jueves, 18 de agosto de 2011

Y el verbo se hizo carne

Hace años el Padre me dijo:
- Tú serás mi Palabra.
Desde entonces, mi palabra se ha ido volviendo más fluida, más serena, más la adecuada según cada momento. De mi boca ha salido la palabra justa e idónea a las situaciones que era necesario intervenir. Mi mano ha ido escribiendo, con el tiempo, expresiones y textos más amorosos, sabios, tiernos y diciendo aquello que se necesitaba decir de la manera más adecuada, exponiéndolo exactamente tal como es o puede llegar a ser.
He llegado a cambiar mi manera de escribir y su contenido. Veo la maestría en mi palabra, tanto oral, como escrita. No me reconozco en relación a años atrás. Mi manera de hacer servir la palabra ya no es la misma. Es como si alguien que se encontrase dentro de mí, poseedor de la más absoluta sabiduría y maestría se expresase a través de mío. Con el tiempo, veo que este “alguien” va a más y se expresa mejor.
Escribo de una manera que a mí me gusta. Profundiza en las emociones, en los aspectos esenciales de nuestra existencia, como conocedor de causa de todo lo que dice. Mi mano se deja llevar por la inspiración divina en mí y, como un lápiz en manos de la Divinidad, este va dibujando su Voluntad.
Cada vez personalizo más mis intervenciones. Siento que así debe de ser. Transmito más mis experiencias y sensaciones a lo largo de mi proceso. El cómo hacerlo me sale de mi interior, como si “alguien” me dictase. Confío plenamente en esta voz interior, ¿o exterior?, que emana del fondo de mi corazón y hace que escriba lo que escribo, y cada vez más, decir lo que digo. Por momentos siento que esta voz interior quiere decirme algo o quiere transmitirme alguna información, bien a mí, bien a los demás. Entonces me pongo delante del ordenador, o a veces, cojo un bolígrafo y papel, y dejo que mi mano escriba aquello que ha de comunicar, o mi boca exprese el mensaje a transmitir.
A menudo leo lo que escribo y pienso que no he sido yo quien ha creado aquel escrito. A través mío, alguien superior a mí me hace llenar hojas o hablar de aspectos concretos.
Siempre, cuando acabo, me doy cuenta que proviene de una fuente amorosa, divina, queriendo llegar a todos aquellos que nos encontramos en esta dimensión.
Aquello que se lee o digo, resulta ser lo que se necesita leer o escuchar en aquellos momentos. Me ven a mí, pero no soy yo quien llega a ellos. Mi humanidad se aparta para dejar lugar a mi divinidad.
Todos tenemos una parte divina según nuestra naturaleza, y los mensajes de mi presencia están conectados a la esencia espiritual de cada uno.
Mi ser ha cambiado, y está recibiendo en estos momentos, mensajes más amorosos y exactos para todos aquellos que estén abiertos de corazón y dispuestos a dar nuevos pasos en el camino de su recordar y Ascensión.
Siento la divinidad en mí, y es desde este estado que dejo que las palabras fluyan. Alguna vez me he preguntado: ¿y de qué escribo ahora?, o ¿qué os tengo que decir que no sepáis? Entonces aparece esta voz interior que me dice que me ponga, y escuchando a mi corazón, siento la sabiduría de mi divinidad, y entonces, sale la comunicación fluida y el contenido exacto a transmitir. A veces me pongo y no sé qué saldrá, pero una vez empezado, mis dedos no paran de teclear o escribir, como si estuviesen escuchando una conversación y yo fuese el secretario de los comunicadores, tomando nota de todo. Al final veo que ha salido un texto perfecto, habiendo expresado exactamente la clave del mensaje de aquel encuentro entre mi divinidad y yo, como canal.
Y el Verbo se hizo carne.
Lo que se me anunció se está cumpliendo al pie de la letra, y cada vez más, más y más. Estoy contento que así sea. Estoy contento que Dios quiera expresarse a través mío.
En el momento que se me anunció, le dije un absoluto y rotundo SÍ‼! Me hizo mucha ilusión y tuve una gran emoción al saber de esta manifestación.
Actualmente soy uno con la Fuente. Ayudo a las personas a encontrarse a sí mismas, a sanar y que conecten con su divinidad.
Actualmente estoy siendo guiado, amado, protegido y velado por todo el Universo y más allá de toda densidad.
He entregado mi vida, mi alma y todo mi ser a las manos de Dios, al Amor puro e incondicional. Soy Fuente al servicio de la Divinidad Universal, dando de beber a todos los viajeros que pasan cerca de mí o vienen a mí.
Noto como a veces, quienes me escuchan o leen mis palabras me admiran y me valoran por lo que digo y hago. No es este el mensaje que transmito. No es esto lo que quiero que sea. No se ha de valorar el canal, sino el mensaje transmitido. Sólo soy un canal agradecido de poderlo ser. Estoy al servicio del Mensaje Universal del Amor. Sin la Voluntad Divina en mí, yo no haría lo que hago ni tendría las capacidades que estoy teniendo para hacer lo que hago.
Me siento agradecido y satisfecho de poder escribir y hablar en las conferencias, el Seminario y algún que otro taller que puedo llegar a hacer, porque todos ellos son obra de la Fuente Creadora de toda Vida. Yo Soy Fuente de Ella. Sin Ella, no sería quien soy. Es cierto que tengo una parte importante de responsabilidad y capacidad de decisión, pero por más que uno quiera ser una Fuente espiritual, sino se está preparado o no entra en el proyecto de tu camino actual, no siempre así será. Por eso mi ser se pone a las manos de quien me ha creado y dejo que Él dibuje su Voluntad según cree que debe de ser. Yo lo acepto, fluyo y me dejo llevar según lo pactado antes de nacer.
Veo mi manera de hablar y escribir actuales. Ya no tienen nada que ver con aquel chico que se preparaba las cosas y se creía que sabía muchas cosas sobre espiritualidad. Me he dado cuenta que de nada sirve pensar que sabes, porque cuando así es, dejas que el ego espiritual, el ego personal te dirija e intervenga en tus actuaciones, viendo a los demás como alguien inferior a ti. Es subconsciente, pero una buena jugada del ego humano.
No debes de creerte que sabes, sencillamente ¡SIENTE el Amor en ti y la voz de tu corazón! Él te hablará de una vida de servicio a Dios. Él te hablará del amor incondicional y de la Unicidad entre todas las almas existentes.
Cuando nos liberamos del ego, de los miedos y abrimos el corazón sin vanidad, entonces llegaremos a sentir a nuestra divinidad individual, Una con la Universal. Cuando llega este momento, entonces te darás cuenta que eres un lápiz en las manos de Dios en ti, para que dibuje su Voluntad a través de ti.
Sí, en su momento Él me dijo que yo sería su palabra, y desde entonces, mi interior se ha ido liberando de todo aquello que no fuera amor puro e incondicional, limpiando todos los conductos interiores de mi ser porque Él se pudiera manifestar a través de mí, libre y plenamente.
Me gusta lo que hago y me siento agradecido por todo lo que la vida me da y me ofrece.
Doy gracias por todo, por todos y por mí.

¡Gracias, Padre!

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