domingo, 30 de agosto de 2020

La Bifurcación del camino

 


Una vez, un discípulo estaba con su maestro y éste le explicó una historia:

Había un ser humano que decidió empezar a caminar por el camino de la Luz. Cuando se adentró en él y llevaba un tiempo avanzando, se encontró con una bifurcación. El camino se dividió en dos direcciones. En una había un cartel que indicaba: “Camino de la Riqueza”, y en el otro indicaba lo siguiente: “Camino del Autoconocimiento”.

El ser humano que siempre había tenido dificultades para sobrevivir y viendo las dos opciones, eligió el camino de la riqueza. Una vez se adentró en él, se dio cuenta como su vida iba llenándose del bienestar material que nunca hubiera podido imaginarse: joyas, dinero en abundancia, oportunidades de trabajo con grandes ingresos, éxito en sus proyectos, en fin, la vida empezó a sonreírle.

El humano vio como su familia dejó de pasar hambre y pudieron comprarse una nueva casa, grande, justo en el lugar donde él quería. Aquello que tocaba se convertía en éxito. Todos iban a él a consultarle como hacer prosperar sus empresas y tiendas comerciales.

Vivía en la más absoluta riqueza material. El hombre se sintió contento y satisfecho. Cada vez tenía más cosas a hacer y menos tiempo para dedicarlo a su familia. Invertía parte de su dinero y éste se multiplicaba. Abrió oficinas por todos los lugares de su país para orientar a todos aquellos que querían ser como nuestro hombre, porque todo lo que tocaba se convertía en ganancias. Los precios para aconsejar no eran nada económicos, de manera que su patrimonio iba en aumento cada vez más.

Llegó un día que se dio cuenta que hacía dos que no pasaba por su casa y que no sabía cuando lo podría hacer. Estaba tan ocupado con sus negocios que se empezó a olvidar de él mismo y de los seres que en un tiempo eran lo más importante para él. Aquel ser humano se fue consumiendo en la rueda de al ambición, el olvido de quien era y las preocupaciones, hasta que llegó el día que cayó enfermo. Su familia fueron a buscarlo para llevarlo a casa y curarlo. Su mujer le costó saber en qué despacho se encontraba por la cantidad de ellos que tenía. Después de mucha asistencia por parte de su familia y una buena alimentación, nuestro hombre se levantó un buen día y volvió a desaparecer.

Mientras, socios de él se llevaron parte del capital que tenía en alguna empresa y desaparecieron del país. Nuestro humano tuvo dificultades para salir de aquella situación. Con el tiempo pudo recuperar aquellas empresas, a la vez que empezó a haber personas que le tenían envidia por su capital y se creó enemistades por no poder atender y solucionar situaciones de amigos y gente amada hasta hace poco; o bien, haber trabajadores de alguna de sus fábricas o tiendas que querían hacer huelga porque creían que habían de ganar más dinero.

La situación creó dolor en el cuerpo de aquel ser humano, y hubo de coger una baja temporal hasta que finalizase su recuperación del todo. En aquellos momentos, en su vida solo había dolor y abatimiento.

Aquel ser humano continuó andando por el camino de la riqueza hasta que llegó a un punto de su camino que se juntaba con el otro que no cogió en su momento.

 Aprendió de la experiencia del dolor y el malestar. Continuó avanzando, y más adelante volvió a encontrarse con una nueva bifurcación. Había, nuevamente, dos direcciones. En una había un cartel que ponía: “Camino de la Riqueza”, y en el otro, un cartel indicaba: “Camino del Autoconocimiento”. Después de la experiencia vivida decidió no sufrir como había sufrido y se adentró en el “Camino del Autoconocimiento”.

Una vez estuvo en él se dio cuenta qué había sido su vida hasta aquel momento y sintió tanta pena y dolor interior que se puso a llorar. Se dio cuenta que él no era como se pensaba que era y que podía hacer muchas más cosas de las que creía que podía llegar a hacer, así que empezó a amarse, dándose cuenta que cuanto más lo hacía, más amaba a los demás, y éstos le correspondían con creces.

Nuestro ser humano empezó a perdonar, a aceptar las cosas como venían y a aprender de todo lo que le sucedía. Con el tiempo, se dio cuenta que hasta entonces, siempre tenía para comer y aquello que necesitaba lo conseguía por “obra de magia”. El hombre aprendió a dejarse ir por la vida, sabiendo que no estaba solo y que era guiado y protegido por una esencia poderosa no  visible.

Sintió, también, dolor al no hacer aquello que le decía su corazón, y sobre todo, cuando se dejaba llevar por sus miedos. Con el tiempo aprendió a controlar su mente y a poner paz en su interior.

Llegó un momento, después de bastante andar, que sentía el amor puro y creador de toda vida en su interior de una manera permanente, dándose cuenta cuál era su verdadero poder, empezando a utilizarlo para el mayor bien de todos, incluyéndose.

Andando, andando, vio que el camino que ahora seguía se juntaba con el otro que no había elegido.

-         Pero maestro – le preguntó el discípulo, - en los dos caminos ha sentido dolor no ha podido ahorrárselo, y a más a más, si en la primera vez hubiera elegido el camino del autoconocimiento, ¿qué hubiera pasado después en la nueva bifurcación que hubiera encontrado?

-         ¿Quién dice que hubiera encontrado una nueva bifurcación? – le respondió el maestro.

 

 

jueves, 27 de agosto de 2020

Querer ayudar a alguien



Las palabras de hoy están basadas en querer ayudar a alguien cuando uno puede ver que alguien de su entorno lo está pasando mal. El primer impulso es querer ayudarle para que se tranquilice y pueda establecer el orden y la calma nuevamente en su vida.

He llegado a conocer y a saber de gente que se ha ofrecido a ayudar a alguien cuando éste no le ha pedido.

Muchas veces hay quien da el primer paso para acercarse a uno y aliviarle del sufrimiento que pueda estar teniendo. Para esto, deberíamos de recordar que cada uno es responsable de su vida. Esto quiere decir que la situación que está viviendo tiene que ver con las decisiones que ha tomado voluntariamente. Hay quien desconoce esta actitud en si mismo, pero el hecho de aceptar, rechazar o dar un paso hacia una dirección concreta procede de uno mismo. En vez de decir SI, podría haber dicho NO, y en vez de dirigirse hacia la derecha, podría haber tomado la dirección hacia la izquierda. Con esto quiero decir que es cada uno quien toma las decisiones en su vida, por lo tanto, todos somos los responsables de lo que nos pasa en nuestra vida.

Todos, también, venimos con un propósito en esta vida, con una finalidad y un objetivo muy concreto para nuestra alma. Nacemos en el lugar adecuado, con la familia adecuada y las características innatas adecuadas. Nosotros accedimos a venir en este mundo, en esta vida. Seguimos un proceso, y este proceso evolutivo nos lleva a vivir situaciones no siempre deseables. Esto es lo que nos hace aprender y evolucionar. Esto es lo que nos hace conocernos y aplicar aquel quien en verdad somos. Cuanto más nos conozcamos, más podremos, por nosotros mismos, superar cualquier supuesto obstáculo que la vida nos pueda poner en nuestro camino, o bien aceptarlo desde el corazón  si así ha de ser.

Todo esto lo comento, porque a veces hay quien quiere ayudar a otro a que no sufra. ¿Quién dice que la otra persona no necesita vivir lo que vive para reaccionar en su vida, o necesita aceptar más la vida y aprender de lo que representa todo aquello que vive para su proceso?

Cuando interferimos en la vida de alguien sin que la otra persona haya dado su consentimiento, estamos quizás bloqueando su proceso. Debemos de tener presente que todo aquello que nos puede costar superar, puede ser una bendición para la vida de aquel que lo vive.

Conozco personas que siempre quieren ayudar a los demás, viendo ellos qué es lo que necesita el otro para sentirse bien. Tú puedes darte cuenta de su situación, pero, ¿estás seguro que la otra persona es consciente de lo que le pasa? El otro, quizás no vive con la misma consciencia que tú puedes llegar a tener.

Como ya he dicho, he llegado a conocer personas que han querido siempre ayudar a los demás sin esperar el consentimiento del otro para que así sea. Es como inmiscuirse en su vida sin su permiso. Mi experiencia en casos como éstos, se trata de personas que quieren dedicar su vida a los demás, olvidándose de ellos mismos. No pongamos nuestra visión hacia nuestro exterior, nuestro entorno, sino en nosotros mismos, para poder hacer las paces con quien somos, sin la necesidad de ayudar a los demás sin su consentimiento. Se están olvidando de ellos mismos, al ignorarse, con todo lo que esto conlleva. Mi experiencia a lo largo de los años me ha llevado a darme cuenta de ello.

