miércoles, 25 de mayo de 2016

Ayudando a los demás

Continuo recibiendo palabras vuestras preguntándome sobre diferentes aspectos de nuestro proceso como almas en evolución que somos.
Una de las preguntas que me hacéis es:
“¿Cómo puedo ayudar a los demás, sintiendo dentro de mí esta llamada?”
Es cierto que llega un momento en el camino de cada uno que siente el impulso de querer ayudar a los demás. Éste solo es el inicio de un trayecto que se irá perfilando a lo largo del tiempo, así como tu actitud ante él.
Ayudar a los demás, es innato de todo ser. Cuando empezamos a conectar con nosotros mismos, con nuestra verdadera esencia, empezamos a emanar el altruismo para todo aquel que veamos que lo necesita. Ahora bien, ¿realmente esta persona lo necesita, o es nuestra visión, quizás a veces interesada para hacernos sentir bien, la que nos hace querer dedicarnos a los demás para “ayudarme a mí mismo”, llenando mi vida?
Ves a alguien y crees que su situación tiene una salida, creyendo que el otro no la ve y tú puedes indicarle el camino.
Ves a un grupo de personas que lo están pasando mal y, en el momento, sientes la necesidad de ir a su lado, a acompañarlos en el proceso y darles tu apoyo y ayudarles en todo lo que puedas.
Es cierto que todavía hay mucho dolor en el mundo.
¿Sabéis? Aquello que vemos a nuestro entorno es un reflejo del interior del ser humano. Todo tiene un inicio que lleva a un resultado, que es el que podemos ver en estos momentos.
No hay un paso que no sea querido por nuestra alma. Todo tiene su sentido, y es la actitud de uno mismo lo que puede hacer de tu participación en algo bloqueante, limitado o una mano donde cogerse para salir de la oscuridad que se puede llegar a encontrar.
No por mucho ayudar, solucionaremos la situación. Personalmente he seguido un proceso en mi vida, y continúo avanzando por él. En él, también sentí la necesidad de ayudar a los demás, sintiendo que todo lo que había recibido como instrucción de autoconocimiento y sabiduría, no debía de quedármelo para mí, y sí transmitirlo a todos aquellos que estuvieran preparados para recibirlo.
Empecé a querer ayudar a personas que podían, según yo, necesitar una mano para resurgir del pozo que se encontraban. Sus vidas se encontraban atrapadas en medio de una impotencia y desolación, a veces, no sabiendo qué hacer para dejar atrás los momentos que estaban viviendo. Tengo que decir que algunos de ellos eran de profundo dolor. A veces la ayuda puede ser de ayudar a entender una situación, otras, dar pasos a su lado para elevar su capacidad de resurgir, y otras, sencillamente pueden ser de una necesidad de ayuda material. ¡Hay tantas maneras de ayudar…! Yo aprendí mucho sobre la manera de ayudar a los demás. No es como inicialmente yo creí. Aprendí, incluso, a darme cuenta que la mejor manera de ayudar, a veces, es no hacer nada por la otra persona.
Hay otro punto a tener presente en estas situaciones de la ayuda voluntaria, sin que la persona nos lo haya pedido pero que vemos que la podemos “sacar de la situación que está viviendo”, y es el de si la persona está preparada o no para recibir nuestra ayuda. Queremos que todo vaya bien y la gente sea feliz, que nos olvidamos de la importancia del libre albedrío. Con esto quiero decir que hay algo de suma importancia en nuestra vida, y es que no vivimos nada que no tengamos que vivir. Cada experiencia nos lleva a un aprendizaje, a una sanación en algún nivel.
Hay experiencias a lo largo de la historia conforme una ayuda inicial llevó a darse cuenta que los ayudados volvían a recaer en la misma situación nuevamente, o en otras más dolorosas todavía. Lo importante no es que los ayudes, sino que ellos estén preparados para recibir tu ayuda. Cuando queremos intervenir sin más, porque creemos que le podemos ayudar, a quien sea, no tenemos en cuenta si la persona está preparada para salir de la situación que se encuentra, dentro de su proceso de evolución.
Quiero dar otra pauta de reflexión, a tener presente, y es el hecho de que cuando alguien no es él, es decir, no está conectado con su alma, con su verdadero ser, toda supuesta ayuda que se quiera dar, no siempre va dirigida a la persona adecuada. Tengo que decir que sobre este hecho tengo cierta experiencia, debido que estoy conviviendo en un entorno muy terrenal. Con esto quiero decir que cuando menos seamos nosotros, o dicho de otra manera, cuando menos consciencia tengamos, menos recordemos quienes somos, más necesidades tendremos en la vida; más limitados nos encontraremos y nuestra actitud será de victimismo debido a las creencias que hemos adquirido a lo largo de nuestra existencia actual.
