jueves, 6 de mayo de 2021

¡Gracias!

 


Aquella alma se detuvo bajo la copa del árbol que encontró a la derecha del camino en el cual se encontraba. Con sus manos tocó su tronco y miró hacia arriba para ver su copa. De repente sintió como si fuera parte de ella. La primera expresión a realizar al sentir todo lo que sentía bajo la sombra de aquel árbol fue: Gracias.

Se sentó en su base y sentado en una posición relajada cerró los ojos y empezó a percibir toda una serie de sentimientos de alta vibración que le hicieron liberar toda sensación de cansancio y relacionado con el mundo terrenal donde se encontraba. Su piel parecía haber desaparecido, irradiando una luminosidad que abrazaba todo aquel lugar de la naturaleza donde se encontraba. Quedó así durante unos momentos, aunque éstos superaron los minutos del tiempo de este mundo. Todo pareció expandirse dentro de él y convertirse en una fuente de luz y amor saliendo por cada poro de su piel, su mente y su corazón. Todo él parecía ser parte de aquella naturaleza, como si los árboles, arbustos y animales fueran Uno.

Nuestra alma parecía como una parte de aquel lugar, quieta, llena de armonía, luz y amor.

De repente, se oyeron unos pájaros que se acercaron allí. Se oían dos tipos de cantos, decorando aquel lugar y dándole una vida que hasta entonces no tenía de la manera que ahora estaba siendo. Entre la maleza se oyó unos movimientos, y aparecieron dos conejos y al otro lado de ellos, un jabalí. Se quedaron quietos contemplando a aquel ser. No huyeron al verle ni le atacaron, sencillamente, manteniendo la distancia, se quedaron allí durante un buen rato. Los conejos se sentaron mientras iban comiendo de las hierbas que allí había. De cuando en cuando, el jabalí también bajaba la cabeza y olía el suelo, arrancando alguna que otra hierba que tenía ante él.

Todo cambió. Los animales que iban acercándose no huían, sino que se acercaron todavía, un poco más. Cada vez había más paz y una energía amorosa en aquel lugar. Todos se aceptaban. No tenían miedo de la situación, y parecían conocerse entre ellos, porque las diferentes clases de animales que ya se encontraban allí, se respetaban, sabedores que nada malo les ocurriría.

El hombre hizo una inspiración profunda, y sintió como si una puerta apareciera ante sí. En la expiración notó como ésta se abría, oyendo una voz que le decía:

-         Cruza el umbral.

En este estado profundo de interiorización y conexión, avanzó hacia la puerta y la cruzó. Al otro lado había mucha luz que le hacía sentir su propia esencia. La plenitud era  en él.

Se encontró en medio de aquel intenso resplandor cuando oyó la voz nuevamente que le decía:

-         ¡Avanza!

Así lo hizo hasta llegar a un punto donde sintió un gran Amor en él como nunca lo había sentido. Esta intensidad amorosa le hizo humedecer los ojos por el gran Amor que él sentía dentro de sí en aquel lugar. Tuvo ganas de llorar, y dejó que sus ojos pudieran brotar unas lágrimas que acariciaban su piel al deslizarse a través de ella.

-         ¿Dónde estoy? – preguntó aquella alma.

-         Contigo mismo.

-         ¿Y todo lo que siento?

-         Éste eres tú. Siempre te has tenido dentro de ti. Siempre te has acompañado allí donde te encontrabas.

Aquel ser sintió una plenitud en sí que decidió que siempre quería estar con él. Sintió y vio cómo esta intensidad interior le protegería de cualquier situación que pudiera llegar a vivir, supuestamente adversa. No debía de temer porque estando con él podría llevar a término aquello que sentía interiormente. 

-         Observa lo que ves – le dijo la voz.

De repente se sintió como alguien que no pertenecía a este mundo y que podía llegar a superar cualquier supuesto obstáculo que se pudiera encontrar en su proceso. ¡Se sintió tan lleno y sereno a la vez!

-         Continua observando – oyó que le decían.

Hizo una respiración y sintió una comprensión de toda su vida a niveles nunca antes tenido. Era como si se hubiera elevado, y desde lo más alto, poder ver el por qué llegó hasta su presente y el camino a seguir a partir de ahora. Lo vio todo unido y con un mismo sentido. Entendió el por qué había vivido aquella vida y lo que le representaba para él y los nuevos pasos a dar. Era como si le hubieran hecho ver toda su vida para llegar a entender su presente y el punto hasta donde había llegado. Entonces nuestra alma supo, con mucha más claridad, el por qué de todo y su presencia en este mundo.

Entonces, a continuación, hizo una nueva inspiración y sintió su esencia instalada en su interior. En la expiración empezó a ser consciente dónde se encontraba. Con los ojos cerrados empezó a oír los cantos de los pájaros y sentir el contacto con la tierra.

Su ser se estabilizó, quedándose unos momentos más en la posición que se encontraba, sintiendo todo lo que había experimentado y sentido en este tiempo de interiorización.

Hizo otra respiración profunda y empezó a abrir los ojos. Cuando lo hizo, vio como unos matorrales se movían como si algún animal los hubiera movido. Sintió la Unicidad con aquel lugar y todo lo que le rodeaba.

Al final expresó:

-         ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!

Uno de los conejos continuaba allí como si él no estuviera, aunque lo miraba constantemente.

Aquella alma se levantó. Hizo una nueva respiración profunda y dio unos pasos adelante para volver a estar en el camino de aquel bosque donde él podía percibir la energía de su verdadero Hogar.

Al final, su silueta empezó a empequeñecerse por ir alejándose de aquel árbol donde le dio cobijo para encontrarse con él mismo.

Y el alma continuó su camino.

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