jueves, 8 de junio de 2017

Diálogo de una niña con su madre



Una vez, una niña de cinco años preguntó a su madre:
-        Mamá, ¿porque los papás no jugáis como nosotros?
-        ¿Por qué lo dices, hija?
-        Porque jugar es divertido y río mucho cuando lo hago.
-        ¿Ah, sí? – dijo su madre.
-        Vosotros no jugáis como nosotros. (Después de un pequeño silencio, prosiguió:) ¿Puedo ser siempre una niña, y no crecer? – preguntó.
-        No. Todos crecemos. Nuestro cuerpo empieza siendo pequeño pero después va creciendo. Necesita crecer para poder hacer más cosas.
La niña se quedó pensativa, y después de un silencio reflexivo, dijo:
-        Mamá, yo cuando sea mayor quiero divertirme como ahora. No quiero ser aburrida. Me gusta reír – dijo mientras hacía una sonrisa a su madre. Quiero aprender muchas cosas y tener muchos amigos.
-        Esto está bien, hija. ¿Tú crees que soy aburrida y no me divierto?
La niña miró fijamente a los ojos de quien le había traído a este mundo, y dijo:
-        No siempre tienes ganas de jugar. Papá casi nunca juega, y a mí me gustaría jugar, a veces, con vosotros.
-        Dínoslo – añadió su madre – cuando tengas ganas.
-        Es que no es lo mismo – respondió la niña. ¿A ti, los abuelos no te enseñaron a jugar? – preguntó.
-        Ellos estaban muy ocupados y no siempre podían.
-        ¿Entonces no jugaron contigo?
-        ¡Hombre, alguna vez! – respondió aquella mujer.
-        Yo te quiero mucho, y a papá también; y quiero que estéis contentos para jugar. Yo me divierto mucho y quiero que vosotros también.
-        Y nosotros queremos que tú seas feliz. ¿Lo eres, verdad?
-        ¡Sí! – dijo mientras asentía con la cabeza.
-        ¿Por qué me has preguntado si los papás jugábamos?
-        Porque veo que no siempre vais al parque ni en bici y a mí me gusta mucho cuando me acompañas al parque con los otros niños, o cuando papá me pregunta si quiero ir con él en bicicleta.
-        ¿Lo ves, hija, cómo si jugamos también a veces?
-        Mamá – dijo la niña después de un silencio -, te amo.
-        Yo también hija- dijo mientras abrazaba a su hija. Papá y yo te amamos. Eres un ángel para nosotros.
-        Ellos se pondrán contentos – dijo la niña a continuación.
-        ¿Ellos? – preguntó la madre. ¿A quienes te refieres?
-        ¡A ellos! Cuando me pongo en la cama y estoy sola, siempre están conmigo.
-        ¿Los ángeles quieres decir?
-        ¡Sí!. Siempre están conmigo y me hablan.
-        ¿Y qué te dicen? – pregunto su mamá.
-        Que no me preocupe porque tú y papá me amáis mucho. También me dicen que juegue porque me lo pasaré muy bien.
-        ¿Y lo haces, no?
-        Sí.
-        Esto está muy bien. Ellos siempre están y estarán contigo, hija. Los ángeles también nos aman y nos ayudan muchas veces.
-        Sí – interrumpió la niña. Una vez perdí el lápiz y ellos me dijeron donde estaba.
-        ¿Y lo encontraste?
-        ¡Sí! Estaba debajo de la mesa.
-        Mira – dijo su madre, si alguna vez quieres hablar sobre ellos o sobre algo que no entiendes nos lo puedes preguntar. ¿De acuerdo?
-        Sí – respondió.
A continuación se dirigió donde estaba su perro dispuesto siempre a jugar.

No hay comentarios: