el tiempo, me fue llegando el qué decir ante situaciones como estas. Mis palabras pueden ser entendidas o no. Si así es, los oyentes entienden mi obra, y si no lo entienden, sencillamente escuchan y dejan de preguntarme.
Todavía, actualmente, hay un gran distanciamiento entre lo que uno hace y lo que le gustaría hacer. Cuando interior y exterior coinciden a voluntad de uno mismo, entonces, aquel quien eres se manifiesta con todo su resplandor ante el mundo. Cuando no es así, la vida nos ofrece un aprendizaje para aprender a perder los miedos y empezar a dar pasos hacia nosotros mismos, empezándonos a mostrar tal como somos y dirigiéndonos hacia aquello que sentimos. Cuando nuestra obra está en total consonancia con lo que sentimos, entonces estaremos llevando a término aquello que hemos venido a hacer, siguiendo el camino ascendente de nuestra misión.
Es en estos casos, cuando hay una realización en nuestras vidas, sintiendo la felicidad, el gozo y el Amor en cada acto que realizamos. Nuestro proceso, entonces, va acelerándose hasta liberarnos de todos los apegos y abriendo nuestro corazón de tal manera que, llegado el día, veremos la necesidad de hacer la Entrega de nuestra vida a las manos de nuestra Divinidad.
Entonces llegaremos a entender, a niveles superiores, nuestra existencia y el camino a recorrer dentro de nuestro proceso.
Será el Amor quien nos guiará y protegerá.
Será el Amor quien nos hará ver claro y discernir.
Será el Amor quien nos hará sentir la plenitud en nosotros, dejándonos llevar, cada vez a niveles más altos por aquel quien en verdad somos.
La vida, entonces, dejará de ser tuya para cruzar el umbral del servicio a la humanidad y a todo el planeta en el cual habitamos.
Nuestra Luz y nuestro Amor serán los espejos para todas aquellas almas predispuestas a escuchar y a sentir.
La mayoría de las veces no es necesario preguntar para saber. Sintiendo conoceréis la verdad.
No preguntéis, ¡SENTID!



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