jueves, 28 de abril de 2011

Del Maestro Interior

Una de las características del Maestro manifestado es la visión general de todo proceso y de cada situación en relación al Todo.
Este ver más allá de la forma le permite entender y darse cuenta cuál es el mejor camino a seguir para continuar avanzando por la alfombra de la Ascensión.
Está conectado con su divinidad y sabe que él es el Dios creador y amoroso de toda la existencia, Unido al Dios Universal donde se encuentra nuestro Hogar y la Familia Espiritual.
Cuando el Maestro hace presencia todo el espacio se ilumina y su amor abraza a todos aquellos que se encuentran cerca de él. Todos salen beneficiados por su grado de evolución.
La visión más allá de lo terrenal le permite abrir los caminos para que la humanidad pueda continuar su proceso evolutivo. A menudo no es comprendido ni aceptado, pero es en la discreción, la aceptación y haciendo lo que siente que debe de hacer sin ruidos, lo que le permitirá abrir las puertas de la sanación y la elevación de las consciencias para todos aquellos seres, aquellas almas que sienten las inquietudes espirituales en su interior pidiendo paso.
El verdadero Maestro no se vanagloria porque sabe que solo es una pieza del Todo, un canal donde la Voluntad Divina puede manifestarse a través de él, llevándose a término.
Ver más allá de la forma le permitirá liberarse de todo acto limitador. Para que así sea, ha debido de subir bastantes escalones para llegar a sentir la Divinidad en él, dándose cuenta y SINTIENDO que él es Dios manifestado. Cuando esto sucede, no impone lo que sabe, respectando el proceso evolutivo de cada uno, no teniendo la sensación que él está más avanzado que el otro porque el ego ha desaparecido de su ser. Está equilibrado. No piensa que sabe más que la mayoría de los demás. Insisto, no es maestro; no es poseedor de conocimientos, y por lo tanto, más que los demás. Él vive, siente y actúa desde el corazón, en acto de servicio de la Fuente Creadora de Vida Universal.
La Maestría no es transmitir para que aprendan. No es “yo sé” y los demás no. El papel de la Maestría no es querer convencer conforme lo que se dice es la VERDAD absoluta,  por lo tanto, los demás deben de creérselo.
Un verdadero Maestro no impone, o quiere convencer, no se cree poseedor de la Verdad. El Maestro no se hace ver conforme “él sabe”.
Nada de todo esto hace, porque su sabiduría le hace saber que él sabe, y como sabe, no tiene ninguna necesidad de hablar y decirlo: no tiene la necesidad que le valoren por lo que sabe; sencillamente sabe que sabe, y no tiene ninguna necesidad de demostrarlo a los demás porque ya sabe que sabe.
A lo largo de los años, de mi docencia espiritual, me he encontrado con personas donde el ego predominaba en sus actos y palabras en el momento de querer ayudar a los demás a adentrarse en la espiritualidad o en hacer obras conjuntas con seres del mundo espiritual (ángeles, seres de luz, Maestros Ascendidos,…).
Cada uno sigue su proceso amoroso para elevar su alma. Es cierto que hay una Verdad única, pero debemos de dejar de querer convencer a la gente conforme “uno sabe lo que debe de hacer el otro (paciente/discípulo)”. Solo hay una Verdad para todos, y esta es: “Tú, cada uno de nosotros, es Dios”.
El camino para llegar, no solo para darnos cuenta de este hecho, sino de sentirlo en cada una de nuestras células y sanarnos hasta poder manifestar nuestra divinidad, depende de cada uno.
El Maestro Espiritual esto lo sabe y respeta al ser con palabras de apoyo, ánimos, coraje y esperanza que él també llegará a manifestar su propia esencia. Deja a la voluntad de la persona el hecho de dar pasos para liberarse de sus miedos y adentrarse en el camino que le llevará a su Dios Interior, a él.
En verdad debo de decir que, a lo largo de los años, en almas despertando su maestría, el ego ha hecho presencia en la mayoría de los seres con dones espirituales o cierta sabiduría adquirida, y que llegado a este punto, ha predominado “el sentirse importantes”, antes que mensajeros del Gran Plan Divino.
Una aurea de falsa humildad irradian a todos aquellos que les rodean. Todo y así, sus palabras los delatan. También sus actitudes. En relación a ellos diré que los espacios donde se encuentran “están habitados por entidades, energías de baja vibración”, y en más de una vez he habido de “hacer limpieza y enviarlos hacia la luz”.
Un Maestro Espiritual no necesita títulos ni aclamaciones de su entorno, porque sabe que solo es una pieza del Todo y que en otros lugares hay otras piezas para completar el rompecabezas del Dios Universal que todos somos.
Es flexible, tolerante y no controlador, respetando nuestras decisiones, porque sabe que su vida no le pertenece, sino que está incluida en un Plan Superior Divino, en el cual él es una pieza más. 
Hace lo que siente que su corazón le dicta, sabiendo que es para un mayor bien. Sabe que todo lo tiene y todo lo tendrá, por eso no tiene miedo de dar los pasos que siente que debe de dar. Sabe que “no está solo”. Su mente es amorosa y está al servicio de la voz de su corazón.
El Maestro Espiritual, sencillamente es, dejándose llevar por el flujo de la vida y el amor, dejando que cada uno conecte con su empoderamiento para abrir las puertas que necesite, y acercarse así, al Dios que es.
 
Que el Amor y la Paz sean en todos vosotros.  

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