Al final, cuando empiezan estos “seres generosos” a ir a su interior y conocerse, empiezan a ver la realidad de su vida y la de los demás. Entonces es cuando empiezan a comprender porque alguien vive lo que vive y su significado. A partir de entonces, respetan más las situaciones de los demás y permiten que vivan su propio proceso para aprender del por qué lo que les pasa. Nadie vive algo que no necesita vivir.

En uno de estos casos, la supuesta generosidad de este ser, se convirtió en amor y respeto hacia los demás y todo aquel que puede estar pasándolo mal. Todos tenemos un motivo, un sentido por el hecho de nacer en esta vida actual.

¿Qué sucede cuando alguien intenta ayudar a alguien que no lo ha pedido? Sencillamente, que los resultados no llegan a ser los esperados. Cuando uno deja que sean los demás quienes le solucionen sus supuestos problemas existenciales, está haciendo que él no cuente para él mismo y se incapacite, creyéndolo así, porque cree que no puede hacer nada en su vida. El papel de víctima aparece.

Cuando uno se ignora, todo malestar es posible.

Nuestra alma no ha venido a esta vida a pasarlo mal, sino a aprender a mostrarse ella misma a través nuestro. Si nosotros no hacemos nada para superar lo vivido, nos estamos bloqueando y permitiendo que todo lo de baja vibración, todo malestar, pueda ser en nosotros en cualquier momento.

Quizás conozcáis una expresión que dice: “No hay mal que por bien no venga”.  Todo, efectivamente tiene un sentido, incluso aquello no deseado que uno pueda llegar a vivir.

No podemos ayudar a alguien que no lo necesite para su proceso, porque la persona no estará capacitada para hacer este cambio y perdurar el bienestar en él después de hacer algunos cambios en él por parte de alguien ajeno a sí mismo. Cuando dependemos de los demás para nuestra felicidad, estamos cerrados a no ser nosotros mismos. Esto es lo que está sucediendo en nuestro mundo. La persona implicada tiene que dar el primer paso para aceptar los cambios en su vida. Si no es así, los cambios tan esperados no sucederán. Si alguien no está preparado, de nada sirve actuar para él para que cambie. Todo cambio procede de una apertura interior para llegar a ser y vivir según uno es. Si la persona está cerrada, de nada sirve lo que podáis llegar a hacer por ella.

Quizás podáis ver unos resultados, pero con el tiempo, como la persona no ha cambiado, volverá a vivir con algún malestar en su proceso. Este puede ser más o menos dramático, desastroso o definitivo, si uno no empieza a dar los cambios por si mismo y se abre a todo lo “bueno” que la vida pueda llegar a darle. No hay ningún malestar o algo malo en esta vida. Todo es una bendición para nuestra existencia actual. Todo tiene su sentido debido a la predisposición de uno y a las energías que irradiamos desde nuestro interior.

Si ayudamos a alguien en un momento determinado y él no nos ha pedido que lo hagamos, pero nosotros lo hacemos, el resultado será nulo, o bien, si parece que hubiera una especie de luz en su camino, con el tiempo, una tempestad volverá a él hasta que aprenda por sí solo y se abra para llegar a ser él mismo.

Recuerdo una situación que viví hace años siendo terapeuta. Alguien asistió a una visita conmigo. Cuando se fue se sintió mejor. En una segunda sesión volvió a pasar lo mismo, pero en ella le dije lo que le sucedía y que ella, la persona, debía de hacer cambios para que no volviera a sentir lo que estaba sintiendo. Al darse cuenta que ella debía de poner de su parte, al no estar preparada, dejó de venir a mí, mirando de encontrar a otro para que le solucionase lo que le estaba pasando. Ella no quiso poner de su parte, y por lo tanto, lo que podía sanar y establecerse dentro del bienestar, no estaba siendo.

Uno debe de poner de su parte. No podemos interferir en el proceso de cada uno, porque lo más probable es que no se vean los resultados queridos, y nosotros sentirnos mal al no ver el resultado deseado. Incluso, quien interviene puede estar creando un malestar en él mismo por querer intervenir en una ayuda no pedida.

