miércoles, 8 de febrero de 2017

Momentos de Yuca, el indio

       
           Se encontraba Yuca, en la cima del monte tocando su tambor. Sentado en contacto con la hierba de aquel lugar y su tambor entre sus piernas cruzadas, sus manos hacían resonar la melodía ancestral de la interiorización para conectar con sus ancestros y todos aquellos seres que le acompañaban en su encarnación actual.
La melodía llegaba por todo el valle y más allá de las aguas del río que la cruzaba.
Cuando se encontraba en estos momentos de profunda conexión, las águilas dejaban sus nidos para planear por encima de aquella fuente de luz. Alguna de ellas, incluso descendía junto a él durante todo el tiempo que abarcaba los instantes de comunicación con el más allá de la materia.
Yuca creaba estos instantes. Eran momentos de encontrarse con su verdadera naturaleza y poder abrir las puertas del lugar donde siempre había pertenecido, más allá de lo terrenal. Un Hogar donde solo las almas pueden ir y estar.
Con sus ojos cerrados continuaba haciendo sonar su tambor, como intermediario y creador del estado adecuado para transcender su consciencia y elevarse,  entrando en contacto con el estado interior adecuado para poder encontrarse con su alma y todos los seres de Luz, toda la hermandad celestial que vela, guía y protege nuestros pasos.
Con ellos, acompañándolo, puede adentrarse en la sabiduría ancestral y universal. Nuestra alma india empieza a sentir su esencia a niveles intensos. El Amor lo abraza, la Paz lo viste, la Confianza y el dejarse ir y llevar por ellos le cogen de las manos para acompañarlo dentro de la Luz donde podrá recibir los mensajes de los Maestros y Tutores celestiales que están a su cargo desde su nacimiento en esta vida. Todos ellos se alegran de verle y él, siente el respeto hacia su ser y la alegría y gozo de sus hermanos de la luz por su camino y su vida.
Yuca siente. Yuca abre su corazón y deja que este le hable. Son momentos muy íntimos con el mundo espiritual, siendo para él, su verdadero mundo, su Hogar, donde siempre ha pertenecido.
Su tambor continuaba emitiendo las ondas, expandiéndose éstas, por el aire hasta llegar a las altas esferas Vibracionales.
Nuestra amada alma estaba siguiendo su proceso en esta vida, con sus aprendizajes, momentos para las obras realizadas, emanadas desde su corazón, y dejando espacios, también, para estar con los suyos, su familia y amistades.
Yuca era un ser amado por su aldea. Era reconocido, incluso, por viajeros que en sus viajes debían de cruzar aquel territorio. Era un ser querido por todos. A pesar de esto, él sentía que de cuando en cuando debía de irradiar su energía y subir a la montaña para entrar en contacto con aquel quien en verdad era.
Ahora se encontraba junto con su tambor, y aunque eran sus manos quienes golpeaban aquel instrumento, no era él quien lo hacía. Aquel quien en verdad era se encargaba de no parar el ritmo místico mientras su alma se adentraba en el Hogar donde era bien recibido.
Esta vez, se adentró tanto en su interior, que sus guías le llevaron ante la Luz Suprema que rige e ilumina todo el Universo. Era una luz dorada y con tonos blanquecinos. Era una luz intensa y amorosa. Así lo podía llegar a percibir. Sentía una pureza amorosa en su interior ante esta presencia.
Le invitaron que se acercara más a ella. Justo delante de su presencia, le hicieron parar.
-         No tengas miedo – le dijeron quienes le acompañaban. ¡Siente! – le dijeron a continuación.
En estos momentos sintió una gran expansión en su interior, como si fuera el universo en él, liberado de toda tensión, preocupación y una gran sensación de seguridad al estar allí. Sabía que nada le ocurriría y estaba a salvo. Así lo sentía con una gran seguridad y certeza. Él se dejó ir del todo, sabiendo que estaba siendo amado.
A continuación le dijeron:
-         ¡Adelante! – invitándole a entrar en esta Luz que se encontraba ante él y le hacía sentir todo lo comentado.
Dio un paso y cruzó el umbral de aquella luz. De repente vio a toda la Familia Celestial con él, así como a sus ancestros que se le acercaban y sus parientes y seres amados que ya habían transcendido la materia. Todos se le acercaron para estar con él. Allí sintió una gran alegría y gozo por existir. Sintió el Amor real del Cielo. Todos estaban allí con él. Toda la Familia unida nuevamente, pudiendo verlos allí con él.
Yuca se emocionó tanto que algunas de sus lágrimas se manifestaron en su curtida tez, lisa y suave a la vez, como renovada por el estado que se encontraba.
Alguien con una energía más poderosa e intensa se le acercó.
-         ¡Mira! – le dijo.
De repente, como si todo sucediera en un instante, vio su amor irradiado por toda la Tierra, llegando a cada ser que la habitaba, tanto humano, animal como vegetal. Todos recibían su Amor. Veía como su camino se iba ensanchando hasta cruzar el gran mar y llegar más allá de donde, en estos momentos se encontraba. Sus lágrimas continuaron humedeciendo su cara por la gran ilusión y emoción de poder volar y llegar a otras tierras necesitadas de su esencia.
Vio como era bien recibido, sintiendo una gran familiaridad por todos los que le recibían. Luego, elevó su mirada y vio a una gran águila de cabeza blanca haciendo círculos encima de él. Con sus alas abiertas, extendidas para poder planear con toda su majestuosidad, nuestro indio la observaba, sintiendo la omnipotencia de su presencia. En su interior sentía una gran firmeza y seguridad, así como una sensación de respeto y familiaridad a la vez.
Volvió a bajar la mirada y se encontró en medio de una gran luz y rodeado de lo que ahora conocemos como ángeles y en un segundo círculo, sus ancestros y almas conocidas.
-         Llevas tiempo aprendiendo el camino hacia nosotros – le comunicaron quienes con él estaban. Ahora ha llegado tu hora, venerable y alegre alma, que transmitas el camino a los demás para que también puedan venir a nosotros. Enséñales a avanzar desde el corazón y poder llegar a su Hogar, como tú has sabido abrirte camino para llegar a saber de aquel quien eres. (Pausa). Deberás de enseñar el camino hacia ellos, hacia el verdadero ser que son. Sus almas esperan su despertar para unirse conscientemente a la Gran Familia, como tú ya has hecho. (Pausa). Pronto sentirás la Gran Llamada desde tu corazón. Sabrás donde ir y cómo hacerlo. Tus alas están preparadas para elevarte y dirigirte hacia el motivo por el cual naciste.   
De repente, Yuca sintió una gran ilusión en su interior, así como una inmensa plenitud y convencimiento pleno que así será y conseguirá llevar a término aquello por lo que encarnó su alma. Sintió una gran emoción dentro de sí, sabiendo que aquello que había recibido, así sería.
A continuación se encontró, todavía sin abrir los ojos, tocando su tambor nuevamente. Controló sus toques para dejarse llevar por cómo debía de hacer sonar su ya viejo compañero de viaje.
Al cabo de un rato, se decidió por abrir los ojos sintiendo esta paz y sensación de bienestar que conlleva el hecho de haber estado en el Hogar.
Vio al águila aposentada encima de una piedra, justo ante el precipicio que había ante ellos, apreciando la belleza del paisaje que se divisaba hasta el horizonte. El día era claro y luminoso.
Yuca hizo unas respiraciones después de finalizar la melodía con su amigo el tambor. Se levantó y se dirigió hacia la aldea, divisándola junto al río, al lado de unos árboles dejando un claro en su centro, acariciado por los rayos del sol.
Descendió de la montaña, sintiendo el amor, la serenidad, la paz y la alegría de saber que aquello que ya llevaba percibiendo hace años, llegaría a ser realizado.
Yuca fue un alma entregada a su corazón y al Gran Padre que rige el Universo. Su Amor fue irradiado tal como se le permitió sentir y ver.

Fue una Luz para nuestra amada Tierra. 

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