miércoles, 21 de febrero de 2018

La espontaneidad de la Inocencia



Una vez, un niño jugando en el bosque, siendo contemplado por sus padres, reía persiguiendo a unas urracas que picoteaban por el suelo, semillas y frutos caídos de los árboles del entorno.
El niño imitaba sus vuelos con los brazos y haciendo saltos como si se elevase.
A continuación se acercó donde sus padres se encontraban y les preguntó:
-         ¿Por qué los pájaros vuelan y yo no puedo?
-         Tú puedes hablar y ellos no – le respondieron.
-         ¡Ellos sí que hablan! – expresó el niño. Sus ruidos son como si se dijesen cosas, y los otros pájaros les responden.
-         Tú, por ejemplo puedes hacer abrazos y ellos no – dijo su madre.
El niño, como pensativo, estuvo unos momentos sin hablar, y a continuación dijo:
-         Pero se hacen besos. Ellos también se aman.
-         ¿Y qué más hacen? – le preguntó su padre.
-         Juegan y se lo pasan bien. Cantan y vuelan.
-         Igual como tú, ¿no?
-         Yo no vuelo – le respondió.
-         Pero puedes correr, saltar y rodar por el suelo.
-         ¡Sí! – le respondió el niño sonriendo.
-         Tú puedes amar – dijo la madre.
-         Ellos también. A veces he querido estar con un pájaro y me ha venido uno a mi lado. (Pausa). Una vez que estaba triste, se puso a mi lado un mirlo y me hizo sentirme mejor.
-         ¿Lo ves cómo en el fondo son como tú?
-         ¿Y por qué la gente los caza?
-         Hay quien necesita comer, y ello hacen que estas personas puedan comer. Antes, antiguamente, las personas se alimentaban de los animales del bosque.
-         ¿Y por qué los mataban?
-         Porque era lo único que tenían para comer.
Después de un silencio, el niño dijo:
-         No me gusta que maten a los pájaros. Son como nosotros. (Después de un silencio, prosiguió:) No está bien comer pájaros y animales. ¡No! No me gusta que los maten. (Pausa). No quiero comer animales – dijo a sus padres. No está bien matarlos.
Sus padres se miraron.
Finalmente el niño dijo:
-         Me voy a jugar – expresó mientras se giró y empezó a correr sonriendo en dirección a donde se encontraban unos árboles con sus pájaros.



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