miércoles, 27 de junio de 2012

No hay nada como un buen té


La cita diaria es después de comer, a la hora del té y la infusión. Es entonces cuando, con el velo retirado, nos encontramos y me hacen saber de su presencia. Siento intensamente sus presencias y el verdadero ser que soy, más allá de la dimensión que experimento.
Me siento en el sofá. Me relajo, y después de unos minutos reposando la infusión, me sirvo mi primer vaso. El momento es el adecuado. Todo está preparado para el encuentro consciente de seres procedentes del mismo Hogar, pero actualmente, con experimentación diferente. Mi voluntad se está cumpliendo, y las suyas también. La unicidad es plena y estos momentos acordados por voluntad propia, propicia que diferentes almas se reúnan para saber de ellas y mi ser pueda recordar, una vez más, la esencia que soy cuando el ser multidimensional se manifiesta.
Llegan y me abrazan. Me hacen sentir sus energías y mi ser reconoce a los presentes como parte de mí.
El Amor es grande, puro. Siento el verdadero Hogar en mí y a aquellos que formamos la Hermandad Universal según la Voluntad Divina.
Nuestras energías se funden en una, y es como si recuperara el sentido de mi ser. La consciencia se expande y siente su naturaleza llena de Amor y plenitud. Mi condición humana desaparece dando paso a lo ilimitado de nuestra parte divina que hay en cada uno.
Es agradable tomar unas hierbas con mis hermanos de la Luz, mis acompañantes fieles, guías, protectores y amorosos, haciendo notar a mi corazón como aquello que vivimos en el día a día, no es más que el servicio a una Voluntad Superior para que todos, algún día, puedan llegar a recordar quienes son y el verdadero ser que hay dentro de cada uno.
Siento su Amor y sus presencias en mí, como si todos fuésemos Uno a la vez. Todo es puro y cristalino. Sólo existe la pureza de nuestro ADN. No hay mente, sólo comunicación con el corazón. Liberación absoluta. Armonía y calidez matriarcal. Todo se funde en un instante duradero e intenso. Sólo el Amor se manifiesta.
No hay nada como tomar un té verde combinado con menta fresca y canela. Cada sorbito es como si limpiara mi interior y me hiciera despertar aquellas partes de mí que necesitan ser activadas para llegar a sentir el Hogar. Bueno, parece como si el solo hecho de saber que sentándome en el sofá, en aquella parte donde siempre reposo para tener estos contactos a voluntad, ya activasen la maquinaria para hacer girar la llave y abrir las puertas de par en par y recibir a toda mi Familia espiritual
Es un placer para mí poder sentir quien soy y de dónde forma parte mi esencia experimentando en la materia. Ésta desaparece y siento la inmensidad de lo eterno en mí. Esta sensación es constante en mi interior, así como el hecho de saber quien soy y de donde procedo, pero cuando me siento a tomar un té como el nombrado anteriormente, ¡ah!... todo es un placer y un alivio poder sentir lo que siento; poder ver lo que veo; y poder experimentar estos momentos más allá de la densidad.
Dios en mí me permite sentir mi verdadera identidad. Hay comunión y fraternidad a la vez. El tiempo y la distancia desaparecen fundiéndose en un solo instante: el AHORA y AQUÍ. Desde este balcón multidimensional puedo percibir el universo entero siendo yo parte de él, y el tránsito de seres luminosos habitándolo, a parte de los planetas que puedan existir. Veo a nuestro amado planeta rodeado de entidades de Luz y de otras interesadas en él pero muy bien custodiado, a la vez, por guardianes celestiales al servicio de la Fuente Central Creadora de Toda Vida.
¡No hay nada como una buena taza de té! Me gusta sobre todo, el primer uso, donde el gusto es fuerte, pudiendo sentir el aroma intenso y aromático de las otras especias que cohabitan el receptáculo de la tetera. ¡Un inmenso placer para el paladar y el espíritu! Sí, también para el espíritu, porque cada sorbito está emparejado a una disposición por mi parte de abrirme con todo mi amplitud y poder recibir a cada uno de mis acompañantes de la Luz y hermanos procedentes de más allá de mi dimensión. Han venido a verme. ¡Cómo no voy a recibirlos si vienen de tan lejos! Sería una ofensa negar sus presencias y sus peticiones de acercamiento y abrazos. ¡Qué alegría verlos! y sobre todo, ¡sentirlos!.
Los reconozco y les doy la bienvenida a mi ser. De hecho, hace tiempo que les invité que vinieran, y desde entonces, cada vez hay más hermanos que se acercan donde estoy para verme y abrazarme. Algunos me traen recuerdos del Hogar, otros, mensajes del Padre o del Hogar. Todos aportan alimento a mi ser dentro de la condición humana. Me recuerdan constantemente que pertenezco más allá de la Tierra y me hacen sentir lo que se siente estando con mi verdadera Familia. Paz, una inmensa paz serena, con la sensación de orden y armonía sublimes. Lamento no poderos describir más detalladamente estas sensaciones porque las palabras que sé no lo permiten, siendo escasas o limitadas para poder expresar los sentimientos de donde procedemos. Si tuviera que incluirlos en una palabra, esta sería: AMOR (es la palabra que más se asemeja).
El encuentro puede durar veinte minutos, media hora, depende del día. A veces son cinco, diez minutos, pero los suficientes para saber que no estoy solo y poder recordar nuevamente mi procedencia y la intencionalidad divina en mí.
Dios existe y no lo busquéis más allá de vuestro ser, en el universo. Vosotros sois el universo. Vosotros sois Dios. Abriendo vuestro corazón, las puertas y ventanas de vuestro interior, sentiréis y veréis los rayos del sol como da calidez a vuestro hogar interior. Cuando sintáis la plenitud en vosotros, el amor en vosotros, permitid que este estado se prolongue hasta el infinito de vuestro ser, liberándoos de la biología en la cual os encontráis. Sentid Amor y Paz, y él acudirá a vosotros, pero no porque venga de fuera, sino que activaréis al verdadero ser que hay dentro de cada uno de vosotros y entonces, os daréis cuenta que solo des de la plenitud interior podéis sentir el amor puro incondicional del verdadero ser que sois. Vuestra divinidad, entonces, se manifestará. Dejaros llevar por ella y no queráis preguntar de un buen principio. Sólo sentid y dejad que todo sea.
Cada vez que vayas a tu interior y tengas estos sentimientos más sublimes y puros, más permitirás que tus células puedan activar a la divinidad que son, que eres. Cuando así es, Dios en ti se manifestará.
Deja que el proceso y tu predisposición te liberen de la dualidad que habitas para elevar tu alma y preparar el continente para que la divinidad pueda expresarse a través de ti.  
No hay nada como un buen té como excusa para abrir las puertas de quienes somos.

Que el Amor y la Paz sean en ti. 

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