miércoles, 1 de junio de 2011

Cuando el fondo pide paso

No hay amor más grande que recuperar el fondo innato de cada uno y aceptar la naturaleza amorosa de nuestra esencia.
Alejados de nuestro Hogar al nacer y vivir rodeados de “secretos y mentiras” aceptadas por el predominio de la forma, hace que tergiversemos y distorsionemos nuestra realidad.
Abrimos las puertas del dolor y de un mundo parcial y subjetivo donde la ternura y la comprensión son bienes muy preciados en un entorno fuertemente enraizado en la dualidad.
Encontrándonos ante un corazón abierto, inocente como un niño que busca constantemente el disfrutar de la vida y actuar desde la despreocupación es uno de los mejores regalos que la vida nos puede ofrecer. ¡Cuánta maestría en la sencillez de su presencia! ¡Cuánta entrega desinteresada!
Darnos cuenta que con el tiempo hemos perdido la inocencia, la ternura, nos encerramos y las ganas de “jugar”, hace que nos sintamos vacíos y tristes, sin saber a menudo, el por qué.
Hay Amor perdido desde nuestra infancia que no sabemos dónde encontrarlo. Buscamos y buscamos los rincones más inexplorables de nuestro entorno, pareciendo como si cada vez que nos adentramos más en ellos, más alejados estemos de lo que buscamos.
La forma nos esconde de lo qué es importante.
Nuestro entorno, obsoleto de un pasado lejano, intenta predominar todavía en nosotros, pero la calidez de los nuevos tiempos, deshace los falsos fundamentos de esta arcaica visión de la vida.
Sentimos, intuitivos, que hay alguna cosa más en nuestro camino. Las inquietudes aparecen y a veces nos preguntamos si hay alguna cosa a parte de lo que nos han dicho. Hay una sensación generalizada que vivimos en un “mundo” que no es el nuestro.
¡Cuánto tiempo habiendo dado la espalda a la evidencia, al Amor!
Hemos vivido en una dimensión de materia, y esto nos ha confundido, hasta el punto de establecer unas pautas creadas desde el raciocinio y no del corazón.
Cuando la forma predomina, el corazón se resiente.
Hemos vivido creyéndonos lo que no era, abriendo el paraguas que nos “protegería” del agua de la vida que regaría nuestras raíces. Ahora nos sentimos áridos y cansados de no poder ver los frutos que hay en nuestro interior. ¿Hasta cuándo?
La capacidad de adaptación y resistencia del ser humano es grande. Parece como si lo que hemos hecho haya sido repetir unos patrones establecidos por un estilo de vida ancestral, cuando ahora ya nada es como antes. Nuestros seres se resienten porque se dan cuenta que el decorado no se corresponde con lo transmitido generación tras generación.
El capítulo de nuestra historia actual requiere unos valores que nos llevan al retorno de conectar con nuestro corazón, al verdadero ser que somos. La humanidad y el mundo se rebelan y muestra su desacorde por todo lo existente en el presente como dogmas sociales e individuales. El mundo, el individuo, ya no puede más y manifiesta sus desavenencias. El ser vuelve a sus orígenes: ¡al Corazón!
                La forma tiende a la desaparición para dar pie al fondo.
Este es el gran avance de la humanidad: el reencontrarse con su divinidad, con sus orígenes, con el Amor puro y desinteresado del Dios que hay en cada uno. Recupera su fuerza, su poder.
Cuando el ser humano se reencuentra con el fondo, todo él se ilumina, relajando su espíritu al darse cuenta de “¡Ahora sí! ¡Este es el cambio!”.
La inocencia del corazón, su pureza y la actitud expresiva de disfrutar de la vida, transmutará los entornos personales para que la humanidad despierte de la somnolencia en la cual se ha ido acomodando a lo largo de los siglos.
Ha llegado la hora de cambiar la muda como las serpientes y dejar que el nuevo ser, este que ha ido a contracorriente de él mismo porque así le habían enseñado, se muestre al mundo para que todos le vean y poder decir:

-         Yo Soy Luz, Amor y Realización! ¡Yo Soy el Sentido de la Vida! 

¿Te atreves a decirlo en voz alta y con los brazos abiertos?
Yo ya lo he hecho, y…..siento al ser completo en mí sentirse en acorde a como es en verdad.
¡Adelante!, va, ¡hazlo! ¡Ahora te toca a ti!
El Amor activa los milagros en nuestra vida. ¡Sé tú! ¡Siente la estima de quien eres realmente! Sólo así abrirás las puertas del Paraíso aquí en la Tierra. Allí me encontrarás.

Mi Amor está en ti.




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