Una vez un mono se dio cuenta de un animal que no había visto hasta entonces: un caracol. Lo estuvo observando sin que él se diera cuenta durante un tiempo, hasta que un día se le acercó y lo cogió con su mano izquierda, alzándolo hasta casi la altura de sus ojos. Lo miró fijamente y le dijo:
- Gracias por tu presencia. Ella me ayudó en su momento a darme cuenta y a entender el por qué de tu caparazón.
El caracol mirándole le dijo:
- Todos tenemos nuestra concha para ir a su interior y conectar con la serenidad y el recogimiento de nuestro ser. Cuando ves que tu entorno no coincide con lo que tú estás sintiendo no hay como ir a tu interior para poder sentir la verdad innata que todos poseemos.
Entonces el mono dijo:
- Cuando entendí el porqué cuando hacía mucho sol ibas a tu interior, quedando en él hasta que la humedad del atardecer o la lluvia hiciesen presencia; o cuando tu entorno ya era el adecuado para ti; entonces me di cuenta que lo que se encuentra en nuestro interior es lo que nos hace entender la vida y vivirla según aquel quien somos. Desde entonces, maestro – dijo al caracol -, la serenidad y el bienestar se han establecido siempre en mí.
Dicho esto, el mono lo volvió a dejar en el suelo, y contempló nuevamente, viendo avanzar a su maestro espiritual.
Dentro de cada uno se encuentra la cueva celestial para poder ver la Luz, y el poder sentir la Serenidad y nuestra verdadera esencia: el Amor. Entonces, la vida te muestra su sentido, más allá de lo que se ve.
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