Ayudar por ayudar no tiene un sentido espiritual. Podría comentaros otros casos vividos, pero creo que éste ya es lo suficientemente claro para darnos cuenta que es uno quien debe de dar el primer paso. Todo tiene un sentido, y por lo tanto, lo que debemos de hacer, inicialmente, es aceptar lo que vivimos. Luego, en medio de esta situación, mirar de qué manera nosotros podemos dar pasos para sentir la felicidad, el bienestar, la ilusión por vivir y qué cambios realizar en nosotros para estar bien, pidiendo ayuda en caso que así lo necesite.

Si alguien no está preparado, irá viviendo una y otra vez, una misma situación, la cual contiene el fondo del aprendizaje a realizar.

Recuerdo, también, un caso grave, el cual se me pidió si podía ayudar a alguien con una situación muy concreta y de cierto nivel espiritual. Era para ayudar a alguien sin la persona saberlo. Lo acepté. Fue la primera y última vez que realicé algo por alguien que no está preparado para ser él mismo, debido que necesita pasar por esta situación para su proceso evolutivo. Me di cuenta del por qué vivía lo que estaba viviendo esta persona, pero no sirvió de nada. La persona no me tuvo en cuenta.  Al final, decidí no tomar más casos si la propia persona no se ponía en contacto conmigo personalmente. Esto ya sería un primer paso a dar.

Ayudar está bien, y es una muestra de solidaridad y generosidad para alguien que está pidiendo ayuda personalmente. Cuando no es así, puede ser que, o bien no se obtengan resultados, o bien que con el tiempo vuelva a vivir una situación semblante, pero quizás más profunda e intensa.

Uno necesita vivir lo que vive para llegar a él mismo. Si queremos interferir en su proceso, no le estamos ayudando, sino a prolongar el dolor en él. Es uno mismo quien debe de dar el consentimiento para aprender de lo vivido. Entonces, la puerta del bienestar empieza a abrirse.

Todo tiene su sentido en nuestra vida.

Nuestra ayuda está dispuesta para aquel o aquellos que estén abiertos de corazón y acepten aquello diferente a sus creencias y su nivel de vida. Entonces, todo es posible.

 

Que el Amor y la Paz sean en cada uno de vosotros.

 

domingo, 23 de agosto de 2020

La hora esperada

 

 

Una vez, Dios escuchó como llamaban a su puerta de una manera reiterada. Se dirigió hacia ella mientras los toques a su puerta continuaban insistentemente.

Al llegar, la abrió y vio a uno de sus colaboradores que le dijo como asombrado y nervioso:

-         Señor, los humanos están queriendo saber de ti, y nos llaman para que les hablemos de ti y tu Hogar. No podemos más. No podemos hacernos cargo de todos ellos. Necesitamos más ayuda o hacer algo diferente para que todos puedan saber de ellos mismos. ¡Es inaudito, Dios! Nos están llamando a raudales para que les hagamos saber quién eres tú. Cada vez son más los interesados en querer saber de tu existencia. ¿Qué podemos hacer? – dijo el arcángel.

Con toda tranquilidad, Dios le hizo pasar a su morada y le invitó a que se tranquilizase mientras sentía la presencia de su creador. En momentos pudo serenar su espíritu y, juntos, se sentaron uno al lado del otro.

-         Amado Jophiel, no debes de temer la inquietud que tienen todos los humanos por saber de ellos. Este día había de llegar. Sabes, que en el fondo, todas tus legiones angelicales podéis llegar a cada una de las almas encarnadas que ya les habrá llegado su hora. Ha sido repentino, cierto, pero esta hora había de llegar, y ha llegado. Vuestro servicio irá en aumento. Nuevas luces de sabiduría te acompañarán para cumplir la Voluntad Mayor.

-         Y todos nosotros así lo queremos, amado Dios – intervino diciendo el arcángel Jophiel.

-         Tranquilízate, porque cuanto más predispuestos estén los de este mundo, más absorberán todo lo que les lleguéis hacer sentir. Este es el camino de su proceso evolutivo. Ya no es cuestión de saber, sino de Sentir, porque sintiendo les permitirá saber, y al saber por sentir, sabrán de ellos mismos y de Mí. Haced que abran sus puertas interiores para conectar con aquel quien son, porque solo así sabrán de Mí. Más allá del conocimiento están ellos, los cuales crearán su nueva vida al manifestar su verdadero ser. Ellos sabrán de Mí al saber de ellos, y para esto, deberán de abrir sus corazones y sentir quiénes son ellos mismos. Al hacerlo sentirán mi presencia y mi voz.

-         Hasta ahora – intervino Jophiel, estábamos con ellos y aquel que quería dar un paso le ayudábamos, pero ahora, gran parte de las almas de este mundo quieren dar nuevos pasos, ¡y todos a la vez! Necesitamos una ayuda  para poder dar una mano a todos.

-         Enseñadles a abrir su corazón y a escucharlo. Que aprendan a Sentir, y desde este Sentir, llegaran a ellos. (Pausa).

Estando como pensativo, el arcángel apartó los ojos de Dios como si estuviera concentrado en algo que había dicho su Creador.

-         Amado Dios, ¿cómo llevar a término tu Voluntad?

-         Haciendo que cada uno sea él mismo. Éste es el camino a seguir. Cuando sientan quienes son, entonces, empezarán a sentirme a Mí. Cuando así sea, empezarán a aceptarme y a ellos mismos, liberando los miedos y sintiendo mi presencia en el interior de cada uno. (Pausa). La Pureza y la Integridad les abrirán las puertas de su plena manifestación en sus vidas. Entonces, Yo y Vosotros estaremos con ellos, activando sus semillas interiores para que broten y florezcan según lo acordado en su pacto inicial conmigo.

-        

-         Ahora vete, amado, porque la energía de mi ser os está esperando para materializar el sentido de esta tierra de una sola luna. Yo estaré con todos vosotros, amado Jophiel.

Y el arcángel cruzó la puerta de la morada Divina, desapareciendo para continuar con la obra celestial, donde todo el universo saldrá beneficiado.

Dios, entonces, hizo una gran inspiración, y con sus brazos abrazó el planeta Tierra transmitiéndole todo su Amor y su Luz en la expiración.  

jueves, 20 de agosto de 2020

domingo, 16 de agosto de 2020

Encuentro del discípulo con su maestro

 

Una vez, un discípulo que ya llevaba tiempo con su maestro, le dijo:

-         Maestro, tengo miedo.

-         ¿De qué tienes miedo?

-         De continuar avanzando.

-         ¿Por qué?

-         Porque no sé qué pasará.

-         ¿Por eso tienes miedo?

-         Sí, maestro. No sé en quien me convertiré. Ahora me siento desconcertado y no me hace sentir bien.

El maestro mirándole compasivamente le respondió:

-         ¿Crees que lo que has vivido ha valido la pena?

-         Sí, maestro.

-         ¿Por qué lo has vivido?

-         Porque creía que era lo mejor para mí.

-         ¿Quieres continuar el camino que empezaste?

-         Sí, maestro.

-         Pues, ¿de qué tienes miedo?

-         No ser como acabará todo esto. En estos momentos no tengo nada claro.  

-         ¿Ahora eres tú?

-         No del todo.

-         ¿Te sientes mejor contigo?

-         Sí, maestro.

-         Pues no tengas miedo de continuar siguiendo aquello que tu corazón te dicta, porque todavía te llevará más a tu  esencia.

-         Pero no sé que me pasará a partir de ahora. Veo que unas puertas se me están abriendo y no sé si cruzarlas. Dudo si realmente es mi corazón quien me habla o mis miedos.

-         ¿En quién crees que te puedes convertir?

El discípulo, después de pensárselo unos momentos, dijo:

-         En alguien mejor.

-         ¿Y por eso tienes miedo?

-         No de eso, maestro, sino en no saber si es el camino correcto.

-         ¿Qué es lo que te ha impulsado hasta aquí?

-         El pensar que podía conseguir aquello que quería y los momentos de bienestar que he ido sintiendo en el proceso.

-         ¿Qué crees que debes de hacer a partir de ahora?

-         Supongo que continuar, pero no lo tengo del todo claro.

-         Pues no tengas miedo porque eres una Luz en el lugar donde vives, y un bálsamo para todos aquellos que se encuentran distraídos y desconcertados de tu entorno. Cuando dejes que tu divinidad se manifieste dentro de ti a través de tu corazón podrás sentir la sabiduría de la plenitud.

Después de un silencio, continuó diciendo:

-         ¿Crees que debes de tener miedo?

-         No maestro, porque en el fondo, hay algo dentro de mi que me dice que no lo tenga.

-         ¿Y desde el corazón que ves?

-         Luz, mucha Luz y Amor.

-         ¿De eso tienes miedo?

-         No.

El maestro dio media vuelta y se alejó con una expresión serena y bondadosa.