¿Debemos de ayudar, pues, a los demás? ¡Claro que sí!, y sobre todo cuando alguien nos viene a pedir ayuda, ahora bien, la ayuda que le podemos dar, no siempre es la que nos comenta, sino el de que se responsabilice de su vida y aprenda de la situación que está viviendo. La ayuda que le podemos dar es enseñarle a amar y a ver su vida desde el corazón, para poderla llegar a entender y aprender.
Nosotros no podemos hacer lo que a él le corresponde hacer. Cada uno debe de hacer su parte. Cuando alguien viene a vosotros de una manera constante durante muchos años, plantearos si realmente le estáis ayudando o le estáis creando una dependencia hacia vosotros. Por suerte, cada vez más, las sesiones de terapia o autoayuda en el mundo profesional, ya no duran dos, tres años. Cuando ayudamos a alguien y necesitamos mucho tiempo, algo no está funcionando. Nosotros no debemos de hacer su parte. Él no debe de depender de nosotros para vivir.
La verdadera ayuda es cuando el ser empieza a liberarse de su pasado y responsabilizarse de su vida, dando los pasos adecuados según él es y siente.
El concepto de ayuda y sanación ya no es el mismo que hace años atrás. Los tiempos han cambiado, así como las energías. Ahora debemos de tener presente el libre albedrío de cada uno.
Encontrarnos en momentos bajos puede ser un inicio hacia una nueva actitud y una vida de bienestar, siempre y cuando nosotros seamos conscientes de lo que vivimos y del por qué. A veces no sabemos de este por qué. Yo os diría, aprended a sentir paz y bienestar, viváis lo que viváis.
¡Enseñad a cada uno que sea él mismo! ¡No hagáis la parte que a él le corresponda! Mientras no sea así, nuestra supuesta ayuda solo servirá para continuar manteniendo una energía de baja vibración en la vida del otro,….y en la nuestra.
Cuando más conscientes seamos de nuestro ser, nuestra existencia, más nos daremos cuenta del sentido, no tan solo de nuestra vida, sino también la de los demás. Entenderemos el por qué cada uno vive lo que vive. Siendo conscientes de nuestra vida, sintiendo el Amor y la Paz en nuestro interior, entonces, nos daremos cuenta a quien dirigirnos, de qué manera ayudarlo, y cómo transmitirle lo que tengamos que expresarle o darle.
La entrega a los demás, no representa la anulación de uno mismo. No todos están preparados para recibir el alimento que queremos darle a su situación. Muchas de las almas que nos rodean y vemos que sus vidas nadan en un dolor constante, así lo eligieron ellas para su evolución. Cuando escuchamos nuestro corazón nos daremos cuenta si la necesitan o no, y qué exactamente.
Los tiempos están cambiando, y esto hace que haya muchos cambios en la vida de cada uno. Estos cambios representan a menudo, dejar el pasado, dejar aquel quien no eran, para dar paso a quien en verdad son. Esta liberación comporta un trabajo, una responsabilidad personal para llegar a vivir según uno siente en su interior.
Siendo conscientes de nuestro camino podremos llegar a la estabilidad tanto emocional, física como mental. El verdadero camino para superar todo lo vivido es el Amor. Empecemos a amarnos nosotros mismos, y este Amor ya se irradiará hacia todos aquellos que lo puedan llegar a necesitar. Nuestra Luz los iluminará.
Ellos deben de estar abiertos y predispuestos. Si así es,….todo será.
En estos últimos años hacia aquí, he podido constatar, y ha sido cuando personas de mi entorno cerradas en sí mismas han empezado a abrirse y cambiar su actitud ante la vida, o aspectos de la vida, cuando menos he querido intervenir; entonces más ellas han cambiado. Cuando menos he querido intervenir, más ellas han cambiado. Han necesitado mi energía, no mis palabras o acción hacia ellos. Respeto absoluto. Amarlos tal como eran y vivían. 
Ha sido un período donde he conseguido realizar más milagros sin mi intervención. Es cuando he visto los resultados más sorprendentes en mi servicio a la humanidad.
He aprendido que siendo tú, sencillamente siendo tú, puedes ayudar a los demás.
A todos los que queréis ayudar a los demás, a hacer un mundo mejor,  dedicaros a recordar quienes sois y a escuchar vuestro corazón, que él os dirá qué hacer en todo momento. Ahorraremos tiempo, energía e impotencia por no poderlos convencer, ayudar, según nosotros creemos.

Solo existe el Amor, y es desde el Amor donde el gran cambio individual y planetario está siendo posible.
Sintiendo el Amor en ti hacia ellos, con todo lo que esto conlleva, les vais a ayudar más que interviniendo sin haberlo pedido.

Que el AMOR y la PAZ sean en todos vosotros